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A los 81 años

Muere el periodista Antonio D. Olano

Olano, reportero de raza, acompañó en sus recorridos a Fidel Castro y fue amigo personal de Pablo Picasso. 

Olano, reportero de raza, acompañó en sus recorridos a Fidel Castro y fue amigo personal de Pablo Picasso. 
El periodista Antonio Olano | Efe

Se nos ha ido uno de los grandes del periodismo español: un reportero de raza, especie a extinguir en los últimos tiempos. Se llamaba Antonio D. Olano y había nacido en Villalba (Lugo) hace ochenta y un años, aunque algunos medios de información se hayan equivocado, rebajando esa cifra del calendario. La D de su firma respondía al apellido Domínguez. Su progenitor era veterinario. Apenas adolescente, el futuro gran periodista se curtió en la redacción santiaguesa de El Correo Gallego-La Noche. Mediada la década de los 50 del pasado siglo, barbilampiño aún, aterrizó en Madrid, donde brillaría como reportero en las redacciones de los diarios "Pueblo" y "El Alcázar". Se consagraría como un sagaz entrevistador. Su amistad con Luis Miguel Dominguín le permitió conocer en la intimidad a Pablo Picasso. Ningún otro periodista español logró, como él, acceder al genial pintor, a quien visitó en una decena de ocasiones en su residencia de la Costa Azul francesa. Una de ellas junto al cantante Juan Pardo, que acompañándose a la guitarra interpretó Anduriña, en tanto un atento y emocionado Picasso degustaba un kilo de percebes que le llevó Olano desde una marisquería de la madrileña calle Preciados. El periodista dejó de visitar al pintor malagueño cuando la última esposa de éste se enfadó con iracundia al ver publicada una foto en la que Picasso abrazaba amistosamente, sin ninguna otra intención, a la ex de Dominguín, Lucía Bosé. Jacqueline acusaba a Olano de haber difundido aquella imagen en la prensa italiana y llena de celos prohibió a éste visitarles en adelante. 

Olano fue el autor del texto que supuestamente había escrito Luis Miguel Dominguín para el libro Toros y toreros, que ilustró Picasso. El periodista también hizo de "negro" en las memorias que el torero publicó en la revista "¡Hola!", aunque no percibió ni un duro de lo pactado con el diestro. Que fue uno de los muchos personajes que poblaron su biografía periodística, en la que asimismo destaca Salvador Dalí, con quien le unió una estrecha relación. Tanto de Picasso como de Dalí conservaba valiosas obras, de las que Olano no solía hablar. De ambos artistas publicó varios volúmenes, llenos de amenidad e interés. Precisamente el último de sus libros publicados, El niño que bombardeó París contiene constantes referencias picassianas, fechadas al final de la II Guerra Mundial. Lo presentó el pasado 20 de noviembre en el madrileño teatro Muñoz Seca. Fue su última aparición pública, ya herido por una grave enfermedad. Lo recordaré siempre en ese atardecer, sentado en una silla de ruedas en el centro del escenario, mostrando su ingenio y su peculiar sentido del humor, como hizo siempre a lo largo de más de sesenta años de de vida periodística en la radio, la televisión y la prensa escrita. En la cadena Ser, mantuvo en los años 60, como guionista, un programa, El consejo del doctor, que presentaba el Marqués de Villaverde.  Su relación con éste le permitió conversar en bastantes ocasiones con el general  Francisco Franco, tanto en el Palacio de El Pardo como en el yate "Azor" y en otros lugares, de improbable acceso a otros periodistas. Discreto, Olano apenas si publicó retazos de aquellos encuentros. Sí que contó, por ejemplo, su entrevista con el comandante Fidel Castro, cuando se hallaba en Sierra Maestra. Como asimismo paseó por la Gran Vía madrileña con Ernesto "Ché" Guevara, aunque no le dejaron publicar este último reportaje por culpa de la férrea censura franquista. 

Antonio D. Olano estrenó varias obras teatrales, escribió letras de canciones, ganó varios premios literarios y radiofónicos, firmó centenares de poemas, ... y hasta obtuvo el título de entrenador de fútbol, deporte del que era muy apasionado, sobre todo seguidor acérrimo del Atlético de Madrid, entidad de la que fue jefe de prensa en los primeros tiempos de Jesús Gil. Pero, por encima de todo, Olano no dejó de escribir ningún día. Deja sin publicar una novela en la que tenía grandes esperanzas, de llamativo título: "¡Vete a la mierda, Hemingway!". Generoso siempre con sus compañeros, ajeno a ese pecado nacional de la envidia, mantenía una constante relación aunque fuera telefónica con sus múltiples amigos. Yo me considero honrado por haber sido uno de ellos. 

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