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Susana Fortes: "La verdad entraña un riesgo, hay que perseguirla con cautela"

La escritora gallega publica Nada que perder en la que relata la desaparición trágica de dos niños en los 80 y su investigación 25 años después.

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Los escritores siguen hallando en Galicia el mejor escenario para los thriller que beben de la influencia nórdica. Sus acantilados, aldeas despobladas y lugares recónditos son el equivalente patrio a los fiordos noruegos que esconden sucesos horribles, mentiras enraizadas y personajes que saben más de que cuentan. Susana Fortes (Pontevedra, 1959) ha navegado entre muchos géneros y paisajes literarios. Cuenta a Libertad Digital por qué su última novela Nada que perder (Planeta), de la que ya se han adquirido los derechos para una serie, transita aquí.

Está ambientada en As Covas, un lugar imaginario inspirado en un pueblo gallego del estuario del Miño, en la frontera entre Galicia y Portugal, marcado por las trágicas desapariciones de niños en la ría. "Casi todas mis novelas nacen de una obsesión. Me crie en Galicia, en una casa donde se contaban historias para que fuéramos precavidos y tuviéramos cuidado. En la zona del Miño, en la desembocadura y la frontera, hay muchas historias de niños perdidos, niños ahogados, desapariciones extrañas. Todo eso estaba ahí y es el sustrato de mi novela", asegura la autora. "Tenía la imagen de una pista forestal, una furgoneta acercándose, alguien vigilando, el cobertizo, los niños, las bicicletas, revistas antiguas con artículos sensacionalistas de casos escabrosos, el caso de Madeleine McCann…todo eso formó el magna original del que surgió la novela".

Fortes ha volcado en esta novela los escenarios en los que vivió de niña, pero también usa Galicia como "metáfora": "Su costa, al igual que ocurre con la costa noruega, está llena de recovecos y escondrijos, de curvas, no se puede llegar en línea recta. Es lo que ocurre al tratar de llegar al fondo de la investigación, hay que dar muchas vueltas".

Galicia, considera Fortes, se presta mucho a la novela por "los fantasmas del pasado, el narcotráfico y la ambigüedad de los personajes". Así mismo, añade esa tradición mitológica tan potente. "En Galicia hay un culto a los muertos muy interesante, mezcla de miedo, respeto y creencias ancestrales", considera.

Nada que perder cuenta la trágica desaparición de dos hermanos en los 80. Blanca, de ocho años, sobrevive misteriosamente a ese hecho. Aparece a la mañana siguiente dentro de una cesta de mimbre en la orilla opuesta del río sin recordar nada de lo ocurrido. Veinticinco años, un periodista que investiga el caso le obliga a enfrentarse a esos recuerdos que tenía escondidos. "La memoria es uno de los hilos conductores de la novela, esas cosas que sabemos pero que no sabemos que sabemos, que están ahí en un lugar muy profundo, pero que vuelven al primer plano gracias a un olor, un paisaje, una palabra".

"La memoria es un lugar de riesgo porque no siempre es fiel. Recuerdas unas cosas, otras no, y las que recuerdas están mediatizadas por cosas que has oído. La memoria no es un acta notarial", dice Fortes, que añade que los recuerdos, precisamente, son un arma de doble filo: "Hay gente que va por la verdad por delate haciendo verdaderas carnicerías. La verdad hay que perseguirla con cautela. Hay un momento en el que la protagonista se ve avocada a saber cosas que no querría saber. Y eso es algo que alguna vez nos ha pasado a todos. La verdad entraña un riesgo".

El misterio de la habitación cerrada

Para que la historia funcione, Susana Fortes ha optado por situar a los personajes en una pequeña aldea: "Los mundos pequeños, cerrados, herméticos, la familia, los pueblos pequeños, los lugares de frontera donde todo el mundo tiene algo que ocultar, funcionan, desde el punto de vista literario, como el misterio de la habitación cerrada. Todo está ahí y hay una especie de pacto de silencio. Los trapos sucios se lavan en casa. Todo el mundo sabe quién es quién, todo el mundo sabe pero nadie dice. Ese sustrato está en los pueblos".

Las reglas propias que rigen a estos pequeños universos provocan que cada uno mire hacia dentro, "una mezcla de no complicarse la vida, de pacto de silencio y de respeto a la privacidad" que genera un "ambiente insano". "Todas las cosas tremendas que suceden en el mundo ocurren a puerta cerrada en estos universos cerrados. Virginia Woolf decía que no hay nada más peligroso que tu propia casa. Esto pasa en los pueblos. El peligro está a la vuelta de la esquina", dice.

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Susana Fortes | Greg A. Sebastián

Susana Fortes sabe manejar la intriga para obligar al lector a pasar a la siguiente página. "El principio de incertidumbre básico del ser humano. Hasta el prospecto de un medicamento tiene que tener intriga, tiene que mover la curiosidad".

El título de la novela es un guiño al poema "El arte de perder" de Elizabeth Bishop. "Empezamos a perder desde muy pronto, desde que nacemos. Perdemos cosas, la inocencia, la infancia, casas, seres queridos y la vida es eso, acostumbrarse a perder y apañárnosla para seguir adelante", explica la autora gallega.

Fortes debutó con Querido Corto Maltés (Premio Nuevos Narradores 1994) y luego ha publicado novelas como Fronteras de arena (finalista del Premio Primavera 2001), El amante albanés (finalista del Premio Planeta 2003), Quattrocento (Planeta, 2007) o Esperando a Robert Capa (Premio Fernando Lara de Novela 2009), que ha sido traducida a más de 15 idiomas. "Este trabajo me proporciona muchas alegrías. He conocido a muchas personas interesantes, he viajado, he crecido mucho y, sobre todo, me ha hecho vivir muchas vidas", reconoce.

Susana Fortes. Nada que perder. Planeta. 277 páginas. 20 euros.

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