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¿Y si tu perro fuera neurodivergente? La ciencia empieza a considerarlo

Al seleccionar a los perros más cariñosos y sociables, podríamos haber potenciado rasgos genéticos parecidos al TDAH o al autismo.

Perro salchicha mirando por la puerta | Libertad Digital

Quien convive con perros sabe que, como las personas, cada uno tiene su propia personalidad. Algunos son impacientes, ansiosos, obsesivos o hipersensibles al entorno. Estas conductas, tradicionalmente interpretadas como problemas de comportamiento, empiezan a ser revisadas bajo una nueva lente: la neurodiversidad animal.

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Un creciente número de estudios científicos explora si algunos perros podrían presentar rasgos comparables a trastornos humanos como el TDAH o el autismo. Y no solo eso: estos rasgos podrían haber sido seleccionados —sin saberlo— durante miles de años de domesticación.

Genética del vínculo: el caso del gen Shank3 en perros

Uno de los hallazgos más reveladores proviene del estudio publicado en Science Advances en 2024, donde científicos identificaron que ciertos perros beagle con una mutación en el gen Shank3 —asociado al autismo en humanos— presentaban un menor deseo de interactuar con las personas, así como una menor sincronización cerebral durante el contacto visual humano-canino.

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Este fenómeno, conocido como neural coupling, implica que el cerebro del perro se alinea con el del humano al mantener la mirada, un proceso clave en la conexión emocional. Los perros con la mutación no mostraban esta respuesta, lo que sugiere una alteración en el procesamiento social espontáneo.

Un experimento inusual: LSD para mejorar la interacción social

En el mismo estudio, los investigadores probaron un enfoque radical: administraron una única dosis de LSD a perros con la mutación Shank3. Sorprendentemente, durante los siguientes cinco días, estos animales mostraron un aumento de la atención y una mejora en su sincronización neuronal con humanos .

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Aunque el uso clínico de psicodélicos en animales está lejos de ser aprobado, los resultados refuerzan una hipótesis inquietante: ciertos perros podrían tener diferencias estructurales en el cerebro que afectan cómo perciben e interactúan con el mundo social.

Más allá del laboratorio: el 99,5% de los perros tienen algún problema conductual

Otro dato que apunta en la misma dirección proviene de un estudio masivo realizado en EE. UU., que recogió datos de más de 43.000 perros domésticos. Publicado en Animals (2024), el análisis encontró que más del 99% de los perros presentaban al menos un comportamiento problemático, como miedos, fobias, agresividad o comportamientos compulsivos .

Aunque muchos de estos comportamientos se tratan con adiestramiento, la posibilidad de una base genética o neurobiológica más profunda empieza a ganar terreno.

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Otra investigación relevante aplicada modelos de inteligencia artificial para detectar perros con comportamientos similares al TDAH humano, evaluando sus reacciones ante estímulos nuevos y su forma de explorar el entorno. El modelo coincidió en un 81% con los diagnósticos humanos basados en escalas de comportamiento, según el artículo en Advanced Science .

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Esto sugiere que ciertos patrones de impulsividad, falta de atención o hiperactividad en perros no son solo mala educación, sino posiblemente manifestaciones de un perfil neurodivergente real.

Una sincronía cerebral única entre humanos y perros

En un estudio complementario publicado también en Science Advances, se descubrió que el simple hecho de que un perro mire a su humano genera sincronía cerebral espontánea, una forma de "conexión" entre especies única en el reino animal .

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Este vínculo parece estar mediado por neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, que también están implicados en condiciones humanas como el TDAH. De hecho, estudios previos ya han asociado niveles bajos de estos neurotransmisores con comportamientos impulsivos en perros .

Domesticación y neurodiversidad: ¿selección no intencionada?

Un estudio genético liderado por Lin et al. (2025) ofrece una perspectiva aún más amplia: la domesticación del perro ha implicado una profunda "mezcla" genética con los lobos, incluyendo genes vinculados a la sociabilidad y la tolerancia al estrés .

Los autores plantean que al seleccionar durante milenios a los animales más tolerantes, sociales o dependientes del ser humano, podríamos haber potenciado accidentalmente perfiles neurológicos que hoy reconoceríamos como neurodivergentes.

Quizás no todos los perros "mal educados" lo están

Este conjunto de estudios ofrece una narrativa nueva: algunos perros podrían experimentar el mundo de forma diferente no por falta de adiestramiento, sino por cómo su cerebro ha sido moldeado genéticamente.

Comprender esto podría transformar la forma en la que entrenamos, convivimos y nos relacionamos con nuestras mascotas. Igual que adaptamos el entorno para niños neurodivergentes, quizás debamos hacer lo mismo con algunos animales.

Yuko, Y., Saito, Y., Sato, T., Ikegami, K., Tsukamoto, M., & Sato, K. (2024). A canine model of SHANK3 deficiency reveals dysfunctional dopaminergic and social circuits. Science Advances, 10(11), eadu3793.

Watanabe, H., Kimura, M., Saito, A., Hasegawa, T., & Kikusui, T. (2024). Social neurophysiology of human–dog bonding: Cross-species neural synchronization during eye contact. Advanced Science, 11, 2402493.

Serpell, J. A., McGreevy, P. D., & Duffy, D. L. (2024). Owner-Reported Behavioral Concerns in a Cohort of Over 43,000 Dogs. Animals, 14(3), 365.

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