

Crítica Gastronómica
Ricardo Temiño Restaurante, un menú camino hacia la excelencia
La Fábrica cumple 10 años y su restaurante gastronómico Ricardo Temiño te reencontrará con los sabores clásicos de la cocina castellana.
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El reservado en la bodega de Ricardo Temiño Restaurante donde comienza el viaje por el Menú Camino con un cóctel de bienvenida de vermú, Campari y espuma de palo cortado y los aperitivos a base de un pincho de lechazo acompañado de un pimiento rojo asado y confitado con un toque de chocolate ahumado. El último aperitivo es un paté croûte.
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En Ricardo Temiño Restaurante te vas de tapas por Burgos con una cojonuda, que la presentan en forma de tartaleta con morcilla y huevo; y también tienes el cojonudo, que es con chorizo, huevo y alegría, para comerlo de un bocado porque explota en la boca. Y terminamos con su interpretación de la olla podrida, el tradicional guiso de alubia roja versionado en un pan bao relleno de los sacramentos y acompañado con un caldo de la misma alubia.
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El salón de Ricardo Temiño Restaurante conserva la fachada original del edificio.
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Dos bocados que están desde ese origen del restaurante La Fábrica en el año 2014, una tartaleta con un guiño a los canelones de bogavante del Cantábrico, duxelle de erizo y salsa holandesa; y un carpaccio de vacuno madurado, Rubia Gallega aliñada con aceite de trufa con lascas de almendra para darle el toque tostado y ralladura de queso Peña Amaya.
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Hinojo glaseado y a la brasa, acompañado por dos tipos de reducciones diferentes, una demiglace elaborada con sus pieles tostadas y una beurre blanc que se hace con mantequilla, chalotas y vino blanco Verdejo, acompañado por un aire de mantequilla noissete que da un toque de avellana al tostar la mantequilla. Para contrarrestar el punto dulce del plato el añaden tres puntos del propio hinojo fermentado.
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Guisante lágrima con carabinero y caviar Osetra. Un caviar verde de la zona del Maresme que se asienta sobre una base de pesto de pistachos, por encima el marisco y caviar. Se termina el plato con un caldo reducido de las cabezas del carabinero.
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Los hipopótamos están presentes en todo el restaurtante porque es un animal que encanta al chef Ricardo Temiño.
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Secuencias del lechazo, con ravioli de cuellos asados madurados durante un mes en su cámara y terminado con una demi glace del propio lechazo que concentra la mayor parte del sabor. La hacen con 100 litros de caldo que cuelan y dejan reducir durante tres días para quedarse con apenas 2 litros. Además, acompañan de la típica ensalada de lechuga y tomate pero en formato líquido. Lo elaboran licuando de la propia verdura para evitar que se oxide y consiguen mantener su sabor y frescura.
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Lomo y remolacha, lo maduran durante 15 días y le sacan los lomos y el costillar. Los lomos están marcados a la brasa y lo acompañan de remolacha elaborada en cinco texturas diferentes.
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El postre de la abuela, típico burgalés y a base de queso, miel y nueces. Un canitillo hecho con miel y relleno de queso fresco, una bola de helado del mismo queso, un gel y un panal de miel y un trampantojo de praliné de nuez.
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Los petit fours son de rocas de chocolate negro de Madagascar y menta, nubes de yuzu y un bizcochito de pistacho.
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