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La realidad sobre los nuevos puestos de trabajo en la era de la IA

La Inteligencia Artificial no viene a quitarte el trabajo. La verdadera revolución laboral es la convivencia con asistentes de IA

El debate público sobre el impacto de la inteligencia artificial en el mercado laboral suele estar lleno de imágenes de fábricas vacías, oficinas automatizadas y millones de personas desplazadas por máquinas infalibles. Sin embargo, cuando uno analiza las posibilidades de esta nueva tecnología y la propia evolución de los puestos de trabajo cuando otras tecnologías previas como la industria o internet emergieron, la transformación apunta en otra dirección. La verdadera revolución no es la desaparición del trabajador humano, sino la aparición de un nuevo actor en casi todos los puestos: el asistente o agente de IA.

La IA transformará los empleos

Lejos de sustituir por completo a las personas, estos sistemas ya se están integrando como una capa intermedia entre el profesional y la información que este debe gestionar. Así, un abogado que hasta ahora necesitaba pasar horas rastreando jurisprudencia ahora puede recibir, en segundos, resúmenes y posibles argumentos para su caso. Un médico puede disponer de herramientas que comparan historiales clínicos e incorporan todo el conocimiento de los estudios más recientes para determinar el diagnóstico de su paciente. Y, en un espectro más amplio, un responsable de marketing puede recibir propuestas de campañas y segmentaciones generadas por la IA. En todos estos casos, la IA amplía el alcance y la productividad del profesional, pero no lo sustituye.

Cuando atendemos a hechos similares del pasado, el aumento de la productividad de las máquinas sobre la mano de obra en el campo o en las fábricas no provocó que todas las personas se fueran al paro, sino que la forma de sus empleos cambiara. Esto se debe a que vivimos en un mundo competitivo, donde cada empresa trata de hacerlo mejor y de manera más eficiente que su vecina. Así, cuando una empresa adopta una tecnología revolucionaria, como la IA, sus competidoras deberán hacerlo también, antes o después, para sobrevivir. Y esto se traduce en una mejora de la productividad global, creando a la vez nuevas necesidades y oportunidades de negocio, lo que vuelve a crear puestos de trabajo.

La consecuencia de la nueva era dominada por la IA es, por tanto, que la mayoría de los puestos se volverán híbridos. El valor ya no residirá en ejecutar tareas rutinarias, sino en comprender el negocio, formular buenas preguntas a los asistentes y evaluar con criterio las respuestas. El trabajador relevante no será quien domine una lista de herramientas de moda, sino quien entienda qué problema de negocio quiere resolver, qué riesgos existen y qué implicaciones tiene cada decisión.

El valor estará en saber decidir

Esta realidad tiene un impacto directo en la formación. El modelo tradicional que prometía una profesión estable a partir de una titulación ya no resulta suficiente. Las empresas buscan perfiles capaces de aprender de manera continua, experimentar con nuevos agentes de IA e integrarlos en su actividad diaria. Además, las capacidades analíticas y de comprensión del entorno y los procesos internos se volverán esenciales. No se trata, como muchos piensan, de convertir a toda la población en programadora, sino de que cualquier profesional se acostumbre a trabajar con su asistente digital con naturalidad y con un espíritu crítico suficiente para aportar una capa de valor al negocio.

El conocimiento del negocio, del sector y del cliente gana así mucho más peso. Dos compañías podrán contratar la misma plataforma de IA y disponer de modelos similares. La diferencia competitiva no estará en la herramienta, sino en el uso que se haga de ella. La empresa que comprenda mejor a sus clientes y a sus procesos será la que utilice la IA para abordar problemas estratégicos y no solo para acelerar tareas menores.

Humanos e IA trabajarán juntos

Junto a esta transformación transversal, también surgirán nuevos perfiles especializados: responsables de estrategia de IA, expertos en gobernanza de datos y diseñadores de agentes que interactúen con clientes o automaticen procesos internos. No obstante, el cambio principal no va a ser la proliferación de cargos con nombres "cool", sino la reconfiguración silenciosa de las profesiones de siempre. Médicos, docentes, arquitectos, funcionarios o técnicos continuarán siendo indispensables, pero cada vez más acompañados de asistentes que proporcionen borradores, análisis y escenarios posibles.

Prepararse para este escenario implica dos movimientos simultáneos. Profundizar en el propio oficio, conocer mejor el sector y los procesos de cada empresa y, al mismo tiempo, perder el miedo a trabajar con asistentes de IA en las tareas cotidianas. La familiaridad se construye con el uso y la revisión crítica de lo que la máquina propone.

La narrativa de la sustitución total de personas por robots resulta sencilla y espectacular, pero la realidad que nos espera es más compleja y, sobre todo, más humana. Los nuevos puestos de trabajo no se definirán solo por la tecnología disponible, sino también por la capacidad de las personas para combinar el conocimiento del negocio con un manejo inteligente de la IA. En esa intersección se decidirá quién aporta valor en la nueva era laboral y quién se va a la calle.

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