La vida de los actores siempre ha sido, en general, inestable profesionalmente. Y Jorge Sanz, que en las décadas de los 70 y 80 se convirtió en el galán más activo de su generación, atravesó en épocas aún cercanas un descenso de popularidad. Ya no en tiempos aún recientes lo reclamaban los productores con la misma asiduidad. Y entre esa crisis de trabajo y algunas otras dificultades padeció problemas económicos, que hoy parece haber resuelto. Al menos, no se queja y a sus 53 años cumplidos este 26 de agosto, ha disfrutado de un viaje a Mallorca, de veraneo, donde participó como "Vendimiador de honor" , así nombrado por unas bodegas de Llucmajor. Dice sentirse ya sin la presión constante de sus años de éxito siendo galán imprescindible en películas tan notables como Amantes, Belle époque, El año de las luces, Si te dicen que caí… Se toma la vida con tranquilidad junto a su actual compañera, la francesa Aurélie Dominguez, padres de un hijo, Lope, que cuenta siete años. El conocido actor vivió otros amores, uno de los cuáles le dejó un dramático recuerdo.
Era muy jovencito este madrileño simpático, con deje castizo, cuando en unas pruebas Antonio Mercero quiso tenerlo en el plantel de chavales para una serie de televisión, Verano Azul, donde iba a ser Tito, mas ese debut ante las cámaras no se produjo. El padre de Jorge, militar de alta graduación, se opuso al conocer que el rodaje duraría lo suficiente para que perdiera un año escolar. Sí ya con nueve años obtuvo el permiso paterno para intervenir en un par de películas, La miel, junto a la actriz-cantante Jane Birkin, y Valentina. Conocí a Jorge Sanz el primer dia de rodaje de La miel, por mi amistad con su productor, guionista y director Pedro Masó, y entonces, aun con la timidez de los novatos, el chico tenía suficiente desparpajo para destacar ya en su juventud. Formó una estupenda pareja en la pantalla junto a Maribel Verdú. Lógicamente, con su popularidad, no le faltaron admiradoras. Una de ellas, asturiana, fue durante cierto tiempo quien ganó el corazón del actor. Tuvieron una hija, Marta, con menos de un año de vida, que es quien ahora lo ha convertido tempranamente en abuelo.
Durante el rodaje de Valentina Jorge Sanz se hizo amiguito de una compañera de reparto. Pasaron unos años y se reencontraron. Fue cuando comenzaron una convivencia de nueve años, aunque en el ánimo de ambos no estuvo nunca presente la idea de casarse. Fueron padres de Merlín, un varón que ahora tiene diecinueve años y padeció desde su nacimiento una fibrosis quística de muy difícil curación, a pesar de lo cual ha podido trabajar en el cine en calidad de especialista. La madre de Merlín se ocupaba del cuidado del hijo enfermo y cuando le era posible se ganaba la vida como actriz. Era adorada por cuantos la conocieron: Paloma Gómez. Murió no hace mucho tiempo, cuando ya Jorge y ella habían roto. Su desaparición dejó muy tocado al actor pues aunque vivieran distanciados mantenían una frecuente amistad sobre todo para que él supiera la situación en la que se encontraba Merlín.
Jorge, en su época de mayor trabajo, contaba con Aurélie como agente de prensa. Y del trabajo periódico pasaron a enamorarse. Con su niño forman una familia muy unida, residente en Torrelodones, población distante treinta kilómetros de Madrid. Jorge se ocupa de una huerta, cultiva frutas y hortalizas, y además de unas gallinas que según ha confesado "le ponen huevos azules", que no sé yo cómo serán, si acaso procedentes de sangre real.
Continúa trabajando, sobre todo ahora en el teatro, con una compañía que comparte junto a dos excelentes actrices, María Barranco y Ana Turpin, que representan este verano una comedia titulada El premio. Hay un viejo asunto del que Jorge está hasta las narices que se lo mienten: su enfrentamiento con Pedro Almodóvar. Resultó que el manchego lo eligió como protagonista, en 1997, de Carne trémula. Y casi desde el primer día de rodaje ambos chocaron. No se entendían. Y el realizador y coproductor con su hermano optó por prescindir de Jorge. Pero había un contrato de por medio. A Sanz lo sustituyó Liberto Rabal, nieto de Paco. Y percibió lo pactado. Dinero que le vino estupendamente para comprarles a sus padres un chalé en el Valle de Arán.