
Ubicado en una de las mejores fincas de Europa, la bodega Familia Conesa-Pago Guijoso está situada entre dos parques naturales –las lagunas de Ruidera y la sierra de Alcaraz–, a 1.100 metros de altitud, que favorecen un clima extremo.
A lo largo de 3.000 hectáreas, la finca que aloja la bodega cuenta con diferentes cultivos de hortalizas, árboles frutales y el viñedo incluido. Además de una cabaña ganadera ovina de la que proceden los quesos Hacienda Guijoso, con D.O.P. Queso Manchego.
La finca es un ejemplo de biodiversidad en la comarca del Campo de Montiel (Albacete), a unos 17 kilómetros de la localidad de El Bonillo. El Guijoso está reconocida como una de las mejores fincas de Europa en cuanto a conservación de la biodiversidad. En sus pedregosas tierras, por las que discurre un río, cohabitan numerosas especies animales (conejos, liebres, perdices, ciervos, jabalís y algunas protegidas como la avutarda, el águila imperial o el lince ibérico) y crecen de forma natural romero, tomillo, lavanda, pinos, encinas, enebros y uno de los sabinares más valiosos de la Península, con ejemplares de hasta 2.000 años.
Orígenes y desarrollo de Pago Guijoso
En 1983, el célebre arquitecto onubense Eleuterio Población, entonces dueño de la finca, planta en El Guijoso las primeras cepas de Tempranillo y Cabernet Sauvignon: se trata del primer viñedo de la zona y de una de las primeras viñas en espaldera de España.
A lo largo de tres décadas se producen y comercializan vinos a pequeña escala, hasta que en 2013 la propiedad es adquirida por Antonio Conesa, agricultor de origen murciano. Gran apasionado del mundo vino decide apostar fuerte por la viticultura: dota a la bodega y al viñedo de las más modernas tecnologías y se rodea del mejor equipo posible para extraer todo el potencial a un terruño único en nuestro país, que cuenta con la denominación de origen Vino de Pago, el máximo reconocimiento a la calidad y singularidad que otorga la legislación española en materia vinícola y que sólo poseen otras 19 bodegas.
Las 122 hectáreas de viñedo de Familia Conesa-Pago Guijoso se encuentran en una altiplanicie situada a 1.100 metros sobre el nivel del mar, lo que lo convierte en uno de los viñedos más elevados de España. Su altitud, junto a su ubicación estratégica propicia un microclima diferente al del entorno: de tipo continental, con fuertes contrastes de temperaturas entre el día y la noche y las cuatro estaciones del año bien marcadas.
Esta climatología extrema favorece la maduración lenta de la uva, que se recoge entre 60 y 80 días después del envero –período en el desarrollo de las uvas en que éstas cambian de color y comienza la maduración–, y hace que el vino resultante tenga más carga de polifenoles y, en consecuencia, mayor riqueza de matices.
Por su parte, el suelo de guijarros –que dan nombre al pago, Guijoso– aporta mineralidad y contribuye al confort térmico de la planta desde su raíz. El viñedo está diseñado por el australiano Richard Smart, gran gurú de la viticultura mundial, y dividido en subparcelas que se trabajan de forma ecológica y se controlan gracias a dos estaciones meteorológicas propias que envían datos a tiempo real.
Las variedades plantadas son las blancas Chardonnay, Sauvignon Blanc y Viogner y las tintas Cabernet Sauvignon, Merlot, Syrah, Tempranillo, Garnacha y Petit Verdot –todas perfectamente adaptadas al entorno– y existe una pequeña extensión de viñedo experimental con varietales como Zinfandel, Trincadeira, Tannat, Montepulciano, etc.
En Familia Conesa-Pago Guijoso saben que para hacer un buen vino no basta con tener un terruño excepcional; además, hay que saber entenderlo y trabajarlo por lo que el equipo humano es fundamental. Este está liderado por Pedro Carrascosa, director general de la bodega y viticultor por tradición familiar que cuenta con formación en ingeniería agrícola y enología, una dilatada carrera en diferentes bodegas de la talla de CVNE y una interesante experiencia vital que le llevó a ser cazador profesional en África durante cinco años.
Además se apuesta por el batonnage –técnica enológica que consiste en mantener las lías finas del propio vino en suspensión dentro de la barrica– en el caso de los vinos blancos y por crianzas mínimas de seis meses en el de los tintos.
La bodega se encuentra en un edificio de estilo entre manchego y andaluz que data de 1987 y dispone de dos salas de envejecimiento, una de ellas en una cueva subterránea, de un parque de 516 barricas (500 de roble francés y 16 de americano), de dos depósitos ovoides para la oxigenación y microxigenación del vino y de seis tinajas de barro del año 1840 que han sido adaptadas con acero inoxidable y que se utilizan para afinar determinados vinos.
Familia de vinos
Bajo el paraguas de Familia Conesa-Pago Guijoso se elaboran las marcas La Doncella, El Beso y La Sabina, que engloban siete vinos tintos, un rosado y dos blancos. Desde finales de 2020 comercializan también el espumoso A. Conesa 58, un Brut Nature Blanc de Blancs.
