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Katy Mikhailova

Punto y coma a la guerra de lujo

Es una lástima cómo en ocasiones le despojan a una marca de verdadera alma y la convierten en mera mercancía.

LVMH siempre ha tenido la peligrosa pero inteligente tendencia voluntaria a absorber todas las empresas relevantes de lujo. Ya en 1996 consiguió hacerse de una vez por todas con la española Loewe, y la última guerra que protagonizan es la de usurpar las máximas acciones posibles de Hermés, aunque por el momento parece que se dan una tregua.

Es una verdadera lástima apreciar cómo le despojan al fundador de una marca el alma, al convertirlo en mera mercancía comercial que no pasa a ser más que un número cuantitativo de acciones.

Estuve comiendo el pasado miércoles con Manolo Carrera en compañía del empresario Adolfo Arroyo de Grupo Ayserco en el Centro Rioja de la Calle Serrano. Manolo Carrera, fundador de la firma ‘Carrera y Carrera’, cuarta generación de joyeros, es otro ejemplo de creador de una empresa familiar, que llegó a ser puntera en su momento, al que no le queda otra que ver cómo su compañía termina en manos de un grupo ruso. Cuestión aparte son los estragos que estamos pasando por la lamentable crisis entre Ucrania y Rusia y el mal que puede hacerle a la marca.

A pesar de todo ello, Manolo Carrera, a quien se le rendirá un homenaje el próximo 11 de septiembre en MadridJoya en Ifema junto a Enrique Loewe, no pierde ni el humor ni el entusiasmo.

Lo mismo les llegó a ocurrir a los Loewe cuando Vuitton se hizo con toda la empresa. Y es que ahora aparece un diseñador creativo que transforma el logotipo de Loewe que Vela diseñó hace algunas décadas. A todos les parece horripilante el nuevo logotipo, pero nadie se atreve a hablar. Aunque la verdad es que una termina acostumbrándose.

Y cuando Gucci se le escapó a Bernard Arnault de las manos para pasar a la propiedad de Pinault, con el que entonces era el grupo PPR –ahora Kering-, LVMH no tenía intención de dejar escapar la oportunidad de hacerse con el máximo número de acciones posibles de Hermés.

Desde 2010 arrastraban esa ‘guerra fría’. Arnault volvió a hacer de las suyas: en octubre LVMH compra el 17,1% de las acciones de la marca famosa por su bolso ‘Birkin’. Meses más tarde, la AMF –equivalente a la CNMV- sanciona a LVMH con una multa de ocho millones de euros por tal operación. Más tarde, Vuitton pasa a poseer el 22,6% de Hermès y en 2013 alcanza el 23,1% de la empresa de artesanía, consiguiendo ser el socio mayoritario ajeno a la familia.

El órgano regulador francés ha tomado tal decisión en base a que LVMH tenía la obligatoriedad de anunciar oficialmente sus intenciones estratégicas, algo que el conglomerado francés ha pasado por alto.

Pero de momento podemos afirmar que se pone un punto y coma al conflicto. No me atrevo a decir un punto y aparte. El gigante francés de Aranult ha decidido recular hace unos días, llegando a un acuerdo por el que LVMH distribuirá entre sus accionistas todos los títulos de Hermès. Así, los propietarios de esta firma podrán estar tranquilos.

Hay que tener mucha precaución con este tipo de operaciones. Se empieza con un 20 y se termina con el 100%. Uno se despista, y a la mañana siguiente le han robado la marca, la esencia, el alma y el apellido.

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