
Madrid es una caja de sorpresas. Anoche asistí a la presentación del proyecto de renovación del emblemático hotel Palace ubicado en la capital. Un proyecto en el que está al frente el diseñador de interiores, Lázaro Rosa-Violán, el arquitecto Miguel Díaz y el diseñador Juanjo Oliva. Una vez concluido el acto se ofreció un cóctel y una vez finalizado quedé con unos amigos entre otros el psicólogo Jorge López Vallejo y nos fuimos a uno de los restaurantes que están más de moda en estos momentos, Manero.
Mi sorpresa fue cuando me entero que en uno de los reservados están Luis Miguel y Paloma Cuevas. Casualmente también se encontraban el pintor Marco Maseda y Rebeca su mujer, que también me comentaron que habían visto entrar a la pareja. Una vez terminada la cena llegó el encuentro: Paloma y Luis Miguel salían de la mano, ella al verme se llevó una sorpresa y se esperó para saludarme y él continuó andando hacia la puerta. Paloma me dio una abrazo y un beso, y me dijo: "Qué pena que Micky va delante para presentártelo", pero recapacitó, me cogió de la mano y me dijo: "Vamos, que te lo voy a presentar".
El artista estaba en la calle, antes de entrar en el coche, rodeados de los cuatro de seguridad que llevan. Paloma le dijo: "Te voy a presentar a Carlos, un gran amigo", y en ese momento se volvió y me dio la mano y un abrazo. Le comenté la ilusión que me hacía conocerle, porque soy muy fan de él desde siempre y Paloma me dio volvió a abrazar y a besar comentándome: "Nos vemos muy pronto". Y así fue la cariñosa despedida.
Tengo que reconocer que Paloma no podía estar más guapa y fue el comentario de todos los que la vieron. Llevaba el pelo suelo, su clásica melena suelta y un elegante abrigo blanco. El mexicano como es habitual, traje negro con camisa del mismo color. Muy delgado, con aspecto de hacer deporte inmejorable.
Sin lugar a dudas, una pareja de 10.

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