
Siendo todavía una actriz rentable para las productoras de cine y televisión, Sandra Bullock ha tomado la decisión de retirarse, al menos temporalmente, por un periodo que ha señalado no sería superior a cinco años. La actriz de Gravity y otras películas de éxito va a ocuparse de sus dos hijos adoptados, sobre los que dice no haberles dedicado toda la atención al haber estado muy condicionada por su profesión. En la que ha tenido triunfos y desde luego fracasos. Su vida amorosa, en cambio, no le fue muy feliz, con un marido que la engañó, aunque se desquitara con otros hombres que fueron sus parejas en varias etapas. Ahora ha encontrado la estabilidad que buscaba con quien es para ella "el amor de mi vida", un fotógrafo que conoció circunstancialmente hasta convertirse en su actual compañero sentimental.
Con cincuenta y siete años esta norteamericana nacida en Arlington, estado de Virginia, puede decirse que tuvo una infancia y adolescencia felices, en el seno de una familia dedicada a la música: un padre director de ópera y una madre cantante lírica y profesora de canto, de origen alemán, idioma que Sandra ha practicado algunas veces. Por los contratos de sus progenitores, la futura actriz pasó unos años en Europa, donde intervino en ocasionales coros infantiles. Con su familia se estableció definitivamente en los Estados Unidos, regresando al lugar donde nació Sandra, hasta que decidió marcharse a Los Ángeles para estudiar Arte Dramático en la Universidad de California. Merece decirse que, para pagarse esos cursos, no recurrió a sus padres, sino que los satisfizo ella misma trabajando de camarera.
Estando tan cerca de Hollywood era natural que tarde o temprano buscara una oportunidad en el cine. Y la encontró a finales de los años 80 cuando con papeles aún no importantes trabajó, por ejemplo, al lado de Sylvester Stallone en Demolition man. Conforme pasó el tiempo ya gozó de mejores ocasiones. Keanu Reeves fue su oponente en Speed. La proposición fue otro de sus filmes notables. A partir de 1995 ya era protagonista. Y siguiendo con su filmografía, destacar asimismo estos títulos: La red, que la catapultó al estrellato, Mientras dormías, Esa cosa llamada amor, Miss Agente Especial, Oceans´8... Con su chispeante sonrisa, su mirada alegre, hizo las delicias de los espectadores en bastantes comedias, lo que no le impidió desde luego actuar en otros cometidos, dramáticos o de ciencia-ficción. Aclamada por la crítica en bastantes ocasiones, no se envaneció lo suficiente al recibir también comentarios adversos.
The Blind Side, que en España se conoció como Un sueño posible, le supuso ganar un Óscar en 2010. Ese año, cuando rodó otras películas, sus ganancias se elevaron a cincuenta y seis millones de dólares (al cambio, cuarenta y dos millones de euros), lo que la convirtió entonces en la actriz mejor pagada. Su popularidad creció como la espuma y la revista People la eligió como "la mujer del año". Fue durante varias temporadas una actriz taquillera. Su nombre arrastraba público a los cines, no solo en Norteamérica. Aunque algunas de sus películas, como decíamos, no fueran precisamente extraordinarias. A sus manos le llegó el guión de Gravity, otra de las que consiguieron recaudaciones muy por encima de lo normal, papel que habían rechazado Angelina Jolie y Natalie Portman. Y esa favorable situación le permitía en 2014 ser incluida en las listas anuales de la revista Forbes todavía con el marbete de ser de las estrellas más rentables: tal año ganó treinta y ocho millones de dólares. Durante un tiempo aventajó en ese terreno a Meryl Streep, Julia Roberts y otras prestigiosas colegas. No en vano, Variety, la publicación más fiable dedicada al cine, consideraba que Sandra Bullock había sido la primera actriz de Hollywood en superar la barrera de los doscientos millones de dólares recaudados por uno de sus filmes. Ignoramos en qué fue invirtiendo sus elevadas ganancias. Sabemos únicamente que se compró un rancho en Santa Bárbara. Y que donó más de una vez cantidades importantes a instituciones benéficas y a quienes se encargaron de canalizar donativos en algunos desastres de la naturaleza. Actitud generosa que ha mantenido hasta la fecha. Sabido es que tales acciones son en Estados Unidos una manera de desgravar los impuestos; pero aun así, es digno de reconocer la solidaridad de esta actriz. No es la única entre los actores de alto nivel que allí se desprenden de parte de sus ganancias, sea por lo que sea, para rebajar sus cuentas cuando aparece el Fisco con sus temibles fauces.
