Menú

De cerdos, santos y baretos

Ahora es el turno de los cerdos. Ya no son tan políticamente correctos como antes, ni en época navideña.

Ahora es el turno de los cerdos. Ya no son tan políticamente correctos como antes, ni en época navideña.
Katy

Más que estrenar 2025, a mí lo que me da pánico es 2030. No quiero imaginarme la nochevieja un 31 de diciembre de 2029. ¿Qué pasará con el planeta en esas 24 horas anteriores a la inauguración formal en tiempo y espacio de la famosa Agenda 2030?

Recuerdo cuando todavía el ecologismo era la religión que sustituía esta agenda de sostenibilidad occidental. Entonces una de nuestras mayores preocupaciones giraba en torno a los gases de las vacas. Contaminaban. Los gases. De hecho, googleando el asunto leo que una vaca adulta puede llegar a emitir cerca de 500 litros de metano diariamente, lo que podría representar un 3,7% de todas las emisiones contaminantes.

Ahora es el turno de los cerdos. Ya no son tan políticamente correctos como antes, ni en época navideña. Ni los cerdos ni sus políticos. Ni siquiera sus eructos. No en Dinamarca, al menos. Herencia de Nueva Zelanda. A todo cerdo le llega su San Martín. Detesto este refrán porque Martín era un santo (o al menos lo intentaba en los días pares de su agenda pintada a mano). Pero los cerdos daneses, para su Gobierno, no tanto. O no sus ganaderos. En 2030 se tendrá que abonar 40 euros por cada tonelada de metano emitida por sus cerdos y también vacas (pobres, no se libran ni de esta).

Ahora resulta que contamina más el ganado que la comida procesada, libre de cualquier gas e impuesto extraordinario en solidaridad con el medioambiente. Los veganos van ganando (no ganado) terreno. Y aunque se agote este "otogno", desde luego que las hamburgueserías seguirán produciendo hamburguesas, aunque no se sabe bien con qué carne. Porque no hay cerdo para tanto carnívoro.

No sólo atravesamos una crisis de identidad vital sino también de identidad gastronómica. La gente vive anestesiada de restaurante en restaurante, buscando la foto instagrameable. Una de mis tareas para 2025 será publicar ‘la ruta de la caspa de Fearless’: todos esos bares y baretos de Madrid llenos de serrín y restos de aceite en las paredes, que demuestran que no todo es perecedero y que a veces la verdadera tendencia es la ausencia de la misma. Podría empezar por el Bar Carlos (en C/ Príncipe de Vergara, 118) y continuar con un gallego maravilloso que hay en la C/ Ortega y Gasset, 66 (As Pedriñas Novas). La música es improvisación. La luz es la que toca. La decoración consiste básicamente en tener dónde sentarse. El aroma es la causalidad de sus cocinas. Y las cartas son un verdadero cuadro casual. Pero se come bien. Los camareros te conocen. Y son sitios normales para gente que busca la normalidad en las experiencias, y no grandes emociones a precio de oro. Y luego está El Doble de Jesús (C/ José Abascal, 16). Es un híbrido entre lo vintage y lo moderno: el cómo conseguir llenar las paredes de fotos con famosos y su dueño, y que aquello siga teniendo glamour y coherencia visual, sólo lo sabe hacer Jesús. Yo, curiosamente, tengo mi foto colgada. A veces pienso que si dejo de ir, seré descolgada, como quien deja de abonar su membresía. Por El Doble han pasado desde los personajes más polémicos de Tele5, hasta los royalties que tenemos en nuestras página de papel couché, cantantes, artistas, flamencos y toda clase de curiosos. Políticos también. Es más: les contaré la anécdota de un cliente que llegó a robar hace unos meses el retrato de Ayuso. Al día siguiente su hija lo devolvió con una nota en la que se disculpaba. De cuando en cuando Jesús pega en la puerta el cartel de ‘está completo’, y entonces sucede la misma magia que en la Feria de Abril: la gente hace cola para entrar. Todo sea por su salpicón de pulpo o cualquier género que fluya, fluido o no. O simples curiosos.

katy-foto-articulo-311124.png

Jesús ha reinventado la manera de comunicar su cocina, y se merece esta pequeña mención. Ahí cerdos, los justos (aunque las albóndigas que me comí el domingo pasado eran un híbrido de vaca y cerdo, y yo es que soy más purista, las prefiero de ternera sólamente). Siempre nos quedarán las gambas que todavía, hasta que la Agenda 2030 diga lo contrario, no eructan y son felices.

En Chic

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Libro
    • Curso
    • Alta Rentabilidad