No soy tan ingenuo como para pensar que el teatro pueda transformar la sociedad, pero estoy convencido de que existe una posibilidad de ayudar a despertarla.
Esta placa luce en la casa en la que vivió Adolfo Marsillach (Barcelona, 1928-Madrid, 2002). Era su máxima. El director, actor y escritor renovó la escena española y modernizó el repertorio clásico español con su estilo agudo, polémico y cargado de humor. "Nos despertó a través de su obra", dice su hija, la actriz Blanca Marsillach.
El día en el que se cumplen 17 años de su muerte se presenta un libro que recoge la obra dramatúrgica completa de Marsillach, editado por Pedro Víllora para Punto de Vista y con prólogo de Mercedes Lezcano. "Pretende mantener vivo su legado y acercar al público su gran trabajo como autor. Da la posibilidad a la sociedad de conocer a una de las personas más importantes del teatro en España", dice Blanca Marsillach a Libertad Digital.
Como autor "era ingenioso, con un sentido del humor inglés refinado, irónico y tierno a la vez, un adelantado a su tiempo. Tenía una visión del teatro 30 años por delante. Fue todo un referente", dice Blanca. Una de sus grandes obras –un "antes y un después en su carrera"–fue la comedia Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?, interpretada de forma magistral por José Sacristán y Concha Velasco hace casi 40 años.
Una de sus grandes contribuciones a la escena española fue la creación en 1985 de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, de la que fue responsable entre 1986 y 1989 y entre 1992 y 1997. "Creó una escuela de gente joven, una marca propia, con una particular manera de decir el verso como de andar por casa. Puso a la compañía al nivel de la Royal Shakespeare Company", revindica su hija.
Marsillach acercó al público al Siglo de Oro: "Tendió un puente hasta el siglo XX. Dio la vuelta al concepto de aburrido que percibía el público sobre las obras clásicas y lo convirtió en una fiesta. Lo modernizó, lo convirtió en cachondo, divertido, en erótico. Lo reinventó".
En este libro se encuentran reunidas: Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?, Mata-Hari, Proceso a Mata-Hari, Se vende ático, Feliz aniversario, El saloncito chino, Extraño anuncio y Noche de Reyes sin Shakespeare, títulos de "una vigencia absoluta". "Hablan de sentimientos, de problemáticas políticas y de cosas típicas españolas", dice Blanca.
"Descubrir, conocer, seducir, amar, convivir, respetar, vivir en libertad, ser cómplice, admirar, venerar… son experiencias que he disfrutado junto a Adolfo Marsillach: el ser humano más elegante que he conocido. Me siento tan llena de luz y amor, solo con pensar en él, que ya justifica mi paso por esta vida no siempre estimulante", escribe Mercedes Lezcano en su prólogo.
Era un autor polémico, recuerda su hija, que le inculcó un amor incondicional por la profesión. "Me enseñó que el teatro es un templo que hay que respetar, es vocacional y hay que abrazarlo con humildad desde abajo", confiesa. Hoy en día "no estaría callado y seguro que seguiría en activo", cree. Además, estaría satisfecho con el teatro actual: "Le encantaría saber que en Madrid hay más de 500 espectáculos en activo, hay microteatro, teatro vanguardista, salas alternativas... Eso en su época no había y le haría muy feliz".
Un teatro accesible
Blanca Marsillach homenajea por toda España la figura de su padre y cumple con uno de sus deseos, que su legado no fuese teórico, sino practico y accesible a todos los colectivos. Por ello, Varela Producciones, la compañía de la actriz, y la Obra Social La Caixa pusieron en marcha el proyecto "Entre versos y Marsillach", en el que un grupo de mayores recita piezas como Poderoso caballero es Don Dinero de Francisco de Quevedo; Sonetos de Lope de Vega o Canciones de San Juan de la Cruz, un recorrido por la época del florecimiento cultural en España.
Entre los muchos premios de Marsillach destacan el Premio Nacional de Dirección, el Premio de Interpretación del Festival de San Sebastián, el Premio Mayte, el Premio Nacional de Teatro, el Premio ADE, el Premio Goya, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes o el Premio Max de Honor. Como escritor obtuvo el Premio Espasa de Humor por la novela Se vende ático (1985) y el Premio Comillas de biografía (1998) por Tan lejos, tan cerca (Mi vida).