

Suiza
Aletsch, así es el glaciar más grande de Europa, desde sus miradores
En el corazón del cantón del Valais, en los Alpes suizos, se ubica el Gran Glaciar Aletsch, una autopista helada de 23 kilómetros que sobrecoge por su inmensidad y belleza.
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El corazón de los Alpes suizos esconde un gigante helado que sobrecoge al viajero, una maravilla natural llamada Aletsch Arena que corta la respiración al instante nada más verlo de cerca.
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Situado en el soleado cantón del Valais, este inmenso río de hielo de veintitrés kilómetros es el más grande de toda la gran cordillera alpina europea.
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Para admirar al coloso existen tres miradores excepcionales conectados por remontes, puntos estratégicos de una ruta diseñada para ofrecer las mejores perspectivas de esta inmensa autopista blanca congelada.
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El Gran Glaciar Aletsch, una masa de once mil millones de toneladas de hielo que avanza lento e imparable hacia el valle.
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El primer mirador es Moosfluh, donde el contraste entre el bosque y el hielo azulado crea una estampa de colores casi imposible de olvidar.
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Desde allí arriba también aparecen ante los ojos de los montañeros los picos más famosos: el Eiger, el Mönch, el Jungfrau y el gran Matterhorn.
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El Aletsch Arena no se visita simplemente para hacer fotos, se visita para entender la fuerza de la naturaleza y guardar un recuerdo imborrable en la memoria.
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La joya de la corona de los miradores del glaciar de Alestch es sin duda el Eggishorn, situado a casi tres mil metros, único punto desde donde se ve todo el glaciar completo.
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En lo alto del Eggishorn, situado a casi tres mil metros, hay una cafetería con vistas a la inmensidad de los Alpes, que por razones obvias, solo abre durante los meses de verano.
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Otra vista del glaciar desde el mirador de Eggishorn, situado a casi tres mil metros de altura. Para visitarlo hay que protegerse del intenso frío con ropa adecuada, impermeable y cortavientos, incluso en verano.
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En verano, los amantes del senderismo pueden disfrutar recorriendo algunas de sus rutas, caminando paralelos al glaciar y respirando el aire más puro de toda la Europa central.
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En verano, los amantes del senderismo disfrutan recorriendo la cresta, caminando paralelos al río helado y respirando el aire más puro de toda la Europa central.
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En las cercanías del pueblo de Bettmeralp se encuentra un lago natural, del que se nutren las decenas de máquinas de nieve durante la temporada alta de esquí. En verano y otoño esta postal invita a desconectar del mundanal ruido y conectar plenamente con la naturaleza salvaje.
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La UNESCO protegió con acierto este paisaje como Patrimonio de la Humanidad, un entorno único que nos recuerda cada día nuestra fragilidad frente a los elementos.
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Cuando llega el invierno, todo el paisaje cambia radicalmente y se cubre de un manto blanco, convirtiendo la zona en un paraíso exclusivo para los esquiadores.
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Hay lugares en el mundo que no se visitan, se sienten. Rincones donde la naturaleza ha decidido desplegar todo su poder para recordarnos lo pequeños que somos. Y uno de esos lugares, quizás el más impresionante de toda la cordillera alpina, es el Aletsch Arena. En el corazón de Suiza.
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En Suiza, el tren no es un transporte, es parte de la vida. Y funciona muy bien. Para llegar a este lugar desde España, la mejor combinación suele ser volar a Ginebra o Zúrich. Desde cualquiera de los dos aeropuertos, la red de ferrocarriles federales (SBB) le llevará hasta la localidad de Brig, el gran nudo de comunicaciones del Valais. Desde ahí, solo queda el último salto: el teleférico.
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Subiendo más alto encontramos el Bettmerhorn, que ofrece una visión frontal de la lengua glaciar serpenteando entre las rocas de las altas cumbres alpinas.
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Tres pueblos suizos de cuento vigilan la ladera bajo el glaciar: Riederalp, Bettmeralp y Fiescheralp.
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Pocos lugares en el mundo ofrecen esta combinación perfecta de accesibilidad, infraestructura suiza impecable y naturaleza salvaje, haciendo que esta sea siempre una apuesta turística segura.
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Bettmeralp destaca por sus casas de madera oscura y su icónica capilla blanca, imagen de postal que se graba en la retina.
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Otra estampa, esta vez de noche, de la iglesia de Bettmeralp, un idílico lugar en lo alto del valle del Ródano del Valais, rodeado por los imponentes picos de los Alpes.
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El interior de una de las cabañas que utilizaban los vecinos de estos pueblos de montaña hace poco menos de un siglo. Hechas de madera, en su interior vivían varias familias, en el piso de arriba, porque el de abajo estaba reservado para los animales.
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Tres pueblos se emplazan en la ladera del glaciar: Riederalp, Bettmeralp y Fiescheralp. Ya que aquí no existen los coches de combustión, el único medio de transporte es el minibus eléctrico que conecta los tres pueblos.
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La gastronomía local merece un capítulo aparte, destacando el curioso pastel Cholera, una receta histórica de verduras y frutas que sorprende por su gran sabor exquisito. Tampoco puede faltar una buena Raclette del Valais, queso fundido al fuego servido con patatas y pepinillos, el plato ideal para recuperar fuerzas tras el caminar.
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El sistema de buzones suizo para los pueblos de los Alpes es cuanto menos curioso. Mediante un carril de elevación vertical, los buzones son siempre accesibles, incluso en pleno invierno con más de un metro de nieve.
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Si el presupuesto es más ajustado, una opción inteligente es alojarse abajo en el valle, en Fiesch, y subir cada mañana temprano usando el rápido teleférico.
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