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Nuria Richart

No me llames transexual, llámame transgénero. "El binarismo es una mierda"

Francia introduce en su Código Penal una ley para quitar la patria potestad a los padres que se opongan al cambio de sexo de sus hijos.

Chase Ross, influencer transgénero | YouTube

Dawn Butler, secretaria de Mujeres e Igualdad del Partido Laborista británico: "Los bebés nacen sin sexo".

Las cosas han cambiado, también para ti. El transgénero no nace, se hace, se autoasigna. El transexual, no. Aunque la transexualidad afecta a entre el 0,3% y el 0,5% de la población mundial (datos de la OMS), en el año 2017 el 40% de los estudiantes del Evergreen State College de Washington se identificaron como LGTBQ, (Q es queer, una identidad sexual sin aclarar, cambiante). ¿Moda, ideología o "contagio entre pares"? Mira. La compañía Amazon tiene un Affinity Group LGTBI llamado Glamazon. Hace unos días vi en la tele un anuncio de una empresa bancaria que acaba, todo muy normal, la felicidad, con el plano de un niño vestido de niña con tutú en una parada de autobús. En otro de una compañía de telefonía una chavalilla comunica a sus padres, jóvenes, modernos, que tiene... (¡Boom!) novia. Lo hace a través de una webcam. Telerrealidad. Una tal Hannah Gabby en un vídeo del multitudinario canal Teen Vogue (que pertenece a la revista de moda) te informa de "Los cinco errores acerca del sexo y del género". Asegura que el "binarismo es una mierda" y que "el sexo biológico es el resultado de elecciones ideológicas". ​

​Jengibre de género fluido ​ ​

No sé si conocen una herramienta habitual en las clases de identidad de género, "La galleta de jengibre": la disección de la persona. Son las grandes preocupaciones de la sociedad del bienestar.

Educación queer

La periodista Abigail Shier nos contó en el libro Un daño irreversible (Deusto, 2021) que en 2015 la universidad privada femenina Smith College (Massachusetts) abrió sus puertas a hombres que se identificaban como mujeres. Que en Yale, a primeros de septiembre de 2019, se celebraron dieciocho actos sociales para la comunidad LGTBQ. Que UCLA proporciona formularios para cambiarte el nombre y el pronombre, primer paso para la transición de género, sin que tus padres lo sepan. En la de Pensilvania los impresos rezan: "Cualquier estudiante, incluidos los transgénero, los de género no conforme, género variante y no cisgénero que deseen asignar un nombre preferido…". Y del nombre a la testosterona hay un mínimo trecho. En Estados Unidos "más de cien universidades cubren en sus planes de salud las hormonas transgénero" (en Yale las ofertan por 10 dólares al mes). Hasta "ochenta y siete facultades subvencionan la cirugía de género". Los centros educativos cuentan con consejeros de salud mental. Hete aquí, un aspecto fundamental, la patologización de todo lo que nos pasa. Todo lo concierne a nuestros hijos se merece una respuesta experta para mantener ese estado obligado de felicidad.

Pero rebobinemos en la vida escolar. California, Nueva Jersey, Colorado e Illinois tienen leyes que obligan a las escuelas a enseñar historia LGTBQ, el "abultado bufé de identidades de género", escribe Shier. La Unión Estadounidense por las Libertades Civiles, La Planned Parenthood y la Red de Educación de gais, lesbianas y heterosexuales hacen labores de orientación y suministran los materiales de los planes de estudio. Por ejemplo, juegos para que los menores elijan un "género creativo" o canciones para preescolar que dicen: " No importa si eres chico, chica o algo intermedio. Gay significa feliz...". Se utilizan recursos como estos, Trans 102:

Más que diversidad todo suena a uniformidad. Un despliegue abrumador, un adoctrinamiento que ha desvirtuado la que podría haber sido la primera intención de estas políticas: cortar el acoso en los colegios, neutralizar a los matones homófobos y consolidar y garantizar los derechos civiles de unas minorías que han sufrido de lo lindo. Homosexuales y transexuales con historias desgarradoras, víctimas de discriminación, abusos y crueldad. Pero todo ha dado un giro totalitario y los derechos cercenados ahora son los de otros.

Francia quitará la patria potestad a los padres

España se prepara para la primera Ley Trans que permitirá el cambio de sexo legal a partir de los 12 años mediante resolución judicial. Francia nos lleva ventaja y hace unos días el Parlamento aprobó un nuevo delito en su Código Penal: podrá quitar la patria potestad a los padres que se opongan al cambio de sexo de sus hijos. Además, la ley gala contempla hasta tres años de prisión y 45.000 euros de multa para los profesionales que no obedezcan la voluntad de los menores. En la misma línea, la ley de Irene Montero prohibirá las terapias de conversión (con multas de hasta 150.000 euros) aunque cuenten con el consentimiento de la persona interesada o de sus representantes legales. Antes, la transición no era un objetivo único, y los médicos hacían un acompañamiento para valorar las consecuencias psicológicas del cambio. Según Montero: "Es muy importante que esta ley reconozca el derecho de ser cada cual quien quiera ser y de tener su identidad de género, su expresión de género y sus características sexuales".

