
"Un continente y otro renovando las viejas prosapias,
en espíritu unidos, en espíritu y ansias y lengua,
ven llegar el momento en que habrán de cantar nuevos himnos.
La latina estirpe verá la gran alba futura:
en un trueno de música gloriosa, millones de labios,
saludarán la espléndida luz que vendrá del Oriente,
Oriente augusto, en donde todo lo cambia y renueva
la eternidad de Dios, la actividad infinita.
Y así sea Esperanza la visión permanente en nosotros,
ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda"
Quizás no seamos ya tan optimistas como Rubén Darío acerca del futuro de la Hispanidad, esa idea que se sustenta en una realidad rotunda, pero difícil de aprehender. Se atribuye a Cicerón la definición de la paz como "una libertad tranquila", que retomó el Papa Pío XII tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Somos hispanistas de convicción, pero tranquilos.
