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Jose Girl, la mujer que ha dado un cambio radical a Bunbury

La segunda esposa de Bunbury utiliza un seudónimo artístico, el de Jose Girl, cuando en realidad se llama Josefa Gómez.

La segunda esposa de Bunbury utiliza un seudónimo artístico, el de Jose Girl, cuando en realidad se llama Josefa Gómez.
Jose Girl y Bunbury en el videoclip La constante | Archivo

Definitivamente Bunbury se ha retirado de la canción. En casos como el suyo no parece que vaya a ocurrir un milagro: tiene la garganta hecha polvo, se le irritaba en sus últimas actuaciones. Imposible seguir articulando ningún fraseo. Lo que le llevó, entre el dolor y la desesperación, a decir adiós al público que llenaba el recinto de su último espectáculo en Atlanta, Estados Unidos. En el camerino lo esperaba, como hacía desde hace años, su segunda esposa, la mujer pendiente a diario de su salud y las ganas de vivir sin recurrir a las drogas ni a otras experiencias.

Ya estaba decidido Bunbury a despedirse de los escenarios esta temporada. Por eso tituló su gira "El último tour" tras permanecer treinta y cinco años peleando en una banda, Héroes del Silencio y luego como extraordinario vocalista. Un líder, un superdotado del pop rock.

Enrique Ortiz de Landázuri Izarduy, largo nombre y apellidos que él acortó para su carrera musical como Bunbury, nació hace cincuenta y cuatro años en Zaragoza, que es donde se produjo su afición cantando en varios grupos, hasta hacerlo con los antes mentados Héroes del Silencio, con quienes estuvo como líder hasta 1996. Luego ya se independizó y voló por su cuenta. Siempre fue muy independiente en su vida artística y personal. Y vivió en Italia un tiempo, allá por el decenio de los 90 del pasado siglo, donde ligó con Benedetta Mazzini, hija de una de las grandes de la canción, Mina, modelo y actriz, a la que dedicó tres canciones antes de romper su romance.

La novia que más llegó a su corazón, entre otras que tuvo, fue la periodista aragonesa Nona Rubio, con la que se casó en 2000 para separarse al año siguiente. Le dedicó una pieza, "Lady Blue".Y poco más tarde, en 2003, es cuando conoció al amor de su vida, con la que vive actualmente, madre de una niña, Asia, que ya ha cumplido diez años. La pareja no decidió contraer matrimonio hasta el 2012, en México. Lo hicieron en Tepoztlán, donde residían desde hacía unas temporadas. Allí, precisamente, vivió sus últimos años Chavela Vargas. La ceremonia fue de carácter civil ornada de calaveras, tan del gusto de los aztecas por sus ritos mortuorios y que a nosotros nos dan ganas de salir corriendo cuando hemos estado en México justamente el día de los Difuntos. Y como un detalle más de la un tanto extravagante ceremonia ninguno de los contrayentes llevó ante el juez que los casó los tradicionales anillos de boda, que sustituyeron por unos tatuajes, que exhibieron a quien los casó. Bunbury estuvo muy feliz en ese ambiente tan sombrío junto a su segunda esposa, que utiliza un seudónimo artístico, el de Jose Girl, cuando en realidad se llama Josefa Gómez, que desciende dicho sea de paso de una familia circense. Ella es fotógrafa y conoció a Enrique durante la gira de éste "El viaje a ninguna parte". Desde entonces viven juntos. En Los Ángeles asentaron su hogar. Jose no sólo enfoca sus cámaras a Bunbury sino que también lo hace con otros cantantes.

La vida de Bunbury, antes de conocerla, fue un tobogán de sensaciones relacionadas con el consumo de drogas y apetencias continuas de sexo cuando se le presentaba la ocasión, que era a menudo, dado su carácter y siendo quien ya era, un ídolo del rock. Se las ponían a tiro. Noches frenéticas. Cocaína, sexo y rock and roll. Donde cayeron tantos y de donde pocos se rehabilitaron. Enrique lo hizo. Y en ello tuvo mucho que ver su segunda mujer. Y el nacimiento de la niña, por supuesto.

La vida en Los Ángeles les fue muy provechosa al matrimonio. Tanto que incentivaron a un viejo amigo de Enrique para que se olvidara de sus problemas y viajara hasta California, reuniéndose con la pareja en Venice Beach. El invitado se lo pasó bomba. Fueron días felices para quien tenía ya una fecha de caducidad para irse de este mundo, desgraciadamente: Pau Donés.

Bunbury lleva sangre de artista en sus venas: toca el piano, la guitarra, escribe, pinta, lo que ha de valer mucho ahora que desgraciadamente ya se ha jubilado a la fuerza. Practica yoga. Gusta de embalarse con su "Mustang". No tiene preocupaciones económicas, pese a esta desgracia de su adiós musical. En Zaragoza ya invirtió en un negocio familiar de electrodomésticos al que sumó otro con sus hermanos, una empresa de alquiler de inmuebles. Entre los suyos lo llamaban Quique, pero también los amigos lo motejaron como "El aragonés errante", sin duda por sus múltiples viajes. "El último tour" lo ha sido a medias, como decíamos, interrumpido en Atlanta, cuando tenía previsto después de pasar por Nueva York, actuar en Chicago, Los Ángeles, San Francisco entre otras capitales norteamericanas para cerrar su adiós este verano en distintos escenarios españoles. Sus dolores de garganta eran inaguantables, pese a la atención médica. La tenía irritada; le imposibilitaba cantar. Escondiendo las lágrimas bajo sus habituales gafas oscuras se despidió del público interpretando "La constante", una de sus piezas más queridas. La que lleva unos versos dedicados a Jose: "Hoy te elijo a ti para estar en mi vida..." Vida que ya no será en adelante lo mismo para Bunbury.

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