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Europa reivindica su hueco en el final de la guerra de Ucrania pero es incapaz de tener una posición única y firme

Los líderes europeos están de acuerdo en que se escuche a Kiev, en que se alcance una "paz duradera" y en que el continente se rearme.

Los líderes europeos están de acuerdo en que se escuche a Kiev, en que se alcance una "paz duradera" y en que el continente se rearme.
Pedro Sánchez a su llegada a la cumbre de Paris sobre la seguridad en Ucrania. | EFE

Europa quiere tener voz en el posible final de la agresión rusa a Ucrania. Busca ser un actor relevante en el desarrollo de los términos que podrían poner fin al último gran conflicto bélico abierto en el viejo continente. E intenta hacerlo, como siempre, sin una única voz y sin grandes acuerdos entre los países miembros. En lo único en lo que están de acuerdo es que quieren tener voz, pero nada más. No quieren ser ninguneados por Estados Unidos y Rusia.

En ese contexto se ha celebrado este lunes por la tarde en el Palacio del Eliseo de París una cumbre improvisada en menos de 24 horas por el presidente francés, Enmanuel Macron. Junto a él, han estado presentes los jefes de gobierno de Alemania (Olaf Scholz), Dinamarca (Mette Frederiksen), España (Pedro Sánchez), Italia (Giorgia Meloni), Países Bajos (Dick Schoof), Polonia (Donald Tusk) y Reino Unido (Keir Starmer).

Para terminar de completar a las ocho naciones elegidas, han estado representantes de las diferentes organizaciones de influencia europea, como el secretario general de la OTAN (Mark Rutte), el presidente del Consejo Europeo (Antonio Costa) y la presidenta de la Comisión Europea (Ursula Von der Leyen). Pero ya el sólo hecho de que sólo hubiese ocho países seleccionados ha reabierto la tradicional desunión europea.

Países como Rumanía, Eslovenia o República Checa han alzado la voz por no estar invitados a la cumbre de Macron. Europa en estado puro. Más allá ha ido incluso el Gobierno de Hungría, liderado por Vikton Orban, el delfín de Vladimir Putin en el viejo continente, desde el que han llegado a decir que han acudido los países que "quieren impedir que se alcance un acuerdo de paz en Ucrania", los que "desde hace tres años no dejan de echar leña al fuego".

Los mandatarios reunidos han coincidido en tres cuestiones. La primera es que Ucrania debe ser escuchada y tener un papel esencial en las negociaciones de paz. La segunda es que se debe llegar a una "paz duradera", no puede ser ni un impasse para que Rusia se rearme ni una "paz dictada" como la de Versalles en 1919. Y, la tercera, que el continente debe rearmarse para tener una seguridad propia, y no subvencionada por Estados Unidos como hasta ahora.

El problema es que si ni Europa tiene garantizada en estos momentos su puesto en la mesa de negociaciones para el final de la guerra, ¿cómo pueden condicionar o presionar a Estados Unidos o Rusia para asegurarse de que Ucrania sea escuchada? Más problemático aún es el tema de la paz "duradera", la forma de garantizar que pasados unos años o décadas Rusia no retome la vía militar contra Ucrania.

Los líderes europeos miran hacia atrás, saben que una mala paz como la de la Primera Guerra Mundial desembocó en la Segunda Guerra Mundial. Y miran al Memorándum de Budapest de 1994. El pacto por el que Rusia iba a garantizar la soberanía e integridad territorial de Ucrania a cambio de que Kiev entregase a Moscú el armamento nuclear que le tenía tras la disolución de la Unión Soviética en 1991. Después de aquello, la Rusia que debía garantizar la seguridad de Ucrania la atacó en 2014 y, más recientemente, en febrero de 2022.

Reino Unido, en una muestra más del sainete europeo, ha propuesto en la mañana de este lunes una fuerza de paz europea desplegada por toda la línea de separación entre beligerantes que se pacte en las negociaciones. Starmer ha dicho que los británicos serían los primeros en enviar efectivos militares. Tusk no había tomado todavía el avión para volar de Varsovia a París cuando ha dicho que no cuenten con Polonia. Scholz lo ha calificado como "altamente inapropiado".

El tercer acuerdo claro es el del rearme de Europa, porque Estados Unidos ha dicho por activa y por pasiva en las últimas semanas que el viejo continente debe empezar a encargarse de su propio seguridad. El 2 por ciento del PIB en Defensa es un límite superado por casi todos los países –no por España, que está todavía muy lejos–, que debaten ya si el número límite debe establecerse en el 3 ó 4 por ciento de sus PIB.

Pero mientras los grandes líderes de Europa debatían en París, seguía el debate paralelo abierto en la Unión Europea sobre de dónde se va a sacar el dinero necesario para ese rearme europeo y sigue sin haber acuerdo. Von der Leyen, Francia, España o Bélgica apuestan por la creación de eurobonos destinados exclusivamente para ello, así como usar fondos sobrantes del Covid-19. Alemania, Países Bajos se muestran radicalmente en contra.

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