¿No serás trans? Ser lesbiana no se lleva

En su libro Shier trató de denunciar no sólo una gran manipulación política sino el atentado contra la salud y los derechos de un nuevo colectivo trans. Hasta hace muy pocos años, la literatura científica informaba de que la mayoría de los afectados eran hombres que desde pequeños daban señales de ello. Ahora no. La mayoría de las "transiciones" son de chicas adolescentes (la edad del dolor) con rasgos comunes: blancas, nacidas a partir de 2006, de clase acomodada y de padres de ideas "liberales". Ninguna había manifestado disforia de género hasta la pubertad.

En el libro citado, se recoge que "en 2017 en Estados Unidos el número de cirugías de género en personas nacidas mujeres se cuadruplicó, representaron el 70%"; que en "Canadá, Suecia, Finlandia y Reino Unido los médicos y terapeutas de género informan de un cambio drástico en el factor demográfico" y que "clínicas de Suecia, Toronto y Amsterdam" hablan de una "disforia de género de inicio rápido". ¿Una especie de entusiasmo cultural?

Este es el proceso. Todo empieza como un episodio de ansiedad y depresión. Las niñas sienten que no encajan socialmente justo cuando les toca empezar a ser mayor, buscar casilla como adulto. Un horror. Entonces, sus entornos y, sobre todo, en las redes sociales encuentran una posible explicación al profundo malestar: ¿No estarás en un cuerpo equivocado? "Si alguna vez te has sentido diferente, ansioso o angustiado… si alguna vez has sentido que no encajas… el mundo trans te espera..". Ser lesbiana ha perdido estatus.

En los Institutos les permiten cambiarse el nombre y el pronombre automáticamente. Los padres no son informados. Cuando se enteran, acuden a los psicólogos, es un resorte ya familiar, y entonces se llevan una gran sorpresa llamada "terapia afirmativa". El terapeuta acepta desde la primera cita el autodiagnóstico de la menor. "¿Cómo te llamo?", es la primera pregunta de la sesión. Imaginemos otro campo de la salud mental autoafirmando al paciente. Los padres no pueden ni plantear que quizá se trata de una etapa de angustia. Los psiquiatras "disidentes" (con años de experiencia en la transexualidad) han sido apartados de sus trabajos, cancelados y tildados de tránsfobos. Dice Shier, "la terapia afirmativa obliga a los terapeutas a refrendar una falsedad: no que una adolescente se sienta más cómoda presentándose como chico, sino que en realidad lo es".

El siguiente paso es fajarse y aplastarse el pecho. En Instagram o YouTube pueden verse vídeos de Influencers transfemeninos haciendo el unpackage como si se tratara del último modelo de iPhone. Existen empresas que te lo envían en un discreto envoltorio para que no se enteren tus padres.

A continuación, empieza el tratamiento con testosterona. Miles de vídeos te dicen cómo inyectarla y, lo más grave, qué debes decir al médico para que te la recete. Todo está estandarizado. Según denuncia la periodista de The Wall Street Journal muchas clínicas "reparten testosterona en la primera visita con un consentimiento informado", sin terapia. "En Oregón la edad de consentimiento es de quince años". La ley del Estado de California permite a los menores dejar la escuela para recibir hormonas sin el permiso de los padres.​

Chase Ross

Por último llega la doble mastectomía, la cirugía superior. Ya desde el hospital los trans muestran a sus miles de seguidores en las redes las dos grandes cicatrices horizontales. Los aventajados también venden cremas, con estética de cosmética japo, naif, para disimular las cicatrices. Un negocio. Y ahí, de momento, acaban porque casi nunca se someten a la faloplastia. Un famoso transfemenino, Chase Ross, llegó a decir que se SIENTE 60% hombre y el resto como un garabato".

Pasado el tiempo, cuentan los padres, la transición no alivia la angustia y un porcentaje importante de ellos emprenden la llamada detransición. El daño está hecho y los efectos físicos de la testosterona son irreversibles.

En un mundo en el que hay decenas de ventanillas públicas para atender a todas las víctimas de la cultura interseccional ninguna abre para escuchar a los padres de estos menores. Desesperados, repudiados por unos hijos infelices pero con nueva familia, la "secta trans" (según algunas de las chicas detransicionadoras), viven bajo la acusación de tránfobos y acosadores. "¿Prefieres ver a tu hijo muerto o trans?", les plantan algunos terapeutas. Los padres y las madres sienten que los derechos sobre sus hijos acaban cuando "les matriculan en una escuela, pública o privada".

Dos profesores de la universidad de Oviedo acaban de publicar un magnífico libro titulado Nadie nace en un cuerpo equivocado (Deusto, 2022) del que daremos cuenta en Libertad Digital. En el prólogo, la filósofa Amelia Varcarcel dice que "ha llegado la hora de defender que la tierra es redonda y que el sexo existe". Si el hombre blanco hetero ha perdido la batalla, las mujeres estamos en ello en una sociedad de la emoción y del género fluido. Una mezcla explosiva. Sé lo que quieras sin negar a los demás.

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