

París: su luz y su ambiente, una ciudad a la que siempre hay que volver
Un paseo por la renovada capital francesa tras los Juegos Olímpicos. Un pulso rápido a la ciudad del amor y la luz, añadiría, con calles más limpias, espacios renovados y una sensación de estar en una de las urbes más importantes del mundo, que mezcla elegancia con vitalidad, París demuestra que sigue siendo (y será siempre), una ciudad a la que hay que volver.
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La luz de París
París despierta entre bicicletas y luz dorada. Una escena cotidiana al amanecer que revela la belleza más serena de la ciudad. Ciclistas cruzan suavemente sobre el pavimento adoquinado del barrio de Ópera, mientras algunos peatones caminan con calma, marcando el inicio de una nueva jornada.
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El Sena
A orillas del Sena, París fluye con calma entre ciclistas, paseantes y colores urbanos. Frente a la majestuosa Conciergerie, la vida cotidiana se mezcla con la historia en una postal viva de la ciudad.
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Las azoteas de París y la torre Eiffel
Desde la azotea de Le Dernier Étage de París, la Torre Eiffel asoma entre tejados y chimeneas, recordando que la belleza de la ciudad también se encuentra en sus alturas silenciosas.
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El Louvre y su sus artistas callejeros
Bajo los arcos del Louvre, el arte no solo cuelga de las paredes: músicos callejeros llenan el aire con melodías que dan vida al mármol y al silencio del museo
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Las terrazas parisinas
Un atardecer mágico en las calles de París, donde las luces cálidas de Les Hirondelles invitan a disfrutar de una cena mientras decenas de bicicletas pasan frente a las mesas.
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Place du Palais Royal y sus espejos
Esta impresionante fachada de cristal en París, en la zona de Place du Palais Royal, captura la esencia de la modernidad entrelazada con la rica historia de la ciudad. Un encuentro fascinante entre arquitectura antigua y nueva.
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Bicicletas, bicicletas y más bicicletas en París
Un ciclista parisino disfruta de su paseo en bicicleta sobre las concurridas calles de París con las primeras luces del día.
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Música callejera
En las inmediaciones del museo del Louvre, el arte se escapa de las salas y toma las calles: los músicos callejeros llenan los arcos de piedra con melodías que hacen vibrar el alma de París.
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En las inmediaciones del museo del Louvre muchos turistas aprovechan para hacerse fotografías aprovechando el magnífico entorno arquitectónico y la preciosa luz del atardecer.
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El Sena y su magnetismo
Una turista observa pensativa el Sena y la Torre Eiffel de fondo. Los puentes de París son en sí mismos un atractivo.
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Surcando el Sena al atardecer, París se revela desde otra perspectiva: puentes dorados por la luz, fachadas que se reflejan en el agua y una calma que solo se siente desde el corazón del río
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La primavera y las terrazas parisinas
Entre mesas pequeñas, copas de vino y conversaciones suaves, la vida parisina se despliega en cada terraza: un escenario cotidiano donde el tiempo parece detenerse.
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Shakespeare and Company, más que una librería 'instagrameable'
Justo enfrente, una visita casi obligatoria: la mítica librería Shakespeare and Company, refugio de escritores, lectores y curiosos. Su interior sigue oliendo a papel antiguo, y sus estanterías, desbordadas de libros en inglés y francés para todos los gustos. Además, si compras un libro, te lo sellan con su famoso logotipo. Un bonito recuerdo de París.
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Primavera en París: la ribera del Sena se convierte en un refugio de calma entre puentes históricos y rincones tranquilos.
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Notre Dame y su reapertura
Totalmente restaurada tras el devastador incendio de 2019, la catedral ha vuelto a abrir sus puertas, con entrada gratuita (aunque, eso sí, con largas colas en el exterior). El interior, impecable, irradia una paz solemne y presencia recién estrenada. Atención al horario de cierre, que puede variar según la temporada.
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