El ácido láctico es un alfahidroxiácido proveniente de la fermentación de la lactosa, que devuelve la suavidad a la piel que está descamada y deshidratada. Por tanto, es óptimo para pieles secas y sensibles ya que exfolia de una forma más suave.
Además, aumenta la capacidad de la piel para retener la hidratación, combate la hiperpigmentación, mejora la función barrera de la piel y estimula la producción de ácido hialurónico, por lo que es esencial para la hidratación de la piel.
Beneficios del ácido láctico para la piel
- Al eliminar las células muertas de la piel, acelera su renovación.
- Mejora la barrera lipídica de la piel y tiene la capacidad de atraer el agua evitando la pérdida de la hidratación.
- Combate y mejora el aspecto de las arrugas, sobre todo en aquellas concentraciones superiores al 12%
- Su uso continuado acelera la producción de ceramidas y estimula la síntesis de colágeno y elastina, con lo que la piel tiene mejor capacidad de retener hidratación, además de una mejor textura.
- Contribuye a una microbioma sana gracias a su capacidad antibacteriana.
- Al ser despigmentante, y por sus propiedades exfoliantes, contribuye a difuminar manchas causadas por la exposición solar o mantener a raya el acné y los puntos negros.
¿Cómo utilizar el ácido láctico en la piel?
Puedes encontrar el ácido láctico en forma de tónico, sérum o crema.
Ten precaución si tienes la piel sensible o muy seca: es mejor comenzar con un producto de baja concentración limitando el tiempo que el producto esté en contacto con la piel, y siempre de forma paulatina (de dos a tres días por semana y nunca a diario) y sin mezclar con otros ácidos más fuertes como el retinol, vitamina C pura, el ácido salicílico o el glicólico. Y lo más importante, no olvides utilizar protección solar de amplio espectro ya que el ácido láctico puede aumentar la sensibilidad de la piel al sol.