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Julie Christie vive parte del año en su casa de Alicante

En compañía de su marido, un periodista inglés.

En compañía de su marido, un periodista inglés.
Julie Christie | Cordon Press

Porque es una mujer discretísima, que rara vez concede entrevistas y vive regularmente ajena a la curiosidad pública, rehusando las invitaciones que recibe para asistir a alguna fiesta, nos hemos enterado, tarde, de que, alternando con su piso del este de Londres, hace tiempo que pasa buena parte del año en su otra casa de la pequeña localidad alicantina de Adsubia, de poco más de setecientos habitantes, cercana a Pego, Denia y Oliva, para situarla en el mapa. Allí, en compañía de su marido, descansa varios meses sin apenas despertar el interés de sus vecinos que, en general, desconocen quién es: una de las mejores actrices británicas, protagonista de Doctor Zhivago, aquella cautivadora Lara de la que se prendaba el recientemente fallecido Omar Shariff.

Tuve la suerte de conocerla cuando asistió invitada a una edición del Festival de Cine de Valladolid y me cupo el honor de ser al único que concedió una entrevista, como pude comprobar con asombro. A veces la fortuna o la casualidad nos asiste como aquella mañana que fui a desayunar a la cafetería del hotel en el que ambos estábamos alojados. Me senté frente a ella, la estuve admirando un buen rato hasta que me acerqué a saludarla. Y se obró el milagro. Hablaba entonces un delicioso español, que imagino habrá ampliado después en tierras alicantinas de la Marina Alta: "Lo aprendí rodando en Argentina y durante mis estancias en Nicaragua, Chile, Guatemala y México. En Nicaragua, antes de la caída del dictador Somoza formé parte de un grupo que luchaba contra la opresión de su régimen. Recogíamos dinero para los necesitados y las familias de los desaparecidos".

De Doctor Zhivago conservaba recuerdos muy agradables: "Pasé cerca de un año entre Madrid y Soria y es la película por la que más se me sigue recordando en todo el mundo, aunque al año siguiente me concedieran el "Oscar" por Darling, donde formé pareja con Dick Bogarde". En aquel filme de John Schlensiger, su personaje de Diana Scott aparecía desnuda de cintura para abajo mostrando parte de sus pechos, escena que le costó asumir. También era consciente cuando la conocí de que los grandes papeles femeninos en el cine estaban reservados para las jóvenes. "Nunca me he considerado una estrella –me confió-, concepto que pertenece al "star system" americano, a un invento de los que manejan la publicidad en el cine, la prensa cinematográfica. Yo soy una actriz que conforme pasan los años se da cuenta de que a veces no encuentra papeles adecuados. Mi vida ya no es como antes. Me importan otras cosas como por ejemplo enriquecerme interiormente, estar con mis amigos verdaderos".

Vivía entonces en una granja en el País de Gales, donde pasó buena parte de su adolescencia, aunque había nacido en la India, en una plantación de té donde trabajaba su padre. Me fijé en los ojos de Julie Christie, que siempre creí eran del mismo color de los míos, verdes. Me sacó del error: "Son del mismo tono del agua cuando se lava la ropa. ¿Cómo se llama eso…? ¡Ah, sí, colada!

Me resultó encantadora. Menuda de estatura, breve cintura, cabellos entonces castaños. Le comenté que me parecía un tanto melancólica en su expresión, aunque su trato conmigo fuera exquisito. "Triste no soy, aunque soy consciente de lo que se dice de mí. Lo que pasa es que tengo una cara… triste, sí. ¡Ya no la puedo cambiar!" Nos reímos. Sabiéndola celosa de su vida privada, le comenté que apenas se conocía nada de ella, fuera de sus trabajos cinematográficos y algunos teatrales. "Sí, llevas razón, nunca me ha gustado que se sepan cosas privadas de mí. No me he casado nunca, no tengo hijos pero sí procuro rodearme de buenos amigos. No lamento seguir soltera. Nunca me han gustado los compromisos. Me gusta ser una mujer libre y vivir a mi manera: sin ataduras".

No quise mencionar el nombre de sus amores; de los pocos amores de los que supimos los periodistas, como el que compartió en 1960 con Terence Stamp. O en los 70, cuando estuvo largo tiempo viviendo en Hollywood un apasionado y tormentoso romance con Warren Beatty, su galán en Los vividores (1971) y cuatro años más tarde también en Shampoo. Su ruptura sentimental con Warren le hizo reconsiderar su residencia en Los Ángeles, y retornó a Inglaterra, donde se emparejó con el periodista del diario The Guardian Duncan Campbell, con quien lleva felizmente unida treinta y cinco años. Eso sí: por razones que desconocemos rompió su tradición solterona y contrajo con él matrimonio en la India en 2008. En una ceremonia privada a la que no invitó ni a su hermana.

Julie Christie | Cordon Press

De las falsedades que a veces se publican le afectó mucho una: la de que tenía un hijo, lo que desmintió rotundamente enviando una carta de rectificación al rotativo inglés que la divulgó. Asimismo corrió la especie de que padecía "el mal de Alzhéimer", lo que también era incierto. Únicamente parece ser que le afecta una cierta amnesia que en absoluto le ha impedido seguir trabajando en el cine, aunque ya con menor intensidad, habida cuenta que en este 2015 cumplió setenta y cinco años que, a primera vista, no representa, pareciendo más joven.

Su última película, del medio centenar que contiene su filmografía, está fechada en 2012. A las ya citadas, agregamos otras de grato recuerdo: Farenheit 451, Petulia, El mensajero, de Joseph Losey, Nashville, Hamlet, a las órdenes de Kenneth Branagh (donde defendió el personaje de Gertrude)… La catalana Isabel Coixet la dirigió en La vida secreta de las palabras, año 2006. En mayo último, Julie Christie participó en la Semana de la Poesía, en Barcelona, recitando en inglés una selección de poemas, traducidos por otra actriz. Con razón ya Al Pacino la había definido así: "Es la más poética de todas las actrices que he conocido".

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