Menú

Soledad Miranda, musa del cine de terror y erótico

Se cumplen 50 años del fatídico accidente de tráfico en el que la actriz, de veintisiete años, perdió la vida.

Se cumplen 50 años del fatídico accidente de tráfico en el que la actriz, de veintisiete años, perdió la vida.
La actriz sevillana Soledad Miranda, en una escena de una película. | Youtube

Era el 18 de agosto de 1970 cuando el automóvil en el que viajaba la actriz Soledad Miranda se estrelló contra un camión en la carretera entre las localidades de Cascais y Estoril. Se da la circunstancia de que el vehículo lo conducía su marido, el portugués José Manuel de Conceiçao Simöes, con quien había contraído matrimonio cuatro años atrás. Eran padres de un hijo, que había sido piloto profesional de coches y, a ruegos de ella, llevaba un tiempo alejado de las pruebas de carreras. Con la desaparición de Soledad Miranda el cine español perdía a una de sus más jóvenes estrellas, pues sólo contaba veintisiete años, cumplidos un mes antes de la tragedia.

Se llamaba Soledad Rendón Bueno, natural del sevillano barrio de Triana. Hija de un primo de Paquita Rico. Me confesó aquella que no recibió ayuda alguna de la protagonista de ¿Dónde vas Alfonso XII?. Comenzó en una academia de baile y poco a poco llegó a conseguir primeros papeles a comienzos de la década de los 60, entre ellos, en una nueva versión de Canción de cuna y en otra, en color, de Currito de la Cruz.

Soledad Miranda procedía de una modestísima familia, en la que era la mayor de seis hermanos. Su padre trabajaba como descargador de pescado. Cuando ella comenzó a destacar en la pantalla me confesó que les enviaba un giro mensual de diez mil pesetas. Una buena hija que siempre pensaba en sacar de la miseria a los suyos. En ella se fijó Enrique Herreros, descubridor años atrás de Sara Montiel. Pensó que podría hacer de Soledad Miranda una estrella internacional. Lamentablemente no lo lograría, aunque la carrera de la guapa sevillana tuvo hasta pocos años antes de su prematura muerte bastantes expectativas para conseguirlo.

soledad-miranda1.jpg
La actriz sevillana Soledad Miranda, en una escena de una película.

La recuerdo en el estudio del gran fotógrafo Juan Gyenes, a espaldas de la madrileña Gran Vía, posando con su cuerpo esbelto, grácil, y una delicada mirada, sonriendo ante la cámara del maestro. Enrique Herreros, en mi presencia, contemplaba la escena, seguro de llevar las riendas artísticas de una figura emergente de nuestro cine y acaso, presentí, también enamorado de su arrebatadora belleza,

Le inventaron un par de romances con dos ídolos, cada uno en lo suyo: el cantante Raphael y el matador de toros Manuel Benítez El Cordobés. Tenía algo más de verisimilutd su presunta amistad con el diestro, pero no pasaron de algunos encuentros fugaces. Ella acabó eligiendo a un atractivo corredor de coches lusitano con quien, tras contraer matrimonio, permaneció un par de años alejada del cine. También fue ocasional cantante de estilo melódico y ye-yé, y llegó a grabar un par de discos. Como afición, tenía la de escribir versos y pintar al óleo.

"El amor de Drácula"

En la segunda mitad de los años 60, al no encontrar mejores propuestas en el cine acabó en manos del primer realizador que contó con ella, Jesús (Jess) Franco, acreditado por sus enrevesados productos de terror y sexo. Para esa segunda y última etapa de Soledad Miranda en la pantalla, utilizó los seudónimos de Susan Korda y Susan Korday. Apareciendo por lo corriente en esas cintas con llamativos desnudos en Sex Charade, Eugenie de Sade, Vampyros Lesbos y sobre todo El Conde Drácula, enésima historia sobre el personaje creado por el novelista británico Brian Stocker, en la que Jesús Franco contó con Christopher Lee de protagonista y hoy sigue siendo una de esas películas calificadas de culto por aquellos amantes del gore. A Soledad Miranda, con su nuevo sobrenombre artístico, comenzaron a llamarla "El amor de Drácula".

También fue contratada para filmes del denominado género spaghetti western, y otros de los del peplums, en Italia, aquellos donde los actores aparecían con falditas. La verdad es que eran productos de serie B, que Soledad Miranda aceptaba por pura necesidad. No se desanimaba, pensando que tendría mejores oportunidades, como al principio de su filmografía en la que se contaban títulos de más calidad: Cervantes, al lado de Gina Lollobrígida, Lola la piconera, La familia y uno más...

Le esperaba una oferta en estudios alemanes cuando tuvo el accidente, unos días hace ahora cuarenta y nueve años, cuando pasaba sus vacaciones en Portugal. Desde entonces su nombre, que ya iba desdibujándose, se apagó aunque no para aquellos cinéfilos que, repetimos, la recuerdan por ser una especie de musa de las películas de terror. Precisamente estos días, en Gijón, se celebra un ciclo de ese género con un apartado especialmente dedicado a la difunta actriz andaluza, que lleva por título "La mirada de Soledad, killed with ecstasy".

En Cultura

    0
    comentarios