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Katy Mikhailova

De Brooke Shields al edredoning

Lucía Etxebarría critica la sexualización de menores de edad de El lago azul, pero se olvida de La isla de las tentaciones.

Lucía Etxebarría critica la sexualización de menores de edad de El lago azul, pero se olvida de La isla de las tentaciones.
Brooke Shields | Archivo

La hija de Kate Moss acaba de cumplir su mayoría de edad, y lo ha hecho debutando hace escasas semanas para Miu Miu en la pasarela de París. Todos sabíamos que era cuestión de tiempo. Lila Grace Moss ya con 16 protagonizó una portada de Vogue junto a su madre, para el célebre fotógrafo Mario Sorrenti. Y, aunque por aquel entonces la única hija de la icónica modelo no pretendía dedicarse a la misma profesión que su madre, la situación parece estar cambiando. 

Esto viene a cuento de que, además, esta semana, el jueves, Lucia Etxebarría planteaba en su redes el debate sobre la hipersexualización de las niñas menores de edad, poniendo de ejemplo a Brooke Shields en películas, entre otras, como El Lago azul que con 15 años protagonizaba escenas en la que se le veía semidesnuda. Yo, que no comulgo demasiado con algunos valores y tendencias de la escritora, en esta ocasión debo decir que algo de razón puede tener. Aunque también diré que, Lucía, llamar a aquello pornografía es demasiado. Pornografía es el “edredoning” de La Isla de las Tentaciones y no aquello, que aun convirtiéndose en un mito erótico, yo llamo “belleza”. No había una explícita intención de producir una excitación sexual, por lo que no podemos calificarlo de esta manera,

Al final Lucía termina mezclando el matrimonio legal de menores de 18 en algunos estados de los Estados Unidos, con los traumas de aquellas niñas que heredan de las madres: todo junto convierten tal debate en una especie vinagreta digna de digerir con un buen vino. 

Por si fuera poco, el otro día le decía a un matrimonio, amigos míos de siempre, si querrían que posaran sus hijas de 3 años con unos perros o gatos para una exposición de fotografía que estoy organizando contra el abandono animal, y se negaban en rotundo a aceptar aquello, dado que no admitían que sus hijas salieran en una revista que recogería la exposición. Lo que me hace preguntarme si acaso no son más peligrosas sus fotografías en Instagram a estar en una revista de papel couché, que abarca temas de lujo sostenible y RSC, y que tiene un lector de perfil de nivel cultural alto.

Son tres temas paralelos que ocurrían esta semana y que me hacen dudar de si estamos de verdad haciendo las cosas bien y dónde nos podríamos estar equivocando. Creo que nos pasamos la vida generalizando, creando etiquetas del tipo de “heteropatriarcado”, “hipersexualización”, “pornografía”, “relaciones forzadas”... Echo de menos una reflexión de Lucía sobre Lolita de Nabokov y si Lolita no sería acaso víctima también del heteropatriarcado, a pesar de que fuera ella misma la primera en padecer un trastorno que se le podría perdona (¡eso sÍ!) porque es menor de edad y tenía una madre alcohólica; provenía de una familia desestructurada (o directamente sin la figura paterna) y que en los Estados Unidos podría atribuírsele la cruel etiqueta (sí , yo también me tiro piedras contra mi propio tejado…) “white trash” (basura blanca). Lolita no era mala, era víctima de una manipulación de un pedófilo. De acuerdo. 

Sea como fuere, y sin entrar en absoluto a defender la trama del célebre libro de Nabokov, nos pasamos la vida debatiendo miserias ajenas, mientras la vida pasa como un suspiro.

Mañana, domingo 18 de octubre, estaré cumpliendo 30 años, lo que me invita a recordar que mi primera columna de libertaddigital.com la escribí con 21 años. Llevo casi una década escribiendo sábado tras sábado en este portal con el que he ido creciendo como persona y periodista. He vivido linchamientos de mujeres de extra ideología feminista sólo por afirmar que “la moda de los penes en la cabeza era la peor moda de Occidente” (en relación a las despedidas de soltera) y he sobrevivido a diversos ‘haters’, los más fieles a mis columnas a los que directamente he dejado de leerles desde hace unos 4 años. He aprehendido en casi esta década que debo tomarme la moda con más humor y menos seriedad, porque hemos llegado a este mundo sin ropa, y así nos iremos. 

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