Daniel Baremboim volvió a concentrar la atención de millones de televidentes y radioyentes como director, por tercera vez, del Concierto de Año Nuevo al frente de la Filarmónica de Viena. Un evento maravilloso. Baremboim está considerado un maestro en todo el universo musical. Personaje algo contradictorio, no en su faceta profesional desde luego. Con una dramática historia de amor con su primera esposa que hubo de superar ayudado por otra mujer. Ambas son las que han ocupado el corazón de Daniel.
A sus setenta y nueve años de vida, natural de Buenos Aires, de padres pianistas, dio su primer concierto en la capital argentina con siete años. Niño prodigio que alcanzaría elevadas cotas tanto como pianista y como director de orquesta. Muy exigente y tenaz batuta en mano, hay músicos que actuaron a sus órdenes que lo acusan de tener mal carácter, Hace poco tiempo declaraba en La Nación, de Buenos Aires, que ya a su edad no va a cambiar; que siempre fue así.
Su vida sentimental la ocupó durante un decenio quien fue su primera esposa, la extraordinaria chelista Jacqueline du Pré, británica, a la que la vida trató despiadadamente. Muy enamorada, contrajo matrimonio con Daniel Baremboim en 1967, ella tres años menor. Tuvo que convertirse al judaísmo, religión de su esposo. Al poco tiempo de aquella boda, Jacqueline fue poco a poco perdiendo facultades musicales hasta que le diagnosticaron una esclerosis múltiple, obligándola a ir anulando contratos. Un golpe muy duro para una profesional admirada en los primeros circuitos musicales de las grandes orquestas. Y una preocupación constante en su marido, que tantos éxitos compartieron en los escenarios. El dolor físico de Jacqueline era insufrible. Daniel no quería apartarse de su lado, mas tenía ineludibles compromisos que cumplir; conciertos por medio mundo, que le obligaban a separarse del lecho donde Jacqueline iba dejándose la vida, lentamente.
Un año antes de que ella falleciera, Daniel conoció a una pianista rusa, Elena Bashkirova, con quien inició una etapa de convivencia en París. En las últimas horas de Jacqueline du Pré, Daniel estuvo a su lado. Y ya muerta la gran violonchelista, Daniel Baremboim pudo casarse en segundas nupcias con Elena. Tuvieron dos hijos, David Arthur y Michael. Quienes conocían esa trágica circunstancia que atravesaba el reputado director comprendían sin duda su amargura y el trance en el que se vio envuelto. Es posible también que fuera criticado por apartarse de Jacqueline, incapaz de soportar su enfermedad degenerativa. Y peor al unirse a otra mujer, en vida todavía de aquella, un año antes de fallecer. Respetemos su decisión.
Dos hermanos de Jacqueline du Pré, Hilary y Piers publicaron en su honor y recuerdo el libro Un genio en la familia, en el que se basó el argumento de la película Hilary y Jackie, emotivo testimonio de cuanto sufrió esta última, filme donde queda reflejada esa rota historia de amor con el celebrado director de orquesta.
Daniel Baremboim pasa a la historia, independientemente de su talento musical, por las nacionalidades que ostenta, algunas de carácter honorífico. Argentino de nacimiento como ya reseñamos, lo es también israelí ¡y palestino! No es que traicione a nadie, sino que así se lo concedieron. Como también en España, donde le otorgaron la ciudadanía española, siendo galardonado con el premio Príncipe de Asturias. En el convulso Oriente Medio, donde más de una vez ha dado conciertos, es admirado por su filosofía pacifista. Cree que a través de la música los pueblos se entienden mejor y pone de manifiesto cuanto ocurre en Afganistán, donde no es posible asistir a conciertos de ninguna clase.