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Carmen Sevilla tuvo dos abortos y una complicada relación con Augusto Algueró

La vida de la extinta actriz, entre muchos momentos felices, otros dramáticos, de ellos los dos hijos que perdió, al sufrir dos abortos.

La vida de la extinta actriz, entre muchos momentos felices, otros dramáticos, de ellos los dos hijos que perdió, al sufrir dos abortos.
Carmen Sevilla y Augusto Algueró | Gtres

La vida de la extinta Carmen Sevilla tuvo, entre muchos momentos felices, otros dramáticos, de ellos los dos hijos que perdió, al sufrir dos abortos. Afortunadamente, puesto que desde que contrajo su primer matrimonio ansiaba ser mamá, Augusto, su único hijo, la colmó de infinita felicidad. Pero también de preocupaciones, disgustos cuando durante una larga temporada dejaron de hablarse. ¿Cuáles fueron las razones para aquel distanciamiento, que por fortuna fue desvaneciéndose?

Poco después de su boda con el compositor Augusto Algueró Dasca, en 1961 la pareja viajó a Buenos Aires, donde permaneció tres meses. Carmen era la protagonista de "El secreto de Mónica", cuya banda sonora la firmaría aquel. Esa estancia en la capital argentina les sirvió de luna de miel, aunque también podría definirse como "de hiel" ya que hubo muchos celos entre medias por parte del marido, a quien no conocían en ese país en tanto ella gozaba, por sus películas, extraordinaria notoriedad. Algueró "se tiraba de los pelos" y armó un escándalo en la "suite" que ocupaban en el lujoso hotel Alvear. La situación fue tan tensa que el padre de Augusto tuvo que intervenir para poner paz en el matrimonio, tan reciente. Fuera por la tensión de aquellos días o por otras circunstancias en principio, Carmen, perdió el bebé que esperaba a los dos meses de gestación. La estrella declararía muchos años después que la pérdida de ese hijo tan anhelado sucedió por culpa de su agitada vida, de la actitud injusta de su marido… y de los contratos cinematográficos que ella no estaba dispuesta a incumplir. Entonces ¿fue o no un aborto consentido? La duda queda ahí, grave teniendo en cuenta que ella siempre se declaró católica a machamartillo.

Habían transcurrido un par de años de su boda con Augusto Algueró cuando Carmen, harta de los celos artísticos de su marido, estuvo a punto de separarse. Por decisión de ella. El destino dio un vuelco a aquellos tristes días de la estrella pues se había quedado embarazada. Esta vez sí, tendría a su hijo, que vino al mundo en una clínica madrileña el 3 de julio de 1964. O sea que Augusto Algueró García acaba de cumplir cincuenta y nueve veranos. Un acontecimiento familiar que celebraron por todo lo alto. Con unos padrinos de rumbo: Manuel Benítez "El Cordobés" y Marisol.

Carmen Sevilla, en esa primera mitad de la década de los 60 se encontraba en un momento espléndido de su carrera cinematográfica. Pero le rondaba la cabeza tener una niña, la parejita deseada por tantos matrimonios. No pudo ser. En 1965 sufrió un segundo aborto. Carmen nos confesó un día que había estado a punto de morir. Y lamentó haber decidido aquello en connivencia con un cirujano. Como católico no puedo aprobar tal comportamiento. Y cuando lean esto más cristianos, pensarán lo mismo.

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Quería mucho Carmen a su retoño. Augustito, no obstante, pasó una niñez, adolescencia y primera juventud mucho tiempo alejado del calor hogareño y maternal sobre todo, pues sus padres decidieron enviarlo a internados de Inglaterra, Irlanda y Holanda. El chico tuvo en ese sentido una inmejorable educación, aprendió inglés a la perfección… pero faltándole el cariño que echaba de menos.

Cuando ya alcanzó la mayoría de edad desde luego siempre compareció afectuoso con sus progenitores, sin jamás echarles en cara lo desprotegido que estuvo tanto tiempo atrás. De ahí, probablemente, le viene su carácter tímido, huidizo con los periodistas, aunque en todo momento hacía alardes de su educación. Lo comprobé la única vez que conversé con él durante media hora, en presencia de su padre. Y correcto con todo el mundo ha seguido siempre.

Se enamoró, contrajo matrimonio con Marta Díaz, pero Carmen Sevilla no simpatizó con su nuera. De ahí que empezara a tener divergencias con su hijo. Lo que motivaría que entre ambos dejaran de hablarse a lo largo de una temporada. Harían las paces andando el tiempo, como no podía ser de otra manera. Madre e hijo se adoraban.

