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Diane Keaton: algo más que la musa de Woody Allen

Desde jovencita pensaba imitar a su madre, que era como tantas mujeres soñadoras con salir de su papel de ama de casa.

Desde jovencita pensaba imitar a su madre, que era como tantas mujeres soñadoras con salir de su papel de ama de casa.
Diane Keaton en el festival de Suiza | EFE

Se preguntaba Diane Keaton: "Quisiera saber cómo acabaré". Le preocupaba la muerte. Se ha ido demasiado pronto, han coincidido muchos de sus amigos al conocer la triste noticia. Llevaba unos meses refugiada en su casa, sólo con la compañía de su fiel perro "Reggie". Quienes – pocos – la pudieron ver han contado ahora que estaba muy cambiada físicamente, sin la fuerza de su mirada, tampoco con la sonrisa que acostumbraba a lucir. Esa rápida transformación ha llevado a cuantos se han referido a ella a preguntarse de qué ha fallecido. Su familia, al comunicar su óbito, no ha dado explicaciones, pidiendo respeto para reservarse la causa.

Aparentemente no se conocían alteraciones de su salud. Pero sí se recuerda, aunque tal vez no tenga relación con su rápido deterioro desde comienzos de la última primavera, que padecía cáncer de piel. Dos formas de cáncer: carcinoma de células basales y carcinoma de células escamosas.

En su juventud tuvo que enfrentarse a una bulimia nerviosa: consumía veinte mil calorías diarias. Esos trastornos alimenticios le duraron hasta que iba alcanzando la madurez.

Resumiendo su biografía artística convengamos que cinéfilos o simplemente curiosos de las leyendas de Hollywood sabían de Diane Keaton por su cercanía con Woody Allen. Antes de que se conocieran, Diane Hall Keaton, hija de un ingeniero civil, nacida en Los Ángeles y residente mucho tiempo en Nueva York que es donde empezó como actriz, ya desde jovencita pensaba imitar a su madre, que era como tantas mujeres soñadoras con salir de su papel de ama de casa. La señora Keaton se presentó a un concurso de aficionadas al teatro, lo ganó y eso le hizo creer que podía convertirse en actriz profesional. Vana pretensión. Lo que le hizo aspirar a que fuera su hija Diane quien diera ese salto que ella no había podido conseguir.

Viviendo ya en Nueva York se desenvolvió entre compañías modestas, con una de las cuales representó "Hair", aun siendo una de las actrices suplentes de la principal. Y creando un problema: se resistía a salir en pelota picada a escena, como el argumento de la función exigía. No obstante, a ella y a otras colegas que pensaban igual le respetaron ese deseo. Eso sí: cobrando menos que las que aparecían en porretas.

Woody Allen tardó en decidirse

Era muy decidida, o mejor: insistente. De aquellas jovencitas que se presentaban a los "cástings", las pruebas para ser seleccionadas en alguna de las muchas obras que siempre se han representado en Broadway, el centro artístico neoyorquino por excelencia. Le hablaron de que un tal Woody Allen buscaba nuevas actrices. El cómico escribía por entonces, en la década de los 60, artículos de humor, guiones, posibles comedias a representar, y monólogos con los que se había dado a conocer en locales y cabarés de poca monta. Pero ya había dado el salto, como decimos, a Broadway, donde seleccionó a Diane Hall para el principal papel femenino de la comedia (título traducido al español) de "Tócala otra vez, Sam", frase atribuida (parece que sólo en España) a Ingrid Bergman en "Casablanca".

Woody y Diane no pasaron los primeros días de los ensayos de tratarse sólo con asuntos relacionados con el próximo estreno de la mentada obra. Hasta que un día él se decidió, invitándola a cenar. Hubo complicidad desde entonces, pues repitieron los encuentros fuera del teatro, hasta que Woody la invitó a su casa, durmieron juntos y al poco tiempo ya convivían como si fueran marido y mujer. Pero estaban solteros, aunque se ha publicado en alguna biografía despistada que sí contrajeron matrimonio. Falso.

El éxito escénico de "Tócala otra vez, Sam" motivó que un año más tarde, Woody llevara a la pantalla esa historia, que en los cines españoles conocimos con el título de "Sueños de un seductor", año 1971. Se repitió la respuesta favorable del público en las taquillas, en tanto la pareja vivía apasionadamente su romance. En su caso, el de uno de los hombres más feos del cine y la atractiva Diane. Quien ya se había despojado del apellido paterno. No por sugerencia de Woody o, en todo caso, porque Diane quiso llevar el apellido de su madre, Keaton, como una especie de tributo a quien no había podido sobresalir como actriz profesional, tal y como ya dijimos.

"El Padrino" y Al Pacino

Ocho películas hicieron juntos Woody Allen y Diane Keaton, tras la ya citada. Pero antes de que citemos las más sobresalientes hemos de detenernos en el trampolín hollywoodense que sirvió a Diane para convertirse en una estrella de la pantalla: "El padrino". Basada como es harto sabido en la novela de Mario Puzo acerca del tenebroso mundo de la Mafia Italiana asentada en los Estados Unidos, llevada al cine en tres partes por un arriesgado director y productor, Francis Ford Coppola, que se jugó hasta el cuello de su camisa, se enriqueció y procuró a sus primeros actores una popularidad inmensa. Hoy esas tres partes se consideran películas de culto, fue de menor calado la primera secuela, es decir "El padrino II".

Diane Keaton, recordarán, se casó con el menor de los Corleone, papel reservado a Al Pacino, que allí también dio el salto definitivo para triunfar en su larga carrera cinematográfica. Y del amor de mentira en el celuloide pasaron a mayores. Diane cayó en las redes seductoras del actor de profunda mirada y creyó haber conocido al hombre de su vida, para casarse con él, formar una familia y acaso dejar el cine, porque a pesar de su vocación, Diane quería ser madre. Estuvieron juntos quince años pero Pacino le fue dando largas. Hubo rumores divulgados por los chismosos de Hollywood que llegaron a sostener en sus columnas de prensa que Diane estaba embarazada y que tuvo un aborto, algo que nunca pudo confirmarse.

Diane se cansó, cuando tiempo atrás pensaba en vestir santos, como se dice de las solteronas. Para las que, por cierto, siempre ha sido compasiva: "El mito de la soltería es basura".

... y se buscó otra pareja

Un tanto deprimida por las calabazas que le dio Al (aunque quedaron como amigos, muy a pesar de ella, y reanudaron algo de los rescoldos de su intimidad en la tercera parte de "El padrino"), Diane Keaton recobró sus ilusiones cuando Warren Beatty la contrató para la película "Reds", (Rojos) donde ella incorporó el papel de una periodista involucrada en los acontecimientos bélicos de la Rusia de 1917. Fue un filme complicado en el rodaje, por los retrasos continuos. Para la pareja protagonista significó un amor real, que ella vivió esperanzada cuando para el hermano de Shirley McLaine no era sino una conquista más.

Diane Keaton comenzó a desarrollar otros sentimientos, muy ajenos al matrimonio. No, no se casaría nunca: ni Woody Allen, ni desde luego Al Pacino, ni tampoco Warren Beatty habían querido desposarse.

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