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Jake Sandoval

Bárcenas y el síndrome Fouquet

Fouquet, superintendente de Luis XIV, se construyó el castillo de Vaux-le-Vicomte. Su estilo de vida era similar al del hoy caído Luis Bárcenas.

Fouquet, superintendente de Luis XIV, se construyó el castillo de Vaux-le-Vicomte. Su estilo de vida era similar al del hoy caído Luis Bárcenas.

Basta con observar el estilo de vida de una persona para comprender si con su trabajo ha podido permitírselo. Nicolás Fouquet, marqués de Belle-Île y superintendente de Luis XIV (equivalente a ministro de Hacienda) se construyó Vaux-le-Vicomte, un espectacular palacio a las afueras de Paris. Después de una fiesta celebrada por todo lo alto fue el propio Luis XIV quien le mandó detener y encarcelar porque era consciente de que no podía vivir así sin meter la mano en la bolsa. Voltaire resumió así aquella noche: "El 17 de Agosto, a las 5 de la tarde, Fouquet era el rey de Francia, a las dos de la mañana no era nadie". Aunque en ese caso, lo que de verdad le dio rabia al Rey de Francia fue que recibiera mejor y tuviese más gusto que él, ya que poco tiempo después de detener a su ministro le encargó al mismo equipo de artistas (Le Vau, Le Brun y Le Nôtre) diseñar Versalles.

En España actualmente vivimos rodeados por corrupción. Cada semana hay un nuevo escándalo que salpica a cualquier partido, comunidad o ayuntamiento. Con los sueldos que en teoría cobran los políticos lo máximo a lo que pueden aspirar es a mantener un estilo de vida digno y perder dinero a lo largo de los años. Sin querer señalar a nadie, el ver cómo hay algunos políticos que compran primeras y segundas residencias en las zonas más caras de España, es sinónimo de que algo raro hay en todo ello. El síndrome Fouquet está en el aire.

Los famosos sobres de Génova vuelven a poner en primer lugar, por enésima vez, un gran problema español, que es nuestra clase política y quien decide entrar en política. Reconozcámoslo, la política está mal pagada en España, y no por eso es algo barato para el contribuyente al que se fríe a diario a impuestos. En un país cerca de la suspensión de pagos, a los ciudadanos les debería de importar la cifra total de gasto, y se debería de poder pagar un sueldo competitivo a los ministros. De esa forma no tendrían que dejarse agasajar, y personas competentes del sector privado podrían pasarse al sector público sin tener que cambiar a sus hijos de colegio y mudarse de barrio.

Franco fue quien cambió inteligentemente el sistema. En el reinado de Alfonso XIII el Rey recibía una lista civil de la que se pagaban todos sus gastos y que él distribuía a su voluntad. Sastres, coches, caballos, comida, joyas, servicio, cartuchos y mantenimiento completo de todos los palacios. Eso hacía que, aunque la cifra fuese grande, él se encontrara permanentemente corto de liquidez. Franco decidió hacerlo al revés, y a partir de entonces se recibiría un sueldo pequeño pero seguro, ya que se ahorraría el 100% porque el Estado cubriría los demás gastos. Ese es el sistema actual que tenemos en España. Mientras un presidente del gobierno tiene un sueldo de 78.000 euros al año, tiene unos gastos de representación que son muchísimo mayores, ya que solamente en sastres, camiseros y corbatas gastan lo que ganan en un año.

Un ejemplo muy tonto: si a todo el mundo que tiene un coche oficial en España, y no es un porcentaje pequeño de la población, se le ofreciera el 25% del coste que supone ese coche en un aumento de sueldo, seguramente el 95% preferirían seguir usando su coche particular y ganar un poco más, con la consiguiente reducción para el erario.

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