Bruce Willis continúa padeciendo su incurable enfermedad, un tipo de demencia que le impide mantener una vida normal, que afecta a su cerebro, y que ha sido causa de que hace meses, como ya les informamos, tuviera que retirarse para siempre de su profesión: un actor que consiguió un puesto relevante en las producciones cinematográficas, generalmente en filmes de acción. Su desgracia tiene un paliativo sorprendente: dos esposas lo cuidan con cariño, formando piña con el resto de la familia, que han celebrado el pasado 19 de marzo el sexagésimo octavo aniversario de Bruce.
Sorprende que Demi Moore, con quien el galán norteamericano estuvo casado trece años, se haya trasladado a la vivienda de éste para estar a su lado y reconfortarlo en su dramático estado de salud. Como sorprende asimismo que la actual esposa, desde hace catorce años, de Bruce Willis, Emma Hemming, haya aceptado esta situación, la de un trío que convive bajo el mismo techo. No es desde luego una novedad, pues durante la pandemia, él aceptó la invitación de Demi para pasar una temporada en su residencia de Sun Valley, en el estado de Idaho.
Diríase, si no fuera por las circunstancias que afectan a Bruce Willis en su grave estado, que este reencuentro con su anterior esposa podría obedecer a una futura vida marital. No es así. Desde luego es difícil de entender que ellos dos vuelvan a estar juntos en presencia de quien es ahora legalmente su mujer, Emma Hemming. Porque uno se pregunta si es que la convivencia ahora con Demi Moore pudiera contribuir a una hipotética mejoría del enfermo. Normal sería que ésta visitara a su anterior marido de vez en cuando. O asiduamente, incluso. Pero irse a compartir el hogar que mantiene Bruce Willis con Emma Hemming tiene un componente nada fácil de comprender, por muy emotivo que resulte.
La protagonista de "Ghost" estuvo casada primeramente con el músico Freddy Moore entre 1980 y 1985, de quien aprovechó su apellido para su carrera cinematográfica. Con Bruce Willis, convivió trece años como quedó dicho y, cinco años después del divorcio, se la relacionó con el actor Ashton Kutcher en el periodo comprendido de 2005 a 2013, para ultimamente convivir con el dueño de un importante restaurante de Nueva York, de tres estrellas Michelin, Daniel Humm. ¿Qué dirá éste, nos preguntamos, de que su compañera se vaya a cuidar a su ex?
Emma Hemming, modelo y actriz de origen británico, es quien desde hace catorce años ha puesto equilibrio en la vida de Bruce Willis, un donjuán redomado que antes de casarse con Demi Moore tuvo incontables aventuras amorosas, y con ella, tres hijas. Dos también habidas en su matrimonio actual. Las cinco, por cierto, se llevan estupendamente como hermanas, aunque estuvieran separadas largo tiempo, y ahora hayan vuelto a reunirse con motivo de la enfermedad del actor. Emma Hemming, entregada al cuidado diario de su marido, no ha tenido más remedio que renunciar a
sus contratos de modelo y actriz, aunque se haya convertido en empresaria de cosmética vegana para ayudar a la economía de su hogar. Si ya Bruce no puede trabajar, por muchos ahorros que tenga, no podrá hacer frente a los gastos tan costosos que arrastra su quebrada salud. Entre otros, el pago a un enfermero que lo asiste día tras día.
Veinticuatro años más joven que Bruce, Emma ve pasar el tiempo sin apreciar mejoría alguna en él: al contrario, cada vez se le ve más envejecido, afectado en el habla, en mantener cordura en su acontecer, preso de un mal que lo aleja de un normal entendimiento de cuanto sucede a su alrededor. Su anciana madre, Marlene, de ochenta y seis años, sufre al verlo así, y llora constantemente. Todo es tristeza y desesperación alrededor de quien fue uno de los actores más conocidos por sus películas en todo el mundo. El héroe que se enfrentaba a toda clase de violentos episodios y salía siempre indenme y vencedor. Ahora, le será muy difícil, diríamos imposible, que pueda superar a una inesperada "enemiga" en su ajetreada vida: esa enfermedad que poco a poco va minando su existencia.