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Rosa Belmonte

Marujita y el Papa

Porque Lina Morgan podía ser graciosa en el escenario, pero no en la intimidad. Marujita tenía gracia hasta yendo a un restaurante con Encarna Sánchez

Porque Lina Morgan podía ser graciosa en el escenario, pero no en la intimidad. Marujita tenía gracia hasta yendo a un restaurante con Encarna Sánchez
Marujita Díaz | Cordon Press

De toda esa estirpe de mujeres libres durante el franquismo (sí, claro que voy a la Granja, pero luego hago lo que quiero), Marujita Díaz era la más graciosa. Vista desde fuera. Y más allá del Pájaro Loco, los ojos haciendo chiribitas o ese día que en el Rocío, y cuando unos caballos se desbocaron, se puso a gritar "¡Tulsa, ciudad sin ley!". Tenía una buena cogorza encima, claro. Porque Lina Morgan podía ser graciosa en el escenario, pero no en la intimidad (como Gracita Morales). Marujita tenía gracia hasta yendo a un restaurante con Encarna Sánchez y, antes de que esta llegara, metiéndose en el bolso una foto que había en la pared de Isabel Pastoja y María del Monte (era una de las componentes de la mesa camilla de Encarna). También recordamos, en esos tiempos en que fue chufla televisiva, cuando fue a 'Salsa Rosa' con Sara Montiel. Se supone que estaban peleadas porque Sara no había invitado a Marujita a su boda con Toni Hérnández. "Se me pasó", dijo Sara. Y también, al ver todo lo que llevaba encima: "¿Te has dejado alguna alhaja en tu casa?". Porque tan famosas eran sus joyas como las uñas de sus pies en los últimos años.

Pero eso fue al final. Si no era una estrella como Sara Montiel o un fenómeno de la naturaleza como Lola Flores, sí que no tenía que envidiar nada, no sé, a Carmen Sevilla. Fue mejor cantante que actriz. Y cantó de todo. Zarzuela, copla, revista, tango, cuplé. 'Soldadito español'’ y '‘Banderita'’ son dos canciones tan ligadas a ella como ‘'El cordón de mi corpiño' a Antoñita Moreno. Cuando esta estuvo en 'Cantares' dijo a Lauren Postigo que Marujita la animó a que si le preguntaban quién era la mejor y la más guapa dijera que Marujita. Y luego Marujita lo confirmó en el programa en el que ella era la protagonista. Era 1978. Una de las canciones fue 'La tarántula' y, mira, Teresa Berganza la canta con gracia, pero lo de Marujita es otra cosa. Por supuesto, la voz tenía tanta importancia como los ojos.

Cantó en un teatro con 6 años y a los 16 hizo con Toni Leblanc ‘'La cigarra'’. Repetiría con el actor en '‘El pescador de coplas'’ (1954), en la que también intervenían Antonio Molina y Vicente Parra. De 1957 es ‘'Polvorilla'’, de Florián Rey. Uno de sus últimos papeles (hacía de sí misma) fue en la serie ‘Truhanes’ (1993).

La excusa para hablar de Marujita, aunque no haga falta, ha sido Jesús Mariñas. Cuenta algo que me ha hecho soltar carcajadas. Y cuando la recuerdo me rio más. Es una imagen tan gozosa como Lydia Lozano bailando el chuminero. En el divertidísimo Jesús por Mariñas. Memorias desde el corazón (La Esfera de los libros), que ha escrito en colaboración con Pedro Narváez, cuenta un viaje a Roma de troncharse. También dice que "fue uno de esos personajes que acaban destruidos por su escasa capacidad para asumir la decadencia". Y que no necesitaba del esperpento para vivir. "Murió rica". Pero lo más importante: "Nos hizo los días un poco más alegres, eso es suficiente".

Y recuerda un viaje Roma que hicieron con Paloma Gómez Borrero para visitar al Papa. Se alojaron los tres en un apartamento que Mariñas había alquilado. Lo pagó él todo y ella se quedó el mejor cuarto (Mariñas durmió en el recibidor). Tampoco pagaba cuando salían a comer, aunque se compraba de todo con sus tarjetas. Y llegó la visita al Papa. "Apareció con un vestido largo negro de cuello redondo y manga hasta la muñeca y con una mantilla española". Pero todavía quedaba lo mejor. "Llegado el momento del besamanos, se planta ante su santidad y se arranca por sevillanas: 'No te vayas todavía, no te vayas por favor...'". Mariñas y Paloma Gómez Borrero no sabían dónde meterse. Supongo que Juan Pablo II tampoco. Años más tarde lo contaron, cada uno con su versión, a lo Rashomon, en Tómbola. Las risas de Marujita todavía resuenan.

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