Augusto Jr., tercero de una generación de músicos, estudió en el Conservatorio de Madrid: quería ser como su progenitor, extraordinario compositor, pianista y arreglista. Carmen, me confesó: "No pudo lograr eso que deseaba, ser concertista como su padre. Y cambió de vocación, trabajando de técnico en los estudios Roma, de Telecinco, pero sin influencias de nadie, sólo por su talento".

Si bien en ese trabajo Augusto hijo triunfó, no así en su matrimonio, que se deshizo. A la hora de establecer las condiciones del divorcio, solicitó de su ex que en el domicilio donde habían establecido su hogar, en la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón, le permitiera seguir ocupando su estudio, en la parte superior del edificio, para lo cuál era necesario realizar unas obras, con el fin de establecer la suficiente separación entre Marta y él. Pero ésta se negó, aunque a la Comunidad de Vecinos no le importaran esas obras. Todo ello complicó muchísimo el divorcio de la pareja. Él continuó ocupándose de los gastos de sus hijos; ahora son ya mayores de edad. La ruptura matrimonial agudizó aún más el carácter algo huraño del hoy huérfano.

Cuando sus padres se separaron, Augusto siguió viéndolos. A ella más, pues tras su divorcio con Marta Díaz se fue a vivir una temporada con la madre. Al padre también lo trataba a menudo, sin importarle que éste estuviera conviviendo con otras mujeres. Con Mariví Dominguín, una de ellas, se llevó bien.

Fallecido primero su padre y estos días de atrás su madre, Augusto José Algueró García es dueño de un gran capital heredado primero de aquel, que cobraba millones de la Sociedad General de Autores por sus muchos éxitos musicales. Y ahora también de una estrella como fue su madre, que en la última etapa profesional ganó muchísimo dinero a su paso por Telecupón, y también merced a los anuncios publicitarios que realizó. Aunque buena parte de aquellos ingresos Carmen Sevilla los invirtió en la finca de Vicente Patuel, su segundo marido, a la muerte de éste, pudo al fin deshacerse de aquellos terrenos, de la ganadería, las ovejitas de marras, por cuya venta al parecer obtuvo algo más de ocho millones de euros. Añádanse a esa herencia en cuentas corrientes, la de su patrimonio: un piso lujoso frente al madrileño Templo de Debod, un chalé en Marbella, un piso en Sevilla y quizás alguna otra propiedad desconocida para nosotros. Tendríamos un legado importante que Augusto sabrá conservar. Es hombre prudente y no se le conocen ni extravagancias, ni escándalos de ningún tipo.

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Se le ha criticado mucho que no dejara permitir la entrada de amigos de su madre durante los ocho años que permaneció ingresada en la residencia de Aravaca, incluso a algunos familiares asimismo. Es fácil de darle la razón. Carmen Sevilla, alejada de toda realidad, no estaba en condiciones de ser molestada por nadie. Visitas que le perturbarían al no identificarlas. Sólo a Moncho Ferrer, Augusto le autorizó ir a verla a menudo, ramo de flores en mano. Pero ¿quién es éste, tantas veces citado en los medios de comunicación? Un actor valenciano que no trascendió mucho en su carrera. Íntimo de un gran relaciones públicas, el argentino Hugo Ferrer (ya fallecido, y sin ningún parentesco familiar pese al común apellido) conoció gracias a éste conocidas estrellas del espectáculo, entre ellas Carmen Sevilla, por quien mitomanía aparte siempre sintió mucho afecto, incrementado a la hora de su Alzhéimer. De ahí su constante presencia en la residencia Orphea y su presencia en los medios, cual si fuera el portavoz autorizado por Augusto para dar noticia del estado de la enferma, como siempre hizo para satisfacción de los reporteros, mientras aquél se libraba de ese papel.

Otras críticas se ha llevado el hijo de Carmen Sevilla por su decisión de que su madre fuera enterrada en la intimidad, sin que la gran estrella recibiera el homenaje multitudinario como lo tuvieron en su día Lola Flores y Rocío Jurado. Asunto discutible. Particularmente, quien esto escribe, que tantas veces compartió momentos profesionales y particulares de la fallecida, a la que quiso y admiró, piensa que su descendiente ha hecho muy bien las cosas, huyendo de lo que él pensaba podía haber sido un circo, un espectáculo no deseado por mucho que miles de admiradores de Carmen Sevilla desearan darle su último adiós.

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