
Desde que en 2014 rodara su última película (una nueva versión de Annie), la actriz de ascendencia hispana Cameron Diaz ha estado dedicada en cuerpo y alma a su familia: su marido, Benji Madden y la hija que tuvieron, Raddix, por el método de vientre de alquiler. Era lo más importante para esta estrella y modelo norteamericana, nacida hace cincuenta años en San Diego, California, de la que se recuerdan algunas de sus más taquilleras películas: La máscara, La boda de mi mejor amigo, Algo pasa con Mary, Gángsters de Nueva York, Vanilla Sky, Los ángeles de Charlie… Tras tan largo paréntesis alejada de la pantalla, Cameron ha decidido, coincidiendo con el aniversario de su medio siglo de vida, anunciar su reaparición.
La carrera cinematográfica de Cameron Díaz fue espectacular desde 1994, cuando debutó como protagonista en La máscara. Rubia, de ojos azules, un metro y setenta y cuatro centímetros de estatura, conquistó en seguida a la cámara con su enorme atractivo, y una sonrisa que exhibía en sus papeles de comedias. Su vida sentimental atravesó por varios idilios que no siempre terminaron como ella hubiese querido, ya que buscaba por encima de todo una estabilidad amorosa, que no halló en sus respectivas parejas: Matt Dillon, entre 1995 y 1998; Justin Timberlake, durante tres años a partir de 2003 y Alex Rodríguez, con quien sólo estuvo un año a su lado en 2010.

Cuando se enamoró del músico Benji Madden lo tuvo muy claro, y al poco tiempo de conocerse celebraron sus esponsales en 2015. Cameron quería ser madre y hubo de recurrir, como decíamos a un "vientre de alquiler". Nada más tener a su hija, decidió retirarse del cine, donde estaba considerada una de las actrices mejor pagadas de Hollywood, a razón de cincuenta millones de dólares por película. Y rodó medio centenar. ¿Qué razones tuvo para cortar tan drásticamente su ascendente carrera?
El deseo de ser madre de nuevo, dar a luz un hijo biológico. Mas no lo consiguió. Ella y Benji estuvieron de acuerdo en que lo principal en su hogar era mantener la familia. Con su modo de vida mientras iba encadenando película tras película, Cameron se pasaba quince horas fuera de casa, sin serle posible estar pendiente de Raddix, su hija, que contaba apenas un año cuando dio a conocer su adiós artístico. Así es que, en adelante, su día a día transcurrió en el hogar, viendo cómo su pequeña iba creciendo, y atenta por supuesto a su esposo. Esa felicidad, dijo, le compensaba de cuantos éxitos había dejado de tener, y del mucho dinero que ya no ganó. Aunque tampoco estuvo inactiva al margen de sus deberes familiares, pues se convirtió en empresaria de una marca de vino ecológico, "Avalin".

En los cenáculos hollywoodenses el nombre de Cameron Díaz era recordado aún, pero ella hacía caso omiso a cuantos guiones le seguían llegando. Hasta que un antiguo compañero, el actor Jamie Foxx, con quien había protagonizado muchos años atrás en el filme Un domingo cualquiera, logró convencerla para que volvieran a trabajar juntos. El proyecto, avalado por la todopoderosa productora Netflix, ya está en marcha aunque habrá que esperar a finales de este año para que se inicie el rodaje de Back in Action (De vuelta a la acción). Un título que le viene a Cameron Díaz como anillo al dedo tras su larga ausencia de las pantallas.