
Cat Stevens es una de esas figuras legendarias del rock y el pop que se resiste a jubilarse. Ha vivido experiencias nada habituales, como la de convertirse al Islam tras hallarse a punto de ahogarse en el Océano Índico. Sus éxitos se extendieron desde finales de los 60 y durante la década siguiente, época en la que se le consideró un ídolo mundial del folk rock. Aun hoy, olvidado por las nuevas generaciones e idolatrado por las de su tiempo feliz, ha querido reanudar su brillante pasado en los Estados Unidos, pero las autoridades migratorias le han denegado la visa, sin darle explicaciones, dejando en el aire la gira que tenía proyectada por el inmenso país. Poco antes de conocer esa decisión, aparecía tanto en Gran Bretaña como en Norteamérica su autobiografía: Cat on the Road To Findout (Gato en el camino hacia el descubrimiento, más o menos en su traducción literal). Un repaso a una vida intensa, poco común en un intérprete como él, conocido internacionalmente. Desconocemos si la edición de ese libro en español se editará o no en nuestro país, donde siempre hemos lamentado que las biografías y memorias de personajes de la música o el cine no tengan interés, a juzgar por su ausencia.
Steven Demetrie Georgiou nació el 21 de julio de 1948 en Londres. Su padre era griego-chipriota y su madre sueca. Mantenían un restaurante en la capital británica, "Moulin Rouge", en la parte superior del mismo edificio donde vivían. Siendo muchacho no quiso continuar el negocio familiar: ya desde niño dio a entender que su mundo era la música. Había aprendido a tocar el piano él solo y, como autodidacta, también hizo otro tanto a los quince años cuando consiguió que su padre le comprara una guitarra. Por entonces ya fue dedicándose a componer canciones a la vez que abandonaba sus estudios. Muy joven aún, presentó sus creaciones a una discográfica dependiente de la acreditada Decca Records. Combinaba diversos géneros: pop, folk, muchas piezas de inspiración infantil y otras más propias de comedias musicales.
Cuando empezó a darse a conocer adoptó el nombre artístico de Cat Stevens, porque una novia de entonces le dijo que tenía ojos de gato. Su debut discográfico se produjo en 1968 con "Matthew & son", que tuvo buena acogida.
Un año antes de aquellos inicios ya había protagonizado una gira con Jimi Hendrix, otro grande del rock, y poco después grabó un segundo álbum, "New Masters". Parecía que todo iba viento en popa a toda vela, pero su casa discográfica encontró que sus nuevas composiciones no eran de su gusto. Y eso desesperó a Cat Stevens, que se dio a la bebida, a base de ingerir una botella diaria de vodka. Por si el alcoholismo no bastara para mantenerlo alejado de los escenarios y los estudios de grabación, tuvo la desgracia de padecer tuberculosis. Se salvó por los pelos pero hubo de someterse a una prolongada rehabilitación, lo que aprovechó para componer nuevas canciones desde la habitación de un hospital británico.
En ese tiempo de recuperación a Cat le dio por lecturas religiosas, atravesando una etapa de misticismo que influiría en sus creaciones mientras meditaba a diario y practicaba activamente yoga. Ya no bebía, pero se sentía discriminado por la industria musical, ya que nadie lo reclamaba como cantautor.
Su contrato con la filial de la Decca Records ya había expirado, así que firmó con otra discográfica que le permitió más libertad en sus creaciones. Grabó en esa época "Mona Bone Jakon", "Tea for Tillerman", "Wild World", "Father and son" y "Hard Headed Woman". De 1971 era el álbum "Teaser and the Firecat".
La notoriedad de Cat Stevens llegó a Estados Unidos, tras haber triunfado en Gran Bretaña y en otros países europeos. También en España sus discos obtuvieron buenas críticas. En ese mercado estadounidense apareció en las listas de éxitos, en los años 1971 y 1972, con un tema, "Lady D'Arbanville", que le inspiró una novia que tuvo por entonces, Patty, cuyo apellido era el del título. Se enamoró luego de Carly Simon, que le proporcionó algunas composiciones. Agradecido, le dedicó "Sweet Scarlet". En Hollywood contrataron al artista británico como autor de varias bandas sonoras de películas, entre ellas "Harold and Maude", "Rushmore", "Remember the Titans"…
Cotizaba Cat Stevens en la hacienda británica. Huyendo del fisco, convencido de que era abusivo, se instaló en Río de Janeiro. Todo el dinero que se ahorró con ese cambio decidió donarlo a la Unesco.
Transcurría el año 1977 cuando, residiendo en Malibú, quiso disfrutar de una jornada playera; adentrándose en las aguas del Océano Índico se vio de pronto a merced de unas violentas olas, que lo arrastraban. A punto de ahogarse, creyendo morir, Cat Stevens recordó que pidió ayuda al Creador y por milésimas de segundo pasó por su mente la promesa de que cambiaría de vida. Afortunadamente se salvó y quiso cumplir su promesa. Si hasta entonces había sido un hombre hedonista, que gozaba de todo cuanto le apetecía, su existencia iba a dar un giro total.
Un hermano suyo le proporcionó el Corán. Tras su atenta lectura, Cat se convirtió al Islam, al tiempo que dejaba la música. En adelante se hizo llamar Yusuf, el nombre del José bíblico, al que comenzó a adorar. Subastó sus guitarras dedicando lo obtenido a fines benéficos. Su piano se lo regaló a un antiguo ayudante. Y repartió 40.000 libras a dos organizaciones religiosas. Formó una familia y se dedicó a leer libros sagrados.

Su manera de vestir sufrió un severo cambio. Pero lo fundamental no era esa transformación física y estética: es que cuando quiso reanudar su manera de componer lo hizo bajo la influencia del islamismo, con fines educativos. En 1995 apareció su álbum "La vida del último profeta", inspirándose en la figura de Mahoma.
Iba a casarse con una tal Louise Wightman, pero rompió ese compromiso al enamorarse de Fauzia Mubarak Ali, de fe islámica, con quien se unió en matrimonio en 1979, en una mezquita de Regent's Park, en Londres; pareja que tuvo una numerosa descendencia, pues tuvieron seis hijos. Cat Stevens ya se había adaptado a las nuevas costumbres y nada le hacía añorar su antigua vida europea en Londres. Fijaron su residencia en Dubái, donde ha seguido viviendo el cantante.
Sin abjurar desde luego de sus creencias islámicas, Stevens, más conocido desde hace tiempo como Yusuf Islam, no dejó de componer y últimamente parece que se había acercado a un estilo más comercial. El caso es, como decíamos al principio, proyectó este año una gira por los Estados Unidos, paralizada en estas fechas porque no le han otorgado el visado de entrada. Todo sin duda, aunque no le hayan dado explicaciones convincentes, tiene que ver con sus creencias religiosas. Si lo que hemos relatado corresponde íntegramente a la verdad, sorprende que un país acreditado por sus libertades las limite en casos como el de Cat Stevens.


