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Lucrezia, la "insignificante" y trágica hija de los Medici

Maggie O’Farrell reinterpreta desde la ficción la lucha contra el destino de esta joven de alta cuna en El retrato de casada.

Maggie O’Farrell reinterpreta desde la ficción la lucha contra el destino de esta joven de alta cuna en El retrato de casada.
Detalle de 'Retrato de Lucrezia', de Bronzino. | Galeria palatina

Lucrezia, tercera hija del gran duque Cosimo de’ Medici y la española Leonor Álvarez de Toledo y Osorio, fue prometida con tan solo 13 años a Alfonso d’Este, primogénito del duque de Ferrara, doce años mayor que ella y anteriormente futuro marido de su hermana María, fallecida de tuberculosis. Como una pieza más del ajedrez político de la Florencia de mediados del XVI, el matrimonio era su destino. Con solo quince años, se traslada a la corte de Ferrara. No celebró el primer año de casada.

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Como hiciera con Hamnet, – un fenómeno editorial con 1,6 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo y más de 100.000 en español - en el que contaba la muerte del hijo de Shakespeare, Maggie O’Farrell (Coleraine, 1972) reinterpreta desde la ficción un capítulo de la Italia renacentista y narra la lucha contra el destino de una joven de alta cuna en El retrato de casada (Libros del asteroide). La novela arranca con una referencia histórica que advierte que Lucrezia di Cosimo de’ Medici salió de Florencia con 15 años para iniciar su vida de casada con Alfonso II d’Este, duque de Ferrara: "Moriría antes de cumplirse un año".

Está inspirada por el poema del siglo XIX Mi última duquesa, de Robert Browning, en el que se describe un enigmático retrato de Lucrezia del pintor Bronzino. "Ese poema me descubrió a esa niña de 15 años y me interesé por su retrato. Me llamó la atención la expresión de Lucrezia, daba la sensación de que ya estaba preocupada. Eso disparó la escritura de esta novela, fue un flechazo", revela la autora, de visita estos días en España.

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A partir de aquí, O'Farrell hilvana los escasos datos históricos que existen sobre este personaje con "lo que podría haber pasado realmente", dando lugar a un relato apasionante de una mujer que trata de sobrevivir a la amenaza de su marido, un hombre sensible y comprensivo en apariencia. "Tuvo una vida muy corta y, como se ve en la novela, estuvo la mayor parte de ella encerrada en el palazzo, tanto cuando vivía con sus padres como luego con su marido. Para un historiador sería muy difícil reconstruir su vida, pero esos huecos que son un problema, para un novelista son una oportunidad".

"Lo que realmente me interesa, tanto en Hamnet como en El retrato de casada, es la historia que hay detrás de la historia. Conocemos mucho de Shakespeare pero no se había hablado de su hijo fallecido. Lucrezia un personaje olvidado del que nadie se acordaba". En sus dos últimos libros explora el duelo y la muerte, aunque reconoce que no es algo innato en su literatura. "Me interesan las historias dejadas de lado", insiste. "Tanto el hijo de Shakespeare como Lucrezia son personajes insignificantes para la historia. Ambos con una vida muy corta. Sin él no se habría escrito Hamlet. Son personajes a los que había que darle una voz".

La autora ha provisto a Lucrezia de una personalidad inusual, callada y perspicaz, y de un singular talento para el dibujo. Se ha basado en las cartas que se intercambiaron sus padres, él en toscano y ella en español. "Gran parte era información política pero también comentaban la vida doméstica. Leonor se queja de que su hijo no practica con el laúd o de que se les ha quedado la ropa pequeña. Ella favorece a sus hijos y el duque tenía debilidad por su hija Isabela. Apenas se menciona a Lucrezia, solo se habla de que es una soñadora, que se abstrae y no se concentra. Creo que no era muy querida y que no se le prestaba demasiada atención", cuenta la escritora irlandesa. "Toda ficción es como un padwork con detalles de tu vida y de la de los demás. Por supuesto, no tengo nada en común con la vida de una joven en la Florencia renacentista, pero siempre hay vivencias mías en mis libros", asegura O’Farrell.

La niña y la tigresa

La autora tiene la destreza necesaria para estirar una breve anécdota y embellecer lo cotidiano de una forma magistral. Enreda al lector con su evocadora prosa para que no advierta que la acción casi se ha detenido. Es lo que ocurre con un episodio en el que Lucrezia conoce a una tigresa que su padre guardaba en una jaula. "Cosimo tenía un montón de fieras en el sótano, me impactó mucho conocer eso y fue la primera escena que escribí para la novela. Lo que podría parecer inventado en la novela, está basado en la historia", dice la autora. "Descubrí que hay obras de arte del Renacimiento en las que aparecen leones, pero no hay tigres. Creo que directamente no habían visto nunca a un tigre y eso me impresionó, así que me imaginé cómo sería el hecho de encontrarte por primera vez con un tigre. Debía ser aterrador, pero Lucrezia sintió una conexión. Ahí fui perfilando la personalidad de ese personaje".

En una nota final, la autora aclara la línea que ha cruzado entre ficción y realidad. Al contrario que lo que sucede con su hija, Cosimo y Leonor fueron bastante conocidos y existe mucha documentación de su etapa en Florencia. "Se adoraban, fueron fieles el uno al otro, algo excepcional en la época, y aseguraron la continuidad de la dinastía. Era un momento delicado, a punto de desaparecer, y tuvieron ocho hijos. Ella fue una mujer muy capaz, gobernaba cuando Cosimo no estaba – sin hablar el dialecto toscano - y crio una raza de caballos españoles".

O´Farell no cree que, en el contexto de la época, la familia convencional fuera un enemigo para las mujeres: "El caso de su madre es un claro ejemplo del buen funcionamiento de un matrimonio. En una dinastía de grandes riquezas y privilegios como los Medici, estaba decidido que los varones serían guerreros y gobernantes y las hijas serían herramientas políticas para afianzar alianzas o sumar territorios. Cosimo reconocía que ellos eran casi unos nuevos ricos, mientras que la dinastía de Alfonso se remontaba a la época romana. Con ese casamiento querían alcanzar un mayor prestigio. Se sabe que la dote de Lucrezia fue de unos 200 escudos de oro, lo que equivale hoy en día a 1.5 millones de dólares".

No lee las críticas para que no le condicione el siguiente libro. "Mi marido si las lee y me avisa a quien tengo que evitar en un lugar público", bromea. Actualmente, hay conversaciones para adaptar al cine tanto Hamnet como El retrato de casada. La prestigiosa Royal Shakespeare Company está a punto de estrenar una versión teatral: "Lo que más me emociona es que el hijo de Shakespeare, al que no conocía nadie, ahora se suba los escenarios de la ciudad donde nació".

Maggie O'Farrell. El retrato de casada. Traducción: Concha Cardeñoso. ISBN: 978-84-19089-41-0. Páginas: 400. PVP: 23,95 euros

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