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'Machos Alfa 3' (Netflix) se confirma como la mejor comedia española de 2025

Machos Alfa 3 triunfa merecidamente en Netflix sin dar síntomas de agotamiento (alfa).

Machos Alfa 3 triunfa merecidamente en Netflix sin dar síntomas de agotamiento (alfa).
Machos Alfa 3 | Netflix

Machos Alfa se confirma en su tercera temporada como la única serie española (de éxito) capaz de desafiar a un tiempo la corrección política presente en los dos lados del espectro político. Por un lado, la serie de los hermanos Caballero para Netflix pone en el tapete, con mucho cachondeo, los nuevos vocablos y costumbres impuestos desde el imperio woke, a menudo iniciativas ridículas o absolutamente caducas antes de nacer, imposibles de aplicar a la práctica con un mínimo de dignidad o decencia. Pero por otro lado, traslada la confusión de sus a la vez odiosos y entrañables protagonistas también al género femenino, evidenciando que efectivamente hay nuevas complicaciones y formas de vida que imposibilitan seguir como estábamos.

Pero con lo que se queda la audiencia, al final, es con la química de cuatro amigotes (y amigotas) que de pronto se encuentran con la censura externa y se ven obligados a revisar sus costumbres con infinita torpeza, todo ello mientras se sucede inevitablemente un relevo generacional que cada vez irá pesando más en sus vidas. Al mismo tiempo, todo un abanico de oportunidades se abren ante sus respectivas parejas, que tampoco saben muy bien qué hacer con ellas en ningún ámbito íntimo, familiar o profesional. Al final, lo que los Caballero proponen en su comedia es la infinita falibilidad del ser humano, su dependencia de mensajes externos y la patética y divertida búsqueda de la felicidad de todos los implicados.

Machos Alfa 3 se revela así como una excelente comedia popular, absolutamente elegante a la hora de proporcionar varios niveles, pero exquisitamente bestia siempre que necesita recurrir al trazo grueso. Da la impresión de que Laura y Alberto Caballero, con su extensa experiencia televisiva con La que se avecina y similares, han podido cuajar aquí todo ese legado cómo español e internacional sin ningún tipo de cortapisas o limitación, y el resultado es uno de los productos más completos que existen en un tiempo que destaca por su ausencia de buenas comedias.

Las tramas se suceden unas a otras con la claridad, seguridad, y una buena velocidad de crucero. Por otro lado, los Caballero se conceden a sí mismos espacios de seguridad cambiando escenarios y repitiendo fórmulas, como trasladar el drama de Ibiza de la segunda temporada a una idílica casa rural allá por la mitad de esta tercera temporada. En conjunto, la serie no acusa la repetición de esquemas beneficiándose de una duración de los capítulos bien aquilatada, con un buen equilibrio entre ligereza y mensaje.

Los madrileños podrán reconocer escenarios familiares fotografiados con una amable luz que consigue equiparar Madrid a otros centros turísticos internacionales, alejando Machos Alfa de una visualización tosca o sórdida de las calles de la capital. Lo que no, no tiene absolutamente nada de malo. Pero lo que más pesa es la espléndida labor de un grupo de actores cada vez más cómodos en sus papeles, empezando por Fernando Gil y acabando por María Hervás, simplemente por ceñirnos a una única pareja, capaces de sintonizar la ironía y ternura del guion de una serie que, de nuevo, vuelve a pasarse en un suspiro.

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