A Laura García de Viedma "no hay quien le tosa", coinciden en señalar distintas fuentes eclesiales cercanas al caso de Belorado consultadas por Libertad Digital. Eso explicaría la sucesión de guías espirituales que han desfilado por el convento de Nuestra Señora de la Bretonera así como la marcha de dos miembros destacados de la comunidad, desde que la exabadesa -entonces sor Isabel de la Trinidad- anunciara su ruptura con Roma hace cerca de cuatro meses. La última en salir: sor Paz (María Teresa Roca Peinado), quien -hasta ese momento- formaba parte del núcleo duro de la corriente cismática.
Ni en ‘La casa de los líos’ (serie de televisión española emitida por Antena 3 a finales de los noventa) de Arturo Fernández había tanto trasiego como el que se ha registrado en el monasterio burgalés desde el pasado 13 de mayo. Laura García de Viedma hace y deshace a su antojo en el cenobio, propiedad de las hermanas de la Orden de Santa Clara (a la que no pertenece desde que fuera excomulgada y expulsada de la vida consagrada el pasado 22 de junio). "Siempre ha sido así", señala una de las fuentes mencionadas. Y -en esta ocasión- no hablamos de las compras escandalosas que ha realizado, de la mala gestión económica que ha caracterizado su mandato o de la atípica actividad nocturna registrada en el convento.
"Quien le lleva la contraria va a la calle", añaden, "ella funciona así, sin dar la cara". Lo hemos visto "en ocasiones anteriores" y "lo vimos con De Rojas" (el falso obispo que lidera la Pía Unión de San Pablo Apóstol, un grupo Thucista y antivacunas considerado una secta por el Vaticano). "Lo invitó y luego lo echó, como habrá hecho con el brasileño que vino después", dice en referencia al sedevacantista Rodrigo Henrique Ribeiro Da Silva que las ha asistido recientemente como capellán. "Y como hará con el argentino de ahora, que ya está censado y todo", advierte ante la llegada de un nuevo religioso al convento que habría de encargarse de la dirección espiritual de las exmonjas clarisas.
Por la información que manejan las fuentes consultadas por este periódico, el capellán argentino ya habría pasado antes por el cenobio burgalés. De hecho, habría sido el enlace que sirvió para que Da Silva desembarcara en Belorado. "Es otro sedevacantista, no sabía que había tantos", exclama sobre los religiosos que pertenecen a esta corriente cismática para la que la sede apostólica de Roma está vacante (de ahí el nombre del movimiento) desde la muerte de Pío XII y que se engloba dentro de la vertiente tradicionalista que rechaza la apertura y modernización que supuso el Concilio Vaticano II.
El nuevo guía espiritual
La exabadesa de Belorado es la lideresa indiscutible de la pequeña comunidad cismática que -de momento- continúa viviendo entre los muros del monasterio de Nuestra Señora de la Bretonera. "Quiere ser la papisa Juana", sentenciaban fuentes eclesiales en declaraciones a Libertad Digital tras la salida de Pablo de Rojas y José Ceacero, de la Pía Unión de San Pablo Apóstol, a finales del pasado mes de mayo. El falso obispo (excomulgado en 2019) y su fiel lacayo (conocido como el cura coctelero) fueron invitados a marcharse y Laura García de Viedma publicó un comunicado en el que las exreligiosas decían caminar "libres y solas".
La lideresa no quiere cerca a nadie que se inmiscuya en los asuntos del convento. Pero necesita un sacerdote que oficie misa y les dé los sacramentos. De ahí la procesión de guías espirituales que ha pasado por el cenobio en los últimos meses. Según desvela este martes ‘Vida Nueva’, el nuevo capellán que asiste a las monjas excomulgadas es el argentino Sergio Casas Silva, un sacerdote sedevacantista que ejerce como juez de boxeo y es un demostrado experto en preparar mate (ganó un concurso en 2017), la bebida por excelencia de su país.
La entente sedevacantista
Desde este periódico aseguran sin embargo que la marcha del brasileño Da Silva no habría sido por desavenencias con la exabadesa, si no que éste formaría parte de una "particular entente" formada por tres religiosos que asesorarían al alimón a la comunidad de clarisas que fueron expulsadas de la vida consagrada. De hecho, en el mes de agosto habría celebrado una especie de "cumbre cismática" en Madrid de la que habría testimonios gráficos.
Al igual que el líder de la Pía Unión San Pablo Apóstol -que tuteló a las de Belorado en los primeros momentos de su ruptura con Roma-, el mencionado trío sería afín a las tesis de Nho Ding Thuc, el arzobispo vietnamita excomulgado que ordenó sacerdote a Clemente Domínguez (fundador de El Palmar de Troya, autodenominada Iglesia Palmariana) y que se ha convertido en un referente para la corriente sedevacantista.
Cisma dentro del cisma
Quizás el vaivén de capellanes que entran y salen del convento como Pedro por su casa tenga que ver con la repentina salida de sor Paz del monasterio burgalés, nos sugieren algunas fuentes eclesiales. Lo que parece obvio es que ha habido un distanciamiento entre la que fuera vicaria del cenobio y la exabadesa. Cabe recordar que María Teresa Roca Peinado formaba parte del grupo que impulsó el cisma de Belorado y era una de las personas de confianza de Laura García de Viedma.
Tanto es así que sor Paz es una de las tres monjas (aún no había sido excomulgada) que denunciaron por usurpación al arzobispo de Burgos -Mario Iceta- después de que éste fuese designado Comisario Pontificio por la Santa Sede. El objetivo de su nombramiento era el de gestionar de la mejor manera la crisis desatada en el cenobio de clarisas después de que éstas publicaran su "Manifiesto católico". Pero no hubo manera de reconducir la situación.
¿La gota que colmó el vaso?
Pasado este tiempo, Laura García de Viedma se mantiene inflexible en su postura. Y, tras años gastando como si se tratase de una multinacional, ha llevado a sus hermanas a una terrible situación económica. Las exreligiosas han llegado a vender las casullas del monasterio por Internet con la ayuda de un familiar para obtener liquidez, según publicó en primicia ‘El Diario de Burgos’. No sabemos si esta fue la última gota, pero el vaso se colmó para sor Paz el pasado mes de agosto.
Según ha podido saber este periódico, ella se encuentra "acompañada de su familia" y sabe que "tiene las puertas del arzobispado abiertas". Desde la Archidiócesis de Burgos aseguran -por su parte- que "la Iglesia está, desde el primer día, con la mano tendida para acogerla con misericordia". Eso sí, hasta el momento no han intentado hablar con la exclarisa. "Esperamos que sea ella la que se ponga en contacto con nosotros, si lo desea", indican, "respetamos su decisión y su intimidad".