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Crítica: 'Puñales por la espalda. El misterio de Glass Onion' (Netflix), con Daniel Craig

Puñales por la espalda critica la cultura woke (con desigual fortuna) pero plantea un formidable espectáculo.

Puñales por la espalda critica la cultura woke (con desigual fortuna) pero plantea un formidable espectáculo.
Puñales por la espalda: el misterio de Glass Onion | Netflix

Si la primera entrega, un "murder mistery" convencional pero bien adaptado a las tensiones internas de la gran familia americana actual, resultó un éxito de taquilla, la segunda Puñales por la espalda: el misterio de Glass Onion viene a disparar con bala a los movimientos "woke" mantenidos con infinita hipocresía por la banda de "pijipis" entre los que Benoit Blanc (cada vez más histriónico Daniel Craig, acercándose a Peter Sellers) se ve mezclado en esta ocasión.

Lo hace desde Netflix, gigante tecnológico como los que parodia la película, que compró la franquicia potencial or una millonada. El resultado es una película engordada de duración como tantas otras actuales, y definitivamente algo autocomplaciente, pero que en conjunto resulta en un absoluto triunfo pese a que, en ocasiones -como en su alargado desenlace- no pueda evitar caer en los mismos vicios que plantea.

Rian Johnson ambienta la ficción en los últimos coletazos de la pandemia y no ahorra chistes a costa de las mascarillas. En conjunto, la nueva Puñales por la espalda potencia el humor absurdo de las situaciones y sustituye la sátira de la familia como empresa de la primera entrega por una pertinente metáfora de las start up "limpias" ecológica y moralmente, las mantenidas -es un decir- por un grupo de amigachos entre los que vuelan los puñales.

El director del mejor episodio de la reciente trilogía Star Wars -es decir, la odiada por los fans- planta elementos disyuntores por toda la trama, el primero de ellos el propio Blanc. En conjunto su película se asemeja más a un cluedo de Blake Edwards que a uno de forja clásica, pero el aspecto retro y la ironía de la ficción no silencia el potencial artesanal de la película: la tensión aflora en la secuencia previa al asesinato (muy avanzado el extenso metraje) y el gran flashback que rompe a propósito la narrativa está introducido con inteligencia.

Preñada de adecuados cameos -el mejor ese relativo a la vida privada de Benoit Blanc- Puñales por la espalda. El misterio de Glass Onion es también una acerada crítica a las ansias de triunfo de una generación que parece haber fracasado en todo. Las interacciones entre personajes son deliciosas, Dave Bautista está estupendo (como Kate Hudson, que se lleva el gran "meme" de la película a costa de una de sus reacciones) y el conjunto devuelve al espectador sensaciones un tanto desahuciadas del cine comercial actual. Que el pirotécnico desenlace patine en sus propios planteamientos al final no es para tanto si las dos horas previas han sido tan buenas.

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