Menú
Póster La voz dormida

La voz dormida, tercer largometraje de Benito Zambrano tras varios años de aparente inacción, adapta la novela homónima de Dulce Chacón, publicada en 2002. El realizador de Solas reincide con ella en el cine con un marcado componente femenino a través de la historia de Pepita y Hortensia, dos hermanas atrapadas en el Madrid de la posguerra. La primera llega a la capital desde Córdoba para cuidar de la segunda, apodada Tensi y recluida en la cárcel de mujeres de Las Ventas pese a su avanzado estado de gestación.

La voz dormida es, también, una buena muestra del talento de Zambrano en todo lo referido a la dirección de actores. Esto, y la labor inmaculada de María León, verdadera actriz revelación del año y segura ganadora del Goya, son las dos grandes virtudes de una cinta que explota todos los tópicos habidos y por haber de la Guerra Civil española.

Pese a la sólida construcción de la historia, bien focalizada en las dos hermanas, La voz dormida es un ejemplo perfecto de cómo desdramatizar un grave conflicto recurriendo a los estereotipos del género. La película es marrullera en las situaciones más dramáticas, y por extensión poco convincente en las más cotidianas. Zambrano recurre al trazo grueso en el retrato de los personajes más negativos de la historia, sin tampoco escatimar golpes de efecto y tremendismo. El resultado es un retrato de la posguerra que se quiere dramático, pero que se queda en poco conciliador y abiertamente tendencioso en lo ideológico.

La aportación histórica de Zambrano se reduce a instantes tan poco conseguidos como el enfrentamiento de una madre superiora con las reclusas, por negarse a besar una figura religiosa, o el vergonzante momento en el que Pepita es golpeada y amenazada por un personaje que, hasta ese momento, aportaba algo de esperanza a las sufridas protagonistas.

Menos mal que está María León. La joven actriz consigue inyectar humor a las situaciones más dramáticas, y en una extraña reciprocidad, otorga algo de drama a las leves situaciones humorísticas que adornan la primera parte del relato. Gracias a ella se compensa la escasa sutileza del realizador, al menos, lo suficiente para llegar hasta el final.

En Cultura

    0
    comentarios
    Acceda a los 14 comentarios guardados