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Rosa Belmonte

El grouse peinado

El último programa de MasterChef tuvo de protagonista a Saray, que dice ser educadora social pero tiene menos tacto que la señorita Trunchbull.

El último programa de MasterChef tuvo de protagonista a Saray, que dice ser educadora social pero tiene menos tacto que la señorita Trunchbull.
MasterChef expulsa a Saray por esto | RTVE

Se estrenó MasterChef a mediados de abril y todos se alegraron mucho de tener entre ellos a la cordobesa Saray. "Soy gitana. Soy también transexual y cocino de muerte". Era el nuevo "Soy gitano y vengo a tu casamiento". Se celebró mucho la diversidad. Y a la chica se la compadeció y comprendió cuando contó que su hermano no la apoya y que a lo mejor no podía acercarse a sus sobrinos. "Como si yo tuviera una enfermedad". Y más discursos: "Yo no he elegido esta vida. La transexualidad no se elige. Hay mucha gente que dice: ‘¿Pero no te puedes quedar siendo un hombre gay?’ Es que no soy un hombre gay, soy una mujer". Qué bien la visibilidad de la comunidad trans. Oh, ah, vaya. Qué guays somos. Que, bueno, llega a estar ahí Emanuela Dampierre y, como en sus memorias sobre la hija esa que le salió a Gonzalo de Borbón, también le suelta lo de "por lo visto, no sólo es gorda, sino obesa".

Claro que en MasterChef entienden la diversidad de manera tan elástica que hasta promocionan La casa de papel. En el último programa, los chefs llevaban monos rojos y caretas de Dalí. Los concursantes tenían que hacer un menú para parte del equipo de la serie. Los platos tenían nombres: Lisboa, Tokyo o Río.

No nos vamos a extrañar por la publicidad encubierta en TVE. Ni en MasterChef. Ya la hay de otras marcas. Desde El Corte Inglés a Ecoalf. Aunque se traten de manera diferente. Trabajadores de RTVE (que siempre están a la que salta) sí han denunciado esa publicidad encubierta. Lo sorprendente aquí es que una cadena haga publicidad de la serie de otra cadena. Y justo cuando se iba a estrenar El Ministerio del tiempo. Pero, vaya, seguro que el dinero de La casa de papel no es el de El Ministerio del tiempo.

Con todo, el último programa, tuvo de protagonista a Saray. A la malencarada Saray. Maleducada, para qué andarnos con eufemismos. El primer día nos dijeron que era educadora social. ¿Pero a quién va a educar una señora con menos tacto que la señorita Trunchbull? Que alguien ponga de los nervios a Jordi Cruz siempre me parece bien, pero lo del lunes fue de traca. Esa tía pone nervioso al maestro ciego de Kung Fu. Ya el postre que perpetró recordando su infancia fue como si yo me presento al Premio de Poesía Loewe con los versos "Mi corazón palpita como una patata frita". Le dieron un delantal negro, que en el programa es como darte un hostión. "¿Cómo me das un delantal negro y no habéis probado ni mi plato? España sabe que mis galletas están buenas". España, nada menos. La seguridad de los mentecatos. Que si los jueces no sabían apreciar su alegría y salero. Arsa.

Para rematar la jornada, su caja sorpresa tenía un grouse. ¿Pero a quién se le ocurre dar semejante joya a ese espécimen? Pues como si le hubieran dado un murciélago para hacer sopa. Lo apartó. "Me da mucho repelús. Y con pelos y todo. No puedo. ¿Pero qué me estás contando? Ni muerta, ni muerta". ¡Con pelos! Señor.

Y la dulce señorita emplató el grouse con todas sus plumas (que peinó con un cuchillo) encima de algo, una especie de puré, no sé. Jordi Cruz: "Nos hemos equivocado terriblemente contigo. Creo que es la vez que más nos hemos equivocado a la hora de dejar entrar a alguien por esa puerta en ocho años". Lo mismo lo hicieron por ser gitana y transexual. El deseo de diversidad a veces nos nubla la vista y se nos va de las manos. Esto va a ser transfobia y racismo, ya verás. Pero lo de verdad indignante fue el trato dado al grouse. Con estos mimbres, en una serie de Ryan Murphy a Saray la interpreta Melissa McCarthy y al final hace un grouse asado y flambeado al Savagnin con raviolis rellenos de sus interiores y acompañado de puré de caqui y castañas.

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