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Rosa Belmonte

El pelo de Frances

Me gusta cuando la llaman antidiva. Porque veo que antidiva es sinónimo de despeinada, como la canción de Palito Ortega.

Me gusta cuando la llaman antidiva. Porque veo que antidiva es sinónimo de despeinada, como la canción de Palito Ortega.
Frances McDormand | Gtres

Lana Turner se habría caído de culo si llega a ver a Frances McDormand recibiendo sus Oscar. De lo de aullar hablamos otro día. Es verdad que una se sorprende más al ver a Carolina de Mónaco con el pelo hecho un asco en la boda de los Príncipes Felipe y Letizia que al ver a Frances McDormand. Al fin y al cabo, ella no va de guapa, no es guapa, no lo pretende. Lana Turner se quejaba ya en su vejez de que las estrellas de Hollywood salían a la calle de cualquier forma. Con pintas infames. Que en su época los estudios no habrían permitido semejante cosa. Claro que todavía se guardan las formas. Mira a Norma Duval vacunándose en el Zendal, habiendo pasado antes por maquillaje y peluquería. Con escote de enseñar, con sujetador de tirantes, para que no se vea, que ya estoy harta de ver tanto tirante de sujetador en la tele. Quienes sufren de tripanofobia, de fobia a las inyecciones, también sufren al ver en los telediarios tanta vacunación (es poca, pero para ellos es demasiada). Yo sufro con los tirantes.

Don Cheadle presentó el premio a mejor peluquería y maquillaje. Y repitió eso de Hillary Clinton de que todo el mundo va a hablar de tu pelo. "Todo el mundo va a criticar tu pelo si está mal". El Oscar de maquillaje fue para el español Sergio López-Rivera por La madre del blues. O sea, por dejar espantosa a Viola Davis. Parece que Ma Rainey no era especialmente agraciada y Viola se quería parecer lo más posible a ella. "Más fea, más fea", decía a su maquillador español (también la maquilla en Cómo defender a un asesino), como Goethe pedía "Luz. Más luz" antes de morir (aunque está bastante discutido que esas fueran sus últimas palabras).

Claro que Frances McDormand nos cae muy bien y que sus valores son otros. No estamos hablando de eso. ¿Quién duda de su maestría como actriz y como manifacera a la hora de sacar adelante proyectos televisivos o cinematográficos? Dos ejemplos, Olive Kitteridge y Nomadland, que sin ella seguramente no existirían. Pero claro, bis, que podemos hablar de su pelo, aunque Frances le importe un pito. Un aullido. ¿O no hablábamos del pelo de la fiscal Marcia Clark en el juicio de O.J. Simpson? Cuando vio la miniserie American Crime Story: El pueblo contra O.J. Simpson se asustó. "¿Tenía ese aspecto? ¿En qué estaba pensando? Bueno sí sé en qué estaba pensando. Tenía dos niños pequeños con pañales. Quería lavarme el pelo y salir a la calle. Una permanente me pareció una buena idea". Y claro, re bis, que hablamos del pelo de los hombres. Sin ir más lejos, el otro día vi una corrida en Sanlúcar con Enrique Ponce y, mira, ese pelo es intolerable. Luego podrá comer con su novia regaliz como si fueran La dama y el vagabundo comiendo espaguetis, pero ese pelo, señor. Ni me planteo recordar el cachondeo que siempre hemos tenido con Ciprià Císcar o con Anasagasti. O el día que España sólo hablaba del tupé de Imanol Arias una Nochevieja.

Lo de Frances es de comentario. O no, pero de algo tenemos que escribir. Que sí, que el vestido era de ir a una ceremonia. Que llevaba unos brillantes como pendientes. Pero, vaya. Me gusta cuando la llaman antidiva. Porque veo que antidiva es sinónimo de despeinada, como la canción de Palito Ortega. Si Fern, su personaje en Nomadland, que vive en una furgoneta, va mejor peinada. Decía Grace Kelly que cuando Ava Gardner, Lana Turner o Elizabeth Taylor cogían un taxi, el taxista sabía quiénes eran, pero cuando lo cogía ella los taxistas pensaban que era una que se parecía a Grace Kelly. A saber lo que pensarán cuando Frances coja un taxi.

Vamos a dejar aparte lo normal según Foucault (un grupo de personas decide y comparte lo que es verdad, lo que es normal y esa normalización define qué es verdadero o falso, correcto o incorrecto, normal o anormal), pero aunque vivas en el campo, un día vas a Hollywood y son los Oscar. Y ese día, sólo ese día, quizá te puedes arreglar, poner de domingo. O no, yo qué sé. Frances puede hacer lo que quiera. Como lo hizo Jennifer Lawrence cuando en la promoción de Gorrión rojo ella se fotografió en un exterior frío con un diminuto versace rojo mientras sus compañeros llevaban poco menos que pelllizas. Se montó entonces un lío. Las nuevas monjas dieron por saco y vieron una muestra de machismo. Y ella tuvo que explicar que estuvo fuera cinco minutos, que no iba a tapar el fabuloso vestido. Que eligió ponérselo y pasar frío.

Al ver a Frances McDormand me acordé de una vez que en la Cultureta llegó Jabois con el pelo tan mojado como desordenado y Rodrigo Cortés le preguntó si había dormido en un charco.

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