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Agapito Maestre

Un libro sobre Garci

Leeré el nuevo libro sobre el cine de Garci, pero sabiendo que no es el primero sino otro más, aunque acaso más importante que los anteriores.

Leeré el nuevo libro sobre el cine de Garci, pero sabiendo que no es el primero sino otro más, aunque acaso más importante que los anteriores.
Garci, recogiendo el Oscar por 'Volver a empezar' (1983) | Archivo

Andrés Moret ha escrito un libro sobre las películas de Garci. Magnífico. Bienvenido al club de quienes somos aficionados a su cine. Espero leerlo pronto. Quien da la noticia de la publicación lo hace con cierta intención irónica. O sea, insinúa que "ya era la hora" de que alguien le prestara a Garci la atención que merece. Es la primera vez, según la informante, que se dedica todo un libro al cine de nuestro amigo. Falso. Sí, lamento expresarlo tan rotundamente. Aunque la gran obra de Garci requiera de más y mejores comentarios, incluso de una teoría estética, es menester reconocer que a su cine se le han dedicado varios libros. Algunos de ellos, sin duda alguna, son muy relevantes para darle continuidad a las grandes faenas "genesiacas" de la cultura en lengua española. Yo mismo, en el año 2012, escribí uno titulado Del sentimiento. El cine de José Luis Garci (Notorius), que fue la ocasión para que otros autores, como Miguel Ángel Velasco y Rubén Franco González, desarrollarán memorables trabajos.

En ese orden de ideas, o mejor, de discurrir al revés, como diría nuestro gran Gracián, desearía recordar algunas críticas a mi libro para quienes "nos hablan a la malicia". Quizá les hagan bien estos textos a los seguidores de Garci. Creo que aún tienen actualidad. Filosofía. Discurramos, pues, al revés, para resaltar la obra entera de Garci. Digamos, entonces, el sí es no y el no es sí. Si dejamos aparte la sugerente crítica que escribió el maestro Luis María Anson, en El Mundo, leamos los sabrosos comentarios de los amigos Gabriel Albiac y Luis Alberto de Cuenca. Los dos decían lo esencial del libro: el primero escribió en la revista Leer que era un libro filosófico y el segundo destacó, en ABC, su valor poético.

Gabriel Albiac escribió lo siguiente:

Del sentimiento. El cine de José Luis Garci es un libro de filosofía que habla de cine. O un libro de cine que habla de filosofía. Tanto da. Es libro de alguien, Agapito Maestre, que hizo, como todos los de su edad, de nuestra edad, su primer aprendizaje sentimental en el cine. Y que, al dedicarse a la filosofía luego, entendió hasta qué punto aquella iniciación que fueron las películas de John Ford, de Howard Hawks, de Billy Wilder en los cines de la gris infancia española de los años cincuenta, preparaban ya las preguntas más importantes aquellas que marcarían la vida de una generación que ahora se adentra en la sesentona (edad adulta).

La ´segunda navegación' es el tópico fundacional de la filosofía. El filósofo da una vuelta de tuerca más a la primera artesanía que otros ejercieron. Es, en ese momento de su fundación, lo que Platón cincela sobre la escritura de Sófocles, hasta hacer de eso a lo cual él da nombre de filosofía un retorno circular de la tragedia sobre sí misma. Y el cine es, para nosotros, o, al menos, lo ha sido, exactamente la misma cosa que la tragedia fue para los atenienses: el espejo ante el cual reconocer la forma pura de nuestros sentimientos y de experimentar el estupor de que eso, exactamente eso, seamos nosotros. La conmoción que, en la sala oscura, nos produce el plano final de The searchers o el rostro desolado de Jack Lemmon ante el espejo roto de Shirley McLaine en El apartamento tienen la misma potencia incontenible a la cual los griegos llamaban hybris y ante la cual ninguna valoración es posible.

Gilles Deleuze ha desarrollado esa dimensión crucial de la fábrica de sueños en la formación del mundo imaginario del hombre del siglo XX. Lo que Agapito Maestre realiza aquí es un proyecto de similar envite: reconstruir nuestro universo de emociones alrededor de la obra de un sólo director español, quizá el más importante de los últimos decenios y, por ello, el que ha tenido que chocar con rencores más irracionales: José Luis Garci. La fraternidad que entre el hombre y el cine y el filósofo se va tejiendo a lo largo de las páginas de este libro es uno de los más hermosos testimonios que conozco de eso tan inhabitual en el medio intelectual y artístico español: la amistad, a la cual Spinoza llama "único lazo que une a los hombres libres". Pero es que, hombres libres, aquí, no hay muchos.

El manifiesto que abre el libro es inequívoco. Maestre juega con las cartas boca arriba: va a hablar de un autor y una obra a los cuales ama: ´He hallado un hombre. Apago la linterna de Diógenes. Escribiré sobre su obra o sea sobre él. Son inseparables. Este libro sólo aspira a ser una nota al pie de las imágenes creadas por Garci'. Será mucho más que eso, precisamente por el rigor con que se ajusta al proyecto de ´escribir los pies de foto de algunas de sus películas'. Y por la absoluta generosidad con la que un pensador de talento se coloca en un terreno que algunos podrían juzgar ajeno y que él sabe esencialmente suyo: ´La filosofía abandona su rebuscada y orgullosa función de guarda e intérprete de la racionalidad, y se entrega a las imágenes cinematográficas..., pasa a ser una espectadora más de las pantalla de cine' que tanto nos recuerdan siempre el muro de sombras sobre el cual se despliega el relato platónico de la caverna.