Todos ellos tienen certificación de orgánicos y responden al concepto de vino de terroir: son vinos sinceros, con la frescura y complejidad de la singular tierra en que nacen y en los que se sienten las noches frías, la vegetación del entorno y las nieves que en invierno sanan la planta de manera natural. Actualmente, la bodega tiene capacidad para producir 250.000 botellas al año, de las cuales un 60% se exporta a 18 países de todo el mundo.
- La Sabina. Bautizada así en honor al sabinar de El Bonillo, uno de los más importantes de la península ibérica, con ejemplares de hasta 2.000 años. Esta gama comprende los vinos más complejos y con mayor tiempo tanto en barrica como en bodega. Comprende cuatro tintos monovarietales: uno de Tempranillo (12 meses en barrica), uno de Merlot (12 meses en barrica), uno de Cabernet Sauvignon Gran Reserva (22 meses en barrica) y otro de Syrah (11 meses en barrica).
- El Beso. Una alusión a la pasión, la dedicación y la fuerza que hacen falta poner para elaborar un buen vino, es el nombre de los dos vinos de autor de la bodega. La colección incluye un blanco y un tinto que cada año responde al capricho de su creador, por lo que pueden ser desde un monovarietal procedente de una añada excelente hasta un coupage de diferentes variedades e, incluso, añadas.
- La Doncella. Hace referencia a una antigua leyenda sobre las viñas de Pago Guijoso. Se dice que cuando las cepas eran jóvenes una chica solía pasearse cada tarde entre ellas para ver caer el sol. Nadie la vio de cerca, pero todos coincidían en que era una doncella vestida con adornos de flores que cantaba versos de amor y que ese cariño y esa ternura fueron transmitidos a las plantas de las que brotan estos vinos. Ideal para disfrutar en cualquier momento y situación. La gama incluye cuatro referencias: La Doncella Tempranillo, La Doncella Roble, La Doncella Rosado –con múltiples premios a su calidad– y La Doncella Chardonnay, cuya última añada (2019) ha sido catalogada como uno de los diez mejores Chardonnay del mundo –de nuestro país, el número uno– en el concurso internacional Chardonnay du Monde 2020.
- A. Conesa 58. En 2020, la bodega ha lanzado un vino espumoso de autor que lleva en su etiqueta la firma y la edad (58) de su creador, Antonio Conesa. Para el propietario de la finca, gran amante de los vinos de Champagne y de los grandes cavas de San Sadurní de Noya, producir un espumoso en el corazón del Campo de Montiel era un reto y, también, una celebración de los logros vitales y profesionales. Está elaborado mediante el tradicional método champenoise inventado por Dom Pierre Pérignon y es un Brut Nature Blanc de Blancs procedente del que está reconocido como uno de los mejores viñedos de Chardonnay Europa –y mejor de España–, con una frescura equiparable a la de las que crecen en la mismísima Côte de Blancs.
Queso con D.O. Manchego
En El Guijoso se elabora además una gama de quesos, Hacienda Guijoso, con D.O.P. Queso Manchego, una denominación de origen certificada que solo posee en torno a un 20% de los quesos que se producen en Castilla-La Mancha. Proceden de un rebaño propio de casi 4.000 ovejas de raza pura manchega que se alimentan con un exclusivo menú de alto nivel en proteínas y grasas.
La leche ordeñada en el día se recoge por la noche –para que las altas temperaturas diurnas no interfieran en su calidad– y se procesa a la mañana siguiente, bien temprano para que no pierda sus cualidades organolépticas y nutricionales.
Otra particularidad de la gama de Hacienda Guijoso, que engloba un queso de leche pasteurizada –de 3-4 meses de curación mínima– y tres quesos de leche cruda de oveja con curaciones mínimas de 6-7 meses –el semicurado–, 9-10 meses –el curado– y 12-13 meses –el gran reserva–, es que durante su maduración en bodegas naturales bajo tierra reposan sobre tablas de madera de sabina, de inigualable calidad tanto por su resistencia –históricamente se utilizaba para hacer barcos de guerra– como por el inconfundible aroma y la elegancia que aporta a los quesos.
Además, hace unos meses presentaron en la 35 edición de Salón Gourmets un nuevo tipo de queso, totalmente único en el mercado: Ch. Su minimalista queso de autor es un pasta blanda de leche cruda de oveja, elaborado en La Mancha, con una curación de dos meses, que termina por evolucionar hacia un acabado cremoso. Posee un sabor elegante y equilibrado y unos aromas muy puros, nada habituales en un producto de este tipo.
Como explica Pedro Carrascosa, "este queso nació por casualidad. La maestra quesera estaba intentando hacer un queso de pasta blanda, pero en la cámara, por las características de nuestra leche, por la temperatura, humedad y la limpieza de la corteza, se produjo una proteólisis espontánea –cambios bioquímicos que se producen durante la maduración del queso, que afectan a su textura, aroma e intensidad– y el centro se puso mucho más cremoso".
La bodega Familia Conesa-Pago Guijoso ofrece diferentes propuestas de enoturismo y dispone de una tienda en la bodega y una tienda online en la que adquirir todos sus productos.
Más sugerencias en Instagram.

