
La cumbre de París celebrada el pasado jueves ha vuelto ha evidenciar la fragmentación de la Unión Europea ante la guerra en Ucrania, mientras la inteligencia artificial se perfila como eje estratégico en el rearme del continente.
La reciente cumbre convocada en París por el presidente francés Emmanuel Macron ha vuelto a poner de relieve la división dentro de la Unión Europea respecto al apoyo militar a Ucrania. Aunque el presidente ucraniano Volodímir Zelenski estuvo presente en el encuentro, y reclamó una mayor implicación militar de los socios europeos, el principal acuerdo alcanzado fue el envío de una misión de adiestramiento, evitando por ahora el despliegue de tropas europeas sobre el terreno.
Esta reunión, a la que también asistió el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, se enmarca en un momento clave para la política de defensa europea. El aumento de la presión militar por parte de Rusia y la creciente incertidumbre sobre el compromiso estadounidense con la OTAN han obligado a Bruselas a acelerar su estrategia de rearme. El plan presentado por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, prevé una inversión de hasta 800.000 millones de euros hasta 2030, repartidos entre los Estados miembros (650.000 millones) y una bolsa común financiada con créditos europeos (150.000 millones).
En este contexto, la inteligencia artificial ha emergido como uno de los ejes fundamentales del nuevo paradigma militar. Estados Unidos, Rusia y China ya integran esta tecnología en diversas capas de su arquitectura defensiva: desde sistemas de combate autónomos hasta plataformas de predicción de amenazas, pasando por el control del espacio cibernético y la gestión logística automatizada. Europa, aunque con retraso, busca ahora consolidar una autonomía tecnológica que le permita no depender de potencias externas en su seguridad estratégica.
"Un papel clave de la IA al servicio de Ucrania es la integración del reconocimiento de objetivos y objetos con imágenes satelitales para geolocalizar y analizar datos de código abierto, como contenido de redes sociales, para identificar soldados, armas, sistemas, unidades o movimientos rusos. La aplicación de IA está ayudando al ejército ucraniano a mitigar el efecto de la escasez de soldados en el frente de combate y frenar así el avance de las unidades rusas en algunas regiones del éste de Ucrania", explica Baba Ahmed Mulay, Profesor de Relaciones Internacionales en la Facultad de Business & Tech de UAX.
El profesor de Inteligencia Artificial y Big Data en la Universidad Francisco de Vitoria, Antonio Flores, destaca que "la inteligencia artificial es actualmente uno de los motores principales de la economía de la sociedad en todos los campos, incluido en defensa". Según explica, el uso militar de esta tecnología se basa en una vertiente distinta de la que suele aplicarse en el entorno civil: "En Defensa se utiliza una variante de la inteligencia artificial que no es la que estamos acostumbrados a ver. En el ámbito militar se utiliza mucho más la inteligencia artificial analítica, que permite predecir escenarios, identificar amenazas y anticiparse a la respuesta del enemigo".
Flores añade que estas capacidades no solo tienen un impacto operativo, sino también estratégico. "Esto no solo se implementa a nivel de armas, sino a nivel de planteamiento estratégico. Esto se está utilizando en los ejércitos desde hace bastantes años. Lo que ocurre es que, con el auge de la IA que hemos tenido en los dos últimos años, la capacidad de las soluciones hace que esta tecnología sea el arma más poderosa que tenga un ejército después del arma nuclear, que no se utiliza", afirma.
El experto también advierte sobre la dirección que podría tomar el uso de los fondos europeos previstos para el rearme. "Ahora mismo el ámbito internacional de defensa está gobernado por la IA. En los 800.000 millones de euros que la Unión Europea pretende gastar en defensa, aunque no se diga en qué, es muy probable que vaya a soluciones de defensa basadas en inteligencia artificial", señala. Y añade: "Seguramente ese dinero vaya a quienes son los líderes tecnológicos actuales, como Estados Unidos. Lo que significa que, al final, el resultado de que el Donald Trump haya decidido que EEEUU deje de financiar el grueso de la OTAN no va a tener ningún impacto en los propios proveedores de la OTAN, que son en su mayoría empresas americanas. Europa va a seguir comprando soluciones tecnológicas a Estados Unidos. La única diferencia es que la pagaremos todos los ciudadanos europeos".
Por su parte, Baba Ahmed Mulay añade que "la IA no va a influir en el rearme europeo propiamente dicho, porque no es una herramienta de disuasión como lo han sido y lo siguen siendo las armas estratégicas, como las nucleares o los misiles balísticos. Sin embargo, la IA puede desempeñar un papel vertebrador al contribuir a ordenar y dar coherencia al gran volumen de datos existentes, aliándose con la inteligencia humana para satisfacer las necesidades militares en un entorno combate a través del uso de tecnología de drones, sensores terrestres y espaciales, y la capacidad en el ciberespacio que permiten la recolección autónoma de información, lo que aumentará la cantidad de datos disponibles para su análisis y uso".
Dentro del plan europeo de rearme, la IA aparece vinculada directamente a algunas de las siete vulnerabilidades estratégicas identificadas en el Libro Blanco de Defensa: la creación de una defensa aérea y antimisiles integrada, el desarrollo de sistemas de fuego de precisión, el despliegue de drones autónomos, la mejora de la movilidad militar, la ciberdefensa y guerra electrónica, y la protección de infraestructuras críticas. En todas ellas, los sistemas inteligentes y los algoritmos de decisión se posicionan como elementos centrales en la configuración de las futuras capacidades defensivas del continente.