Lo que el lector va a encontrar a partir de aquí, es un elogio encendido de la inmensa capacidad de dar imagen a los sentimientos —lo cual es exactamente lo contrario a naufragar en el insípido sentimentalismo— que José Luis Garci ha ejercido desde aquella primera Asignatura pendiente del año 1977, a la cual Maestre dedica un análisis milimétrico, que nos permite ver en ella el espejo de lo que este país fue, de lo que sigue siendo. Y es porque Asignatura pendiente no confunde la ternura con la sensiblería ni el sentimiento con el sentimentalismo, por lo que —escribe Maestre—, más que una película ha sido la gran metáfora del despertar español tras la horrible resaca de la dictadura. En lo más lírico, que es siempre, para el buen narrador, lo más inapelablemente épico. Por eso ´Asignatura pendiente contiene in nuce el resto de las películas' de Garci: amor y melancolía. Lo que la gran trilogía formada por Volver a empezar, Sesión continua y Asignatura aprobada llevará a la madurez y conseguirá para su autor el primer Oscar de la historia del cine español.

(...).

Maestre va repasando sus películas favoritas en la filmografía de Garci. Con un especial cariño, sin duda, a El abuelo, en la cual se une a Garci el nombre inmenso de un Galdós cuya presencia en los trabajos de Maestre es permanente. Y a ese prodigio —para mí, el perfecto de su autor— que es Tiovivo, una película a siglos luz de cualquier otra rodada en España.

Hacia el final, después de haber revisitado todas las películas de Garci, Agapito Maestre vuelve sobre la pregunta: ¿por qué el cine? Y recuerda la reflexión de Stanley Cavell: ´¿Cómo es posible que una persona cuya educación ha sido moldeada tanto por la frecuentación de los cines como por la lectura llegue a ejercer un oficio que consiste en reflexionar sobre filosofía?' Y el lector sabe que es por eso, precisamente por eso.

Luis Alberto de Cuenca reseñó otros aspectos que yo no había visto de mi libro, pero, de modo parecido a los comentarios de Gabriel Albiac, han conseguido sacarme de la tristeza de quienes consideran el libro de Moret es el primero que se dedica a Garci. Esto escribió de Del sentimiento el damasino y culto poeta Luis Alberto de Cuenca:

Quienes hayan visitado Costa Rica, se habrán topado por todos sus rincones con un slogan que resume en dos palabras la enorme variedad y riqueza biológica del país: Pura vida. El cine de José Luis García también podría resumirse en esas dos palabras. Al menos esa es la sensación que tenemos después de leer el ensayo que acaba de publicar el filósofo Agapito Maestre, en el que se nos ofrece toda una teoría del sentimiento —requisito indispensable de la vida— a través de una serie de películas garcianas.

El libro, que viene precedido de un estupendo prólogo de Garci titulado De la gratitud, nos habla del amor (a la mujer, al ser humano en general, a la patria) como expresión del sentimiento, y lo hace desde la trinchera del vitalismo filosófico en la que Maestre está instalado desde hace tiempo y que preside las páginas de sus libros más recientes: El placer de la lectura (2007), Leer por libre (2009), y Viaje a los ínferos (2011). Un vitalismo que se ubica, de modo voluntario, al margen de la retórica filosófica al uso y que trata de inyectar en la mente del lector las dosis de clarividencia necesarias para apreciar el pulso de sus venas y considerar que estar vivo (aunque duela, que duele, como afirmaba Rubén Darío en su poema Lo fatal) es un don susceptible de disfrutarse.

La cubierta reproduce una escena, bañada en una luz especialmente mágica, de Canción de cuna (1994), uno de los mejores filmes de Garci, y en la contracubierta figura un fonograma en blanco y negro de You´re the one (2000), otra de sus cintas más singulares, en el que se ve de espaldas a una serie de gente anónima abismada en la contemplación de una pantalla en que aparece una carátula del viejo No-Do.

No son vanas esas imágenes que inauguran y cierran el volumen, porque entre el esteticismo lumínico de esas monjas, surgidas de no sé cuál ensueño déco, y la severa sobriedad de esas personas de posguerra, se tiende un puente sentimental que atraviesa toda la filmografía del director español, desde Asignatura pendiente hasta su última película, Holmes & Watson. Madrid days, aún pendiente de estreno.

El cine de Garci, tan preciso desde el punto de vista narrativo como precioso desde el punto de vista plástico, hunde sus raíces en los anhelos y frustraciones de los hombres, y es de ese humus espiritual de lo que se ocupa Agapito Maestre en Del sentimiento, una prospección lúcida y estimulante de la producción fílmica del oscarizado realizador de Volver a empezar.

Las películas de Garci son pura vida, y Maestre nos lo cuenta con palabras entusiastas y cómplices, transidas de amor por el cine, en la cadena de escritores y de filósofos cinéfilos que incluye, junto a él, nombres ilustres como Azorín, el mexicano Alfonso Reyes, Julián Marías, o el estadounidense Stanley Cavell. La capacidad de suscitar emoción es un elemento indispensable en cualquier producto artístico que se precie de serlo, y el cine de Garci desborda de emoción, como atestigua Agapito Maestre en su iluminador recorrido por los jalones de una trayectoria que nace de la vida y tiene en ella su máximo referente.

En fin, queridos lectores, me ratifico en lo dicho más arriba: leeré cuanto antes el nuevo libro sobre el cine de Garci, pero sabiendo que no es el primero sino otro más, aunque acaso más importante que los anteriores, entre el ciento que exige la rica obra fílmica del realizador madrileño.

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