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Andrés Trapiello: "La libertad está para quien la trabaja"

El escritor leonés acaba de publicar Próspero viento (La Esfera, 2025), un "canto a la libertad" con el que pretende "deshacer lugares comunes".

El escritor leonés acaba de publicar Próspero viento (La Esfera, 2025), un "canto a la libertad" con el que pretende "deshacer lugares comunes".
Andrés Trapiello, en el desayuno informativo para presentar 'Próspero Viento' (La Esfera, 2025). | Europa Press

Había escrito Andrés Trapiello (Manzaneda de Torío, León, 1953) en una obra anterior que los libros "empiezan a vivir su vida diez o doce años después de que se hayan escrito o que los hayan premiado". En su última criatura de celulosa, Próspero viento. Una vida política (La Esfera, 2025), arranca exponiendo, brevemente, su biografía electoral, y añade al poco: "En todo momento se ha tenido uno por un hombre libre, como el mendigo al que se refiere Emily Dickinson, pero a las almas bellas, de izquierdas o de derechas, les bastarán los tres primeros párrafos de este prólogo para no seguir leyendo". En qué maldito mundo vivimos, en fin.

La editorial celebró este jueves un desayuno informativo en el restaurante Bosco de Lobos, sito en el COAM, donde Espinosa de los Monteros, la semana anterior, presentó su think tank Atenea. Había algo de cenáculo en la escena: doce comensales –Judas ya se habría largado–, mesa larga y, lógicamente, el protagonista, en medio. Trapiello nos hablaba de Próspero viento, de título cervantino –"...porque el próspero viento nos quitaba el trabajo de tener menester de ellos…"–, brindado a la memoria de Vargas Llosa, un encargo de la editora jefe, Ymelda Navajo, y un libro que le gustaría que llegara todas partes por eso de que "lo ha escrito alguien que, aunque en lo principal haya cambiado poco", ha pasado, a sus setenta y dos tacos de calendario, "por distintas estaciones y apeaderos".

Comenzó el autor hablando de sus inseguridades, de sus soledades y de la genética íntima de sus textos: "Si tuviera que ganarme la vida redactando prospectos farmacéuticos, los escribiría desde la intimidad". Explicó que en Próspero viento, especie ante todo literaria, repasa "los lugares comunes que han retrasado el completo desarrollo democrático del país". Sostuvo que el avance extraordinario que hizo España con la Transición lo reventó Zapatero: si, al poco de morir Franco en una cama de hospital, la derecha renunció al poder y la izquierda, a la venganza, pero arribó a la Moncloa el socialista y se inventó aquello de la "memoria histórica" partiendo de un "principio falso: recordar lo que no ha sucedido", con un objetivo cristalino: "Reinventar la Historia".

En Próspero viento, Trapiello se pregunta "por qué la sociedad española está más dividida que hace treinta años", y expone sus ideas a través de su experiencia, contando su "vida personal desde un punto de vista político" con la premisa de "ni presumir ni quejarse". Navajo le encargó un libro que orbitara en torno al siguiente enunciado: "La hegemonía cultural de la izquierda". El autor, en el desayuno, la consideró innegable en el ámbito occidental. ¿Cuándo se acabará? "Cuando empiece a leer lo que dice haber leído". ¿Y la derecha, qué? "La derecha ha hecho una dejación escandalosa de la cultura. Los escritores que ha tenido se han movido como han podido, los arrumba. En cambio, la izquierda, con sus escritores, está dando la matraca todo el día". Pregunta LD: ¿Habrá efecto pendular? Responde el escritor: "Hay que temer eso. La 'Ilustración Oscura'… En EEUU, la reacción contra lo woke casi es peor. La posibilidad de luces negras es monstruosa. Todas las noticias que nos llegan de EEUU, de ambos campos, son terroríficas. Defenderte de una tontería te cuesta; defenderte de dos…".

También recuerda, con urgencia sosegada, que "la libertad siempre está en peligro", e insiste: "Siempre. La libertad está para quien la trabaja". Lamenta que en España "hay menos libertad porque los instrumentos para defenderla están hipotecados": "TVE, hoy por hoy, no es un medio libre, sino dirigido para mantener a un tipo en el poder". Rechaza el credo de la "guerra cultural": "No creo en la Guerra Civil, que es la verdadera, como para creer en otras". Está leyendo la correspondencia de Moratín, quien, como él, iba a los mercados a la búsqueda de palabras en desuso.

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