Pizpireta, con su encantador aspecto, Sandra tuvo diversos amores, pero sólo se casó una vez: con el empresario y presentador de televisión Jesse G. James, en 2005. Cinco años después se divorciaron. Ella no podía aguantar más que le fuera infiel. Y esa circunstancia es más que probable influyera en su pensamiento de no volver más a contraer matrimonio. Aunque ya decimos que no renunció a vivir apasionados romances. Desde 1992 hasta 1995 con el actor Tate Donovan. Un año después, volvió a enamorarse de otro colega con quien también había coincidido en una película, el guaperas y "cachas" Matthew McConaughey. Cuatro años después rompieron, y dos más adelante se enrolló con otro galán, Ryan Gosling, que fue su pareja sólo uno. Por lo contado, Sandra Bullock los prefería dentro de su ámbito artístico. Hasta que llegó a su vida quien hasta la fecha es su compañero sentimental, Bryan Randall, un ex-modelo y luego fotógrafo al que conoció de manera casual. Debía saber de él o en su defecto llamó a una agencia para que acudiera a su domicilio, a una fiesta muy especial, y tomara imágenes durante el cumpleaños de su hijo. Porque antes de ese encuentro crucial de su vida en 2015, la actriz había tomado la determinación de adoptar dos niños. Primero fue Louis Bardo, que ahora cuenta diez años, y después resolvió hacer otro tanto, eligiendo una niña, Laila, de ocho. Los dos bebés que alegrarían su hogar, entonces roto, son afroamericanos, negritos. El mentado Bryan Randall, al decidir su convivencia con Sandra, aportó de un anterior matrimonio una hija, Skilar, que vive también con ellos.
No ha sido Sandra Bullock mujer de escándalos pero en una ocasión apareció en las páginas de sucesos, muy a disgusto. Fue hace ocho años cuando estando sola en su casa un intruso se introdujo en ella a través de la terraza, tras llamar al timbre y no obtener respuesta. Se llamaba Joshua James Corbett y según sus declaraciones a la policía, cuando lo detuvo llevándolo a comisaría, al parecer pretendía violarla. Al advertir su presencia, Sandra se introdujo en un armario y desde su interior llamó a los agentes, que lograron acabar con aquella tan angustiosa situación para la actriz. "El miedo no desapareció nunca en mi mente", confesó la actriz a los periodistas. Tuvo que recibir asistencia psiquiátrica, sesiones de terapia, al haber sufrido un trastorno de "stress postraumático", según diagnóstico médico. Desde entonces ha procurado tener con ella a alguien cercano. No le ha desaparecido totalmente el temor a sufrir un incidente similar.
No ha dejado nunca de trabajar, temporada tras temporada. Consciente de que hay otras estrellas de cine más jóvenes y acaparan la atención que ella disfrutó hace tiempo de los productores, la prensa y el público. Aun así, su nombre aún atrae a los espectadores de sus películas. Así puede explicarse que a la semana de estrenarse no hace mucho su última película La ciudad perdida la recaudación en taquilla ascendió a treinta y un millones de dólares, superando a la que parecía imbatible, The Batman. Su papel, en una trama romántica, el de una escritora de novelas rosas que se ve envuelta en una aventura en la jungla. En una palabra: Sandra Bullock, continúa en forma, pese a la cual, desestimando otros contratos, ha decidido tomarse no un año sabático, sino quizás cinco. Dice que su marido y sobre todo sus hijos la necesitan. Bien hecho.


