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Las prioridades de la Meryl Streep más reivindicativa

Meryl Streep sigue muy en activo al cumplir 70 años. No obstante, siempre antepuso su familia al trabajo.

Meryl Streep sigue muy en activo al cumplir 70 años. No obstante, siempre antepuso su familia al trabajo.
Meryl Streep, en 1979 | Cordon Press

El brillo acompaña a las grandes estrellas del cine, como se advierte por ejemplo en las galas de los Óscar o en España, en menor medida, los Goya, pero detrás de ese ambiente cegador de focos resplandecientes enfocando los bellos cuerpos con vestidos de marca hay una implacable realidad: cumplidos los 70 años son escasas las actrices que logran celebrarlos estando en activo, sin perder un ápice de notoriedad. Uno de esos casos singulares lo protagoniza ahora Meryl Streep, quien alcanza tan respetable edad este 22 de junio. Y trabajando en papeles estelares, aunque sea en televisión y menos en la gran pantalla. En efecto: desde el pasado lunes, día 10, la cadena HBO en su programación para España, emite la segunda temporada de una serie de gran éxito en los Estados Unidos, Big Little Lies, una historia de mujeres que Meryl Streep ha calificado como "interesante, dando vida a quien no puede cambiar su pasado".

Antes de que fuera contratada, en el primer año de emisión, Meryl no solía perderse ningún capítulo, donde entre otros argumentos, se contaban las experiencias de unas madres arrepentidas por no haber querido o podido educar bien a sus hijos. Meryl es madre de cuatro y nunca ha perdido esa razón de su vida; sencillamente porque jamás antepuso su trabajo a la felicidad familiar, aun con todas las obligaciones y renuncias que ello comporta para una mujer, y además siendo tan famosa como ella. Meryl no vaciló en aceptar la propuesta para comparecer en Big Little Lies con un personaje que le fascinó desde un primer momento: el de suegra del que desempeña Nicole Kidman. Siete son los capítulos filmados, de los que aquella se siente muy satisfecha. Su cotización como actriz taquillera no ja descendido, pese a que ya no ruede tantas películas como en el pasado. Recuérdese que Meryl Streep es la única actriz contemporánea en tener en propiedad tres estatuíllas doradas del "tío Óscar", conseguidas por sus magníficas interpretaciones en Kramer contra Kramer, La decisión de Sofía y La Dama de Hierro, esta última incorporando una personalidad reciente entonces de actualidad como todavía era Margaret Thatcher, la Primera Ministra británica. Mas no podemos olvidar otros dos títulos significativos en su rica carrera: Memorias de África, donde formó una formidable pareja con Robert Redford, y Los puentes de Madison, mano a mano con Clint Eastwood.

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Streep, con su primer Oscar | Cordon Press

Como es natural, esos triunfos no los consiguió Meryl de la noche a la mañana y sin esfuerzo alguno. Recordaba Juan Pando en su interesante libro Hollywood al desnudo, cómo en 1989 Meryl Streep se quejaba del bajo sueldo que ella percibía entonces comparándolo con lo que cobraba Jack Nicholson, que en Batman se embolsó once millones de dólares. Los galanes, en general, ganaban más que las estrellas femeninas. Todo eso quizás haya cambiado, en función de cada caso específico, lo que no quita para que Meryl liderara aquella protesta en nombre del feminismo en el cine, o en todo caso como una voz en contra de lo que ella consideraba algo vejatorio. Pero eso le costó críticas muy duras, incluso sardónicas, pues alguien insertó una página publicitaria en la que se pedía una limosna para ella entre sus admiradores y residentes en la Meca del Cine. Ello habla de la personalidad de la rubia actriz, insobornable en sus ideas, que lo mismo ayuda a la ONG que le parece, a la asociación humanitaria que cree conveniente, o se destapa hace un par de años en desacuerdo con la campaña en contra del productor Harvey Weinstein. Y no porque le pareciera bien que este caballero acosara a sus estrellas y hasta consumara algunas violaciones: simplemente dijo que eso del #MeToo le parecía exagerado y tampoco estaba claro por qué tan tarde ahora delataran esas acciones jovencitas que en su día se callaron porque eran contratadas a costa de sus favores sexuales. Una hipocresía, venía a señalar.

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Streep, caracterizada como Donald Trump | Archivo

La vida sentimental de Meryl Streep no ha tenido el sobresalto y desequilibrios de otras colegas. Sólo se le conoce una relación de casi tres años, iniciada en 1976 junto a John Cazale, aquel actor de siniestra mirada, que apareciera en El Padrino y El cazador, muerto a temprana edad en 1978. Este último año, Meryl se rehízo de aquel inesperado contratiempo amoroso casándose con el escultor Dn Gummer, con quien ha tenido cuatro hijos. Dos de sus tres niñas son actrices y el único varón es músico. Cuando en 1995 protagonizó Los puentes de Madison, en el papel de un ama de casa, de vida un tanto gris, aburrida, que se enamora circunstancialmente de un fotógrafo de la revista National Geographic, se suscitaron comentarios sobre si esa relación la llevó también al terreno particular. En una palabra: hubo indicios de romance real con Clint Eastwood, el reportero que la enamoraba en aquella historia. Por cierto: Steven Spielberg dudó mucho a la hora de elegir a sus intérpretes. En la parte femenina competían para el personaje nada menos que la propia esposa del director y productor, Cate Capshaw, pero también Susan Sarandon, Anjélica Huston, Michelle Pfeiffer... Al final, Meryl Streep se llevó el gato al gua. Y el lugar donde rodaron fue elegido, tras el éxito del film, por muchas parejas de enamorados en las guías turísticas que lo señalaban como ideal para un viaje de novios, o incluso a casarse en alguna ermita cercana o ante la autoridad judicial.

Meryl Streep puede sentirse feliz, tras una biografía artística impecable y una vida hogareña que, como decíamos, ha sabido hacer compatible con sus compromisos laborales, sin que ello diezmara su cotización y popularidad.

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