
Las cismáticas de Belorado, las religiosas clarisas que fueron excomulgadas y expulsadas de la vida consagrada el pasado 22 de junio, continúan residiendo en el interior del Monasterio de Nuestra Señora de Bretonera (en Burgos), pese a que ya no pertenecen a la orden a la que pertenece ni tan si quiera a la Iglesia católica (a la que llaman "conciliar" y de la que decidieron salir voluntariamente, según expresaron en el manifiesto que hicieron público el 13 de mayo y ratificaron antes de que se formalizara su excomunión).
El procedimiento iniciado tras la admisión a trámite de la demanda de desahucio presentada "contra las exmonjas (citadas nominalmente) y demás personas que permanezcan en el monasterio sin título legal ni autorización (ignorados ocupantes)" se ha retrasado ante "la ausencia de algunas exreligiosas", lo que habría impedido la notificación de la vista que debía haber se producido este jueves -19 de diciembre- y que deberá concretarse para una nueva fecha, explica la Archidiócesis de Burgos en un comunicado con fecha 12 de diciembre.
Entretanto las cismáticas, que cada vez son menos (han sufrido al menos dos deserciones), siguen con su vida en el cenobio: con su nuevo líder sedevacantista, haciendo sus chocolates rebeldes, ofreciendo gallinas para su apadrinamiento y urdiendo nuevos planes para intentar quedarse en el monasterio. Su estrategia cambia a raíz de la salida de la contratación de un periodista experto en imagen de marca y "defensa de reputación". En sus últimas acciones han dejado claro que van a seguir dando la batalla.
En el marco de ese plan de acción, anunciaron la internacionalización del conflicto. Su idea -explicaron- era "elevar el debate a categoría global" con la ayuda de la prensa extranjera, tras haber constatado "el interés que este tema ha suscitado en distintos países". Y así están haciendo. Lo hemos visto en las sendas entrevistas concedidas a medios como The Times o The New York Times. En esta última, las protagonistas no fueron sus famosas trufas o sus diferencias con el comisario pontificio (nombrado por Roma para gestionar la crisis cismática).
Según aseguraron al periódico estadounidense, sufrieron una "persecución por parte del diablo" cuando estaban en Derio (uno de los tres monasterios que dirigía sor Isabel en sus años como abadesa, cargo que se negaba a abandonar una vez transcurridos los tres periodos de mandato permitidos como máximo). Las exmonjas que se siguen haciendo llamar sor Belén y sor Paloma, erigidas como por portavoces de todas las cismáticas para la cita con The New York Times, relatan una serie de fenómenos y "ruidos inexplicables".
¿Fantasmas en Derio?
"Objetos que se arrastraban por el tejado, bebés que lloraban, risas lúgubres, pasos que iban y venían", eso es lo que escuchaban las monjas según recoge el diario. "Los picaportes giraban con una fuerza invisible. Las luces se encendían y se apagaban. Algunos objetos, como las tijeras, se movían solos por las mesas. Las monjas estaban convencidas de que el mal estaba operando ahí", concluye.
"Cuando has enfrentado cara a cara al demonio, sabes a quién estás tratando", fueron las palabras de la hermana Paloma -de 47 años-. "Tenía mucho miedo". Sor Belén dijo, por su parte, afirma que en 2018 se hicieron exorcismos, pero los sucesos extraños continuaron y en 2020 -cuando llegó la pandemia- decidieron salir de allí.
Con su relato, las dos exreligiosas dan a entender que los fenómenos fantasmales fueron determinantes para que se marcharan de Derio y se trasladaran a Belorado. Incluso aseguran que algunas hermanas enfermaron y que desde el Arzobispado de Burgos se les recomendó que dejaran el convento vasco. Extremos que niegan por completo fuentes eclesiales muy cercanas al caso consultadas por Libertad Digital.
No se pudo confirmar
Las mencionadas fuentes, conocedoras del caso en profundidad, explican a este periódico qué hay de verdad en el relato de las clarisas excomulgadas. "Con respecto a los hechos preternaturales que supuestamente sucedieron en el Monasterio de Derio, en su día se realizaron las investigaciones y los procedimientos que prescribe el ritual de exorcismos, y personas competentes en estas cuestiones elaboraron un informe al respecto, concluyendo que no constaba la certeza de tales fenómenos".
Es decir, los expertos no pudieron constatar la existencia de esos hechos -paranormales, digamos- delos que hablan las exclarisas sor Paloma y sor Belén. Por tanto, ni se realizaron exorcismos ni se les recomendó que se marcharan. "Es rotundamente falso", aseveran a Libertad Digital. Sólo se hicieron "unas oraciones especiales" que no tienen mayor trascendencia, por lo que nos explican. "Lo de las oraciones es una práctica común. Por ejemplo, en el ritual del bautismo hay una oración de este tipo antes de derramar el agua bendita sobre la cabeza del niño".
¿Por qué cuentan esto?
Más allá de la credibilidad que puedan tener los hechos descritos por las exmonjas, cabe preguntarse por qué han decidido contar esta historia. Y, sobre todo, por qué ahora. Lo que está claro es que forma parte de la nueva campaña de imagen impulsada por su fichaje estrella de las cismáticas: el experto en "reputación" Francisco Canals.
Desde su aterrizaje en Belorado, la exposición de las clarisas rebeldes es mucho mayor y parece que a nadie le importa qué repercusión tienen sus declaraciones. Lo único que persiguen es salir en los medios. Y, a la vista esta, con historias como esta o cualquiera de las últimas (línea de chocolates ‘RqueR’, apadrinamiento de gallinas...) logran su objetivo.