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Crítica de la película 'Tiburón Negro'

Tiburón negro, en cines el 6 de julio, propone una nueva muestra del género que se ha venido a llamar "sharksploitation".

Tiburón negro, en cines el 6 de julio, propone una nueva muestra del género que se ha venido a llamar "sharksploitation".
Tiburón Negro. | DeAPlaneta

No hay verano sin película de serie B con tiburón de por medio y este 2023 le toca el turno a esta Tiburón Negro, que narra el enfrentamiento de una familia americana con un megalodón que les acosa en una plataforma petrolífera en México. La nueva aportación a un formato bautizado ya como sharksploitation, devaluado prematuramente por demasiadas películas que se toman a coña la "monster movie" de Spielberg, a cambio añade un prometedor y chiflado giro fantástico que podría funcionar: es posible que el tiburón sea la encarnación de un Dios azteca cabreado por el imperialismo yanqui.


La idea, que aproxima el filme a ese malgastado concepto de Tiburón Vudú de la última secuela de la serie original, Tiburón: La Venganza, (y que la novela de Hank Searls basada en el guion original de la Universal desarrollaba más adecuadamente) se tira sin embargo a la basura en pos de una sobadísima crítica ecologista que la pobrísima dirección de Adrian Grümberg no puede sostener.

Anticlimática y pobre en cuanto a acción y muertes, Tiburón Negro esconde retazos de interés en esa conspiración que se esconde tras el personaje del pobre Josh Lucas, pero Grümberg no puede o no quiere potenciar el divertimento trash y se pierde en interminables escenas de diálogo que arruinan el, también, interesante comienzo en clave de terror rural a lo Trampa Mortal de Tobe Hooper.

Queda pendiente por tanto la promesa de revivir los placeres prohibidos pulp de Hook Jaw, ese remedo de Tiburón en formato cómic adulto dibujado con mano excelsa por el español Ramón Solá, que alimentaba el tráiler y póster de esta Tiburón Negro, y que se desvanecen a la misma velocidad que con los muchos rip-offs italianos de los ochenta.Grümberg, firmante de la última entrega de Rambo, bien podría haberse fijado en esas referencias en vez de las ofrecidas por el pobre pero reivindicativo guion.

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