Un paisaje diferente: el Valle salado de Añana
El valle Salado de Añana, en la localidad alavesa de Salinas de Añana y a poco más de 20 minutos de Vitoria, en Álava, es considerado un conjunto arqueológico, geológico, histórico y paisajístico único en el mundo. Su apreciada sal es completamente pura, ya que proviene de un antiguo mar de hace más de 200 millones de años.
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Un paisaje que se asemeja a una mezcla entre una estampa lunar y una película del oeste americano.
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Un paseo por un recóndito lugar de España, a 35 kilómetros de Vitoria, creado por el ingenio humano y que lleva salando el mundo miles de años.
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El valle Salado de Añana, en la localidad alavesa de Salinas de Añana y a poco más de 20 minutos de Vitoria, en Álava, es considerado un conjunto arqueológico, geológico, histórico y paisajístico único en el mundo.
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Un grupo de personas que visitan el paraje pasean entre los depósitos al aire libre. Su apreciada sal es completamente pura, ya que proviene de un antiguo mar de hace más de 200 millones de años.
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Desde noviembre de 2017 el Valle Salado es Patrimonio Agrícola Mundial al contar con el título de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial.
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El detalle de la sal petrificada en uno de los canales cel Valle Salado de Añana.
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Otra imagen de los depósitos de sal al aire libre.
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Es muy recomendable desplazarse durante unas horas por este emplazamiento tan singular, incluso podría decirse que semejante a un paisaje lunar, pero que hará salivar a cualquiera que se proponga dar un paseo por el paraje
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Algunos de los restaurantes más importantes de la geografía española tienen su propia parcela dentro del Valle salado. Su producción surtirá en parte a estos establecimientos.
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Este valle, que se presenta a primera vista como una estampa sacada de algún plano general de una película del género Western, está formado por decenas de plataformas de producción de sal al aire libre, es decir al Sol.
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Una salinera con más de 6500 años de antigüedad. El recorrido a pie se puede realizar un poco menos de una hora, disfrutando de los detalles y las sensaciones que se presentan a lo largo del recorrido.
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Detalle del recorrido del agua por uno de los canales de una red con el que está conectado el valle salado de Añana.
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Su particular arquitectura en terrazas, característica imprescindible para su correcto funcionamiento, en tiempos de los romanos eran construidas en piedra, arcilla y madera y constituyen una obra de ingeniería y empeño que ha perdurado con los siglos.
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Este lugar merece una dedicar un par de horas y desplazarse desde Vitoria para experimentar una ruta diferente: El Valle salado de Añana, un pequeño pueblo que vive a la sombra de la salinera.
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Uno de los depósitos de sal de la salinera. Este bien tan preciado se guarda bajo techo en bruto y sin procesar.
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Es curioso observar como los canales están sujetos con clavos de madera para evitar el óxido generado por la sal de esta mina a cielo abierto por donde aún hoy, corre el agua salada casi como el primer día.
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Otra foto del detalle de la sal solidificada y pegada a la madera de los canales.
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Una de las operarias que se dedica a la conservación de la salinera de Añana realiza una demostración.
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Para finalizar la visita es posible acceder al centro de visitantes dedicado a la sal de Añana y su tienda, donde poder conocer el oficio del salinero y aprender a degustar las distintas variedades de esta sal.
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