Cuando hablamos cara a cara con alguien, solemos realizar ciertos gestos con el rostro, las manos e incluso con la mirada, que muchas veces operan de forma no consciente y se conocen como comunicación no verbal. En muchas ocasiones, estos gestos son difíciles de controlar, pero también de detectar.
Uno de estos gestos es el de apartar la mirada cuando hablamos con alguien. Durante muchos años, este gesto se ha considerado un acto de mala educación, pero hoy en día puede tener muchas lecturas diferentes, por lo que no resulta fácil interpretarlo.
Mirar directamente a los ojos es agresivo en China
Se suele decir que no mirar a los ojos es de mala educación, ya que en nuestra cultura se percibe como un acto desagradable. Sin embargo, esto no ocurre en todos lados. Por ejemplo, en las culturas orientales, mirar directamente a los ojos puede considerarse grosero o agresivo.
Ya en 1976, Michael Argyle y Mark Cook, autores de Gaze and Mutual Gaze, explicaban el papel del contacto visual en la interacción social, destacando que puede tener múltiples significados en la comunicación interpersonal, como, por ejemplo, reducir situaciones incómodas.
En algunos casos, incluso se habla de una forma de mostrar cortesía, mientras que en otros refleja introspección. Asimismo, desviar la mirada también puede indicar que una persona está procesando información o evitando una confrontación visual directa.
Sensaciones emocionales
En muchos casos, la palabra que define el acto de apartar la mirada es "incomodidad", ya sea por estar frente a una persona que se respeta, encontrarse en una situación tensa o recibir información compleja.
A esta sensación se le añaden también varios estados emocionales, como la timidez, la inseguridad, la evasión o incluso la mentira.
Cuando alguien desvía la mirada durante una conversación, manifiesta que no se siente cómodo o que intenta ocultar algo para protegerse del interlocutor. En algunos casos, este gesto también se asocia a diversos problemas de salud mental y neurodivergencias, como la depresión severa o la ansiedad social.
Lo mismo ocurre con aquellas personas con baja autoestima o inseguridad, quienes tienden a hacerlo con mayor frecuencia que aquellas más seguras de sí mismas.
La dirección de la mirada
Adam Kendon examina las funciones de la mirada en la interacción social, centrándose en la dirección que esta adopta durante la conversación. Detalla, por ejemplo, cómo la dirección de la mirada juega un papel muy importante en la regulación de las interacciones sociales.
Apartar la mirada puede servir para marcar pausas en la conversación, indicando que alguien está reflexionando o permitiendo a la otra persona tomar la iniciativa. De igual modo, puede ser una forma de señalar que una interacción ha terminado o está cambiando de tono.
Un dato muy curioso es el lado hacia el que se desvía la mirada, ya que esto puede tener una gran relevancia. Según la teoría de la lateralidad ocular, mirar hacia la izquierda se relaciona con recordar experiencias pasadas, mientras que mirar hacia la derecha se asocia con la creatividad o la imaginación.