Menú

No hacer nada: las vacaciones que cualquier autónomo se merece

Ahora mismo les escribo desde Torremolinos, con una maleta que lo mismo te acopla una semana de vestuario que una noche.

Ahora mismo les escribo desde Torremolinos, con una maleta que lo mismo te acopla una semana de vestuario que una noche.
Vacaciones | Unsplash/Rafael Cisneros Méndez

Debo de ser esa especie rara, y conformar esa discriminada minoría, que adora agosto en Madrid. Que adora, en general, el verano de Madrid. Por supuesto que me refugio con mi aire acondicionado o mi club a 5 minutos de casa en el que tengo 3 piscinas cada cual mejor que la anterior. Pero reconozcámoslo: agosto en Madrid es sinónimo de silencio, vacío y flexibilidad. Y sobre todo, y aquí abro debate, vacaciones y viajes no necesariamente deben ir unidos como concepto y menos aún como práctica.

"¿Cuándo te vas de vacaciones?" es la frase que más veces he escuchado en los últimos días. Oigan: no me voy de vacaciones, con las vacaciones me quedo. Y con el silencio. Y sí. Seguro que haré mis escapadas forzadas por algún que otro quehacer de trabajar (nos vamos a presentar FEARLESS Ibiza en un barco con Rosistirem). Pero aún así, agosto en Madrid es lo más.

Por supuesto aquí entra en juego un factor de subjetividad y relativismo. Las personas que viven su día a día en una rutina y cuya profesión no les posibilita viajar sí afrontan un viaje con ilusión. Para mí viajar cada vez me genera más aburrimiento y estrés, y lo asocio al trabajo. Y esta es la tesis que viene a reforzar el concepto de "staycation" ("stay" quedarse o estar, y "vacation" vacaciones), que, aunque haya sido acuñado en 2005 por The Washington Post, desde que soy empresaria cobra otro sentido en mi vida. Definitivamente, las vacaciones que yo me merezco son esas en las que no voy a hacer nada.

¿Qué hacemos los que viajamos por trabajo? Que la desconexión y el descanso no es repetir nuevamente la creación con creatividad de una maleta, coger un taxi, dirigirte hacia una estación de tren o aeropuerto, volver a cargar con el equipaje, enseñar el billete, pasar el control, esperar a poder entrar y sentarte en tu asiento; después de esperar para hacerlo, hacerlo: entrar, sentarte, colocar otra vez tu equipaje. Y ojo. Rezar para que "el de al lado" en caso de aparecer no sea invasivo ni espacial ni fonéticamente. Ni siquiera en aroma, y que, con algo de suerte y educación, coma sin hacer ruido o duerma sin roncar. Ducha mediante.

A todo lo anterior le siguen esas horas (perdidas, algunas veces, pues envidio a toda esa gente capaz de dormirse, son de otro planeta) de duración del trayecto, para llegar a tu destino, volver a coger el equipaje, esperar para otro taxi o transporte que te lleve a tu hotel o lugar en el que vas a pernoctar. Y llegado a tu destino, el que va a ser tu "hogar" por días o semanas, toca deshacer la maleta con la amenaza de la notificación mental de que se volverá a repetir a la inversa el procedimiento cuando uno abandona ese lugar "vacacional".

No sé ustedes leyéndome, pero a mí, sólo de escribir todo esto, me ha entrado agobio y pereza. Si a esta práctica tan común le sumamos el factor gente, colas, largas esperas, retrasos y subida de precio… ¿se desconecta? Yo no.

Analicémoslo bien. Algo bueno teníamos que tener los autónomos societarios: elegir cuándo poder irnos (o quedarnos) de "vacaciones".

Ahora mismo, por ejemplo, les escribo desde Torremolinos, con una maleta que lo mismo te acopla una semana de vestuario que una noche (da igual: hay cosas que abultan que las debe coger uno para un día o siete). No estoy por placer, aunque ello no quite que extraiga placer de mi trabajo. El viernes pude presentar con Alberto Núñez Feijoo y Juanma Moreno, moderada la mesa por Bea Fanjul, qué es FEARLESS. He venido a hablar de mi libro, o mi revista. Sentada a la derecha del que podría ser el próximo presidente de España, he contado eso que digo últimamente de que soñaba con ser "la Anna Vintour de Vanity Fair" pero como aquello era difícil de conseguir decidí crear mi propia "VANITY". Me hubiera fascinado hacer este viaje para estar en una tumbona sin hacer nada pero lamentablemente no he podido. No tocaba. Como otras tantas veces.

En cualquier caso vivimos unos tiempos en los que si algo tenemos de maravilloso es la libertad de movimiento que se manifiesta en un infinito mar de posibilidades. Si ustedes viajan para parar y ser, les felicito. Si lo hacen porque es "lo que toca", deténganse a pensar qué sucede en sus vidas.

Temas

En Chic

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Libro
    • Curso
    • Alta Rentabilidad