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Katy Mikhailova

Sonrisas patéticas

La vida te da un defecto y lo aceptas. Entendido. Lo estúpido es que el diastema sea solicitado para separarte los dientes.

La vida te da un defecto y lo aceptas. Entendido. Lo estúpido es que el diastema sea solicitado para separarte los dientes.
Miranda Kerr | Archivo

La estupidez humana no tiene límites. Más detalladamente sobre la estupidez: la industria de la moda y la asociación de ésta a las "celebridades" va aún más lejos. Ahora se llevan joyas en los dientes. ¿Adónde estamos llegando? A la vulgaridad ostentosa, a problemas dentales y a la manifestación de que parece que esta sociedad va en retroceso, intentando alcanzar las culturas de los mayas, los aztecas y demás tribus tan lejanas que creíamos haberlo superado. Si siempre nos han parecido ridículos los dientes cubiertos de oro de ciertos gitanos, por ejemplo, esto solo tiene una palabra: patetismo.

Y es que a esta moda se suma un tal Justin Bieber, al que le pongo cara pero no voz; al parecer es una especie de adolescente monillo que gusta a otras adolescentes; también Katy Perry, Madonna, Beyoncé, Rihanna, Myley Cirus –la dulce y cariñosa niña que no pasó a mujer sino a una especie de monstruo transgresor- e incluso la bella Miranda Kerr, imagen de la catalana Mango. Este último caso me sorprendió más que los otros. A Madonna la vimos hacer de todo: aquel beso lésbico a Britney Spears es una de las cosas que con más asco y lamento recuerdo. De la que fue Hannah Montana recordamos su ridículo hace unas semanas mientras le restregaba sus nalgas en la entrepierna de Robin Thicke. Pero ver una chica tan frágil, elegante y refinada como Miranda Kerr con hierros –o quizá metales preciosos- en los dientes, me supera.

Lo llaman las revistas de moda "Sonrisas Metálicas". Yo lo habría llamado "Sonrisas Patéticas". Pues peripatético es ver a personas incorporándose metales en sus dientes. Es de las modas más feas e incómodas que he visto; más feas que incluso los piercings. Que hablando de esto último, ahora se multará a aquellas personas de recursos humanos que decidan rechazar a un empleado solo por tener tatuajes o pendientes. Así que, nada, decimos que simplemente no encaja en el perfil y ¡listo! Total, qué más da. Dicen que es "discriminación!. Pero no es discriminación, sin embargo, exigir, para un puesto de trabajo, buena presencia. Pues claro que no es discriminación ni esto ni lo otro: es elección. Solo es eso.

Si la moda del diastema –la separación de los paletos- ya me parecía horrible, esto, insisto, me supera. Lo del diastema consiguió ser tendencia debido a un par de top models o actrices –la primera fue la actriz Brigitte Bardot- que, ante la pereza de ponerse un aparato dental, lo dejaron tal cual. De pronto un defecto se convirtió en una virtud. No me parece mal. Es decir, la naturaleza así lo hizo; Dios así lo eligió. Bien cierto es que, después, estética o antiestética, la comida entra en esa pequeña ranura entre los dientes. A mí me resultaría incómodo. Yo fui de las que sufrieron una media de 3 ó 4 aparatos, y mereció la pena.

La vida te da un defecto y lo aceptas. Entendido. Lo estúpido es que el diastema sea solicitado en una clínica dental para que, en lugar de tener los dientes alineados, estén separados. En el colegio los llamaban "conejos". Con mucha crueldad, he de decir. Ahora resulta que es algo "cool", "it", y algún que otro monosílabo en inglés -ahora neologismos en castellano- indicador de que es "guay".

En la moda ya no se sabe qué inventar; parece que la fama y el exceso de dinero vuelven imbéciles a las personas. Y que, a este paso, estos que dicen ser cantantes se quedarán sin dientes de aquí a 20 años. Sin duda alguna, cada vez más me doy cuenta de que la estupidez humana no tiene límites.

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