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Rosa Belmonte

Mujeres malas

En las elecciones parecía que Hillary fuera lo peor. En las series las mujeres son más malvadas: no hay más que recordar 'Yo Claudio' y a Livia.

En las elecciones parecía que Hillary fuera lo peor. En las series las mujeres son más malvadas: no hay más que recordar 'Yo Claudio' y a Livia.
Siân Phillips, Livia, en Yo, Claudio | Archivo

Dice Celia Villalobos que nadie cuestionó a Álvarez Cascos. Que nadie puso pegas a que alternara el Gobierno con el Partido. Así, ve machismo en quienes cuestionan que María Dolores de Cospedal siga como secretaria general a la vez que desempeña el cargo de ministra de Defensa. En todo caso, más machismo habría en esa consideración de Soraya Sáenz de Santamaría y Cospedal como las mayores malvadas de película en el Gobierno (existiendo Montoro y Rajoy). Como si en el gabinete estuvieran Bette Davis y Joan Crawford y en cualquier momento una fuera a servir de cena una rata a la otra.

En las recientes elecciones americanas parecía que Hillary fuera lo peor. El demonio. El peor bicharraco en la competencia política. El Damien de La profecía que se hubiera hecho mayor (al final de la película es puesto bajo los cuidados del presidente de los Estados Unidos). "La vida ya es muy perra, no votes a una", se veía en carteles con la cara de Clinton. Pero es que si se va una a cualquier serie de televisión es difícil dar con hombres más malos que las mujeres. Con personajes masculinos más malvados. Al menos si coinciden. Blake Carrington nunca va a parecer más malvado que Alexis en Dinastía. Por perverso que sea Richard Channing, nunca va a ser peor que Angela Channing en Falcon Crest. Nadie es peor que Patty Hewes (Glenn Close) en Damages. Claire da más miedo que Francis Underwood en House of Cards.

Si nos detenemos en Yo Claudio, o sea, en la dinastía Julio-Claudia, vemos tipos amabilísimos como Tiberio o Calígula. Pues la peor es Livia, la mujer de Augusto. La envenenadora en serie. La eminencia gris de la corte. Un gran guiño que en Los Soprano la madre de Tony (Nancy Marchand) se llamara Livia. Y que fuera todavía más mala que cualquiera de los asesinos de la serie. Es verdad que Tácito ya insinuó que Livia (la original) tuvo algo que ver en la muerte de Augusto, pero Jack Pulman, el adaptador de las novelas de Robert Graves para la televisión, hace de Livia "la presencia malvada y dominante de la primera mitad de la serie" (Mary Beard, ‘La herencia viva de los clásicos’). Recrea Pulman los diálogos de Livia como si fuera Mae West. Señala Beard ese parecido. "Es muy bondadoso por tu parte", dice Marcelo en su lecho de muerte mientra ella lo cuida. " No, no, querido, la bondad no tiene nada que ver con esto", contesta ella. Mae West en Noche tras noche: "Dios mío, qué diamantes tan hermosos". "Dios no tiene nada que ver con esto, querida". En definitiva, Livia es lo peor, aunque a los historiadores modernos les haya resultado difícil evaluar su papel y el alcance de su poder. No deja de haber similitudes con el tratamiento que hace años se dio a Nancy Reagan o a Cherie Blair. Su sola presencia justificaba las decisiones políticas chungas de sus maridos (al menos si no había de dónde sacar una explicación). Aunque sí es cierto que hay más información sobre Livia que casi sobre cualquier mujer del mundo romano.

Según Plinio el Viejo en su Historia Natural, Livia rivalizaba con Julia, nieta de Augusto, por ver quién tenía el enano más pequeño. En la competición, ganó Julia en categoría masculina y Livia en la femenina. Creo que ni Soraya ni Cospedal tienen enanos.

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