El día 7 de enero de 2015, la alarma del despertador de la dibujante Catherine Meurisse no sonó, haciendo que llegara tarde a la reunión del equipo de diseñadores de la revista Charlie Hebdo. Este descuido le salvó la vida, pero no la libró, como al resto de los supervivientes del fatídico atentado contra la sede de la publicación, de afrontar la violencia de un terrible suceso que la dejó sin amigos, maestros, mentores y, de paso, sin inocencia. Ha contado su historia en La levedad (Impedimenta), el testimonio en primera persona del horror que sufrió Charlie Hebdo y de cómo el arte puede sanar todas las tragedias.