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Carmen Platero, la funcionaria que prefirió desnudarse en el Destape

Carmen Platero apareció en múltiples películas españolas del destape.

Carmen Platero apareció en múltiples películas españolas del destape.
Carmen Platero | Interviú

Con una figura que se nos antoja perfecta, "mujer 10" si nos acordamos de esa puntuación aplicada a la protagonista de una película, Carmen Platero fue habitual invitada a los repartos de gran número de películas "del destape" entre mediados los años 70, albores de la Transición política que permitió la exhibición de desnudos a tope. Superó el medio centenar de títulos, aunque nunca alcanzara la distinción de protagonista absoluta. Mas bien sus apariciones eran breves, secuencias rápidas en las que desfilaba ante las cámaras mostrándonos su hermoso cuerpo, en ocasiones en toda su plenitud. No era necesario que dijera nada, que se aprendiera largos y complicados parlamentos. Y así, su nombre se fue popularizando en complicidad con las revistas especializadas en imágenes eróticas para que la tuvieran a menudo en sus portadas, páginas interiores y las centrales, éstas denominadas "pósters", que eran muy apreciadas por los camioneros para colocarlas como decorado en sus pesados vehículos, animando sus pupilas durante largos trayectos.

Era como una musa para ellos, con sus golosas miradas. Madrileña, según ella nacida en en 1954, confesaba haberse marchado de casa siendo muy jovencita en pos de alguna aventura, aunque luego, tal vez desengañada, volvió al redil familiar. Y encontró trabajo como funcionaria del entonces denominado Ministerio de Información y Turismo, aquel donde Fraga Iribarne desarrollara buena parte de su carrera política. La de Carmen Platero fue más breve en aquel gris edificio del paseo de la Castellana, porque alguien que se había fijado en su bella anatomía la convenció para que probara suerte en el teatro y se olvidara de su aburrido quehacer diario. No teniéndolas todas consigo, Carmen pidió una excedencia por cinco años. Y ya renunció para siempre al funcionariado, arriesgándose a perder una nómina segura a cambio de ese señuelo artístico que le habían brindado. Milagro en Londres se titulaba la obra de su debut. Un autor muy solicitado en aquella época, mediados los 70, Juanjo Alonso Millán, tan prolífico como Alfonso Paso, seductor que iba descubriendo y enamorando a algunas de las protagonistas de sus comedias y vodeviles, proporcionó a Carmen Platero algunas apariciones en sus obras del llamado café-teatro, donde al decir de un dramaturgo, era un sitio donde ni te daban ni lo uno ni lo otro.

Aquella noche de strip-tease, Que nos quiten lo bailao, Historias de Adán y Eva fueron algunas de esas funciones en las que era obligado que las protagonistas aparecieran en cueros... o casi. Lo que la censura permitiera ya en el ocaso de sus atribuciones moralistas. Aun así, Carmen Platero, como quitándole importancia a sus encantos, declaraba: "Lo mejor de mi cuerpo son mis ojos". ¡Como si los caballeros que la contemplaban extasiados se fijaran sólo en su pícara mirada...! Probó suerte en televisión como azafata de aquellos programas de concursos y canciones, que Chicho Ibáñez Serrador y sobre todo Valerio Lazarov realizaban a menudo, caso de ·Señoras y señores, donde Carmen Platero oficiaba de azafata, símil de presentadora "sexy" con falditas cortas, en compañía de otras aspirantes actrices a alcanzar la popularidad, como Norma Duval, Victoria Abril... Un buen trampolín para esos deseos, en aquel 1974.

En cine "daba" bien. Tenía la fotogenia precisa. Y no le importó seguir desnudándose a las mínimas de cambio en Manuela, Timeline, Último deseo, Manolo la nuit, El padrino y sus ahijadas, Zorrita Martínez, Mauricio mon amour, Los placeres ocultos, Secretos de alcoba, Las chicas del bingo, La boda del señor cura... En No le busques tres pies al alcalde hacía de "madame" en un puticlub a las afueras de un pueblo. Y en La portentosa vida del padre Vicente rodó despelotada una escena en cuclillas. No ganaba mucho Carmen Platero; se quejaba de lo mal pagada que estaban bellezas como ella en el cine español del destape. Pero ya era tarde para regresar al Ministerio de Información y Turismo. Se prodigaba en las publicaciones eróticas, como Yes, Stop, Lib, Penthouse, donde no cobraba por posar en pelotas. El mismo peaje que en Interviu, que sí retribuía a sus modelos con un talón bancario. Más de andar por casa eran Diez Minutos, Garbo, Pronto, donde pese a vestida tenía que "enseñar algo". Incluso en Fotogramas. El caso consistía en que semana sí o semana no, el nombre de Carmen Platero fuera circulando. Y así su representante podía sacar alguna "tajada" en alguna productora de cine. Desde luego su carrera cinematográfica sin retroceder tampoco avanzaba, fuera de papeles similares que la obligaban a desvestirse. Frecuentaba cócteles y estrenos. No le faltaban caballeros acompañantes. Pero nunca "soltaba presa" a los reporteros sobre sus amores. Se decía que alguien muy importante, que no quería o no podía aparecer en público a su lado, era su oculto secreto. Discreta, simpática siempre, Carmen Platero, asidua a las publicaciones del corazón, seguía sin dar pista alguna sobre la identidad de quién ocupaba el suyo. Se rumoreó que uno de ellos era un nombre impronunciable, que ningún periodista osaba revelar.

Pasaban los años. Y la estrella de Carmen Platero se fue apagando. Ni la reclamaban en el cine ni en los semanarios. Hasta que un día, en uno de esos programas televisivos, entonces de fin de semana, donde se sacaban los trapos sucios del mundo del espectáculo, a Carmen Platero se le ocurrió mentar a María José Cantudo, contando una historia que a la andujana le sentó fatal. Puso el asunto (como haría también en parecidos casos) en manos de su hijo Manolito, ya abogado en ejercicio, quien con otro colega elevó el asunto a los tribunales. Y en septiembre de 2006 éstos se pronunciaron con una sentencia condenatoria que a Carmen Platero le supuso desembolsar nada menos que cuarenta mil euros. Mal final para esta encantadora y guapa mujer, que había soñado con ser una primera figura del mundo del espectáculo y terminó apareciendo en las páginas de sucesos